EDUCACIÓN INFANTIL: Etapas y momentos más significativos

4.- ETAPAS Y MOMENTOS MÁS SIGNIFICATIVOS.
Algunos de estos momentos del desarrollo ya los hemos expuesto en el apartado 2
del tema. Veamos ahora otros momentos evolutivos de gran significación.
La aparición de la sonrisa. (René Spitz: El primer año de vida del niño).
Hacia los tres meses la mayoría de los niños ya sonríen. Esta primera sonrisa marca
un importante momento, ya que indica que el niño empieza a «reconocer» en cierto
modo. Todavía no reconoce el objeto propiamente dicho, pero sí reconoce ya unos
atributos superficiales del objeto.
La angustia de los ocho meses. (R. Spitz).
Esta manifestación aparece hacia el octavo mes y tiene consecuencias muy
importantes para su desarrollo social. El niño ya no responde con una sonrisa a
cualquiera, sino que comienza a distinguir entre conocidos y extraños y a reaccionar
con miedo ante los desconocidos. La percepción del rostro desconocido se une al
recuerdo del rostro de la madre y el niño reacciona con angustia ante la ausencia de ésta.
Los primeros pasos.
Entre los 12 y 18 meses el niño comienza a caminar. Este logro propiamente
psicomotor tiene importantes influencias en el desarrollo intelectual. Ahora ya puede
acercarse por sí mismo a los objetos, tocarlos, manipularlos, sin tener que depender
de los demás, como había ocurrido hasta este momento. Esto va a repercutir de
forma decisiva en su conocimiento de los objetos, en la adquisición de la noción del
yo corporal y en la adquisición de nociones como el espacio y el tiempo.
Aparición del lenguaje. (M. MONFORT Y A. SUÁREZ).
La adquisición del lenguaje es un soporte fundamental para el pensamiento del niño
y el desarrollo dé sus relaciones sociales. Es un tipo de aprendizaje que se realiza a
través de la interacción con un entorno y se estructura sobre unas bases fisiológicas
y anatómicas. De la misma forma que al empezar a caminar el niño comienza a
adquirir una noción real del espacio, gracias al lenguaje puede empezar a construir
las clases lógicas. El desarrollo neurofisiológico del cerebro sigue un ritmo de pautas
madurativas que parecen marcas “edades críticas”. Para el lenguaje oral esa edad
crítica cubriría los 7 primeros años de vida, con una incidencia especial entre los 2 y
los 4 años.
La crisis de oposición.
Poco antes de los tres años aparece la llamada «crisis de oposición»; el niño quiere
actuar por sí mismo, ser independiente. Ha descubierto su yo y quiere encontrar sus
límites, aunque en la mayoría de los casos aún no los domine y se lleve (más la
madre que él) un susto (p.e. en bajar escaleras sin barandilla o tocar el fuego o los
enchufes). Todavía necesita y depende de los demás, pero este comienzo de
«autosuficiencia» es necesario para llegar a la autoconfianza y a la independencia.
(Encuadrado en el Personalismo de HENRI WALLON).
El abandono del egocentrismo. BELL nos resalta el papel que el niño desempeña
en la configuración de su propio desarrollo.
Hacia los cinco años el niño comienza a darse cuenta de la existencia de otros puntos
de vista diferentes del suyo y a sentir la necesidad de explicar y justificar sus ideas y
actuaciones. Esta descentración, que implica el abandono del egocentrismo, es un
prerrequisito imprescindible para el desarrollo social, moral e intelectual, como muy
señala Raymond Rivière en su libro “El desarrollo social del niño y del adolescente”.
4.1. Construcción de la noción del objeto
En un primer momento, los objetos sólo existen para el niño si entran en su campo
perceptivo, en la medida en que ejerce su acción sobre ellos. Cuando el objeto
desaparece para el niño deja de existir. Poco a poco, sin embargo, descubrirá
que el objeto tiene una existencia independiente de su propia acción, irá
construyendo un mundo donde los objetos y el espacio son estables, donde es
posible la evocación y la representación simbólica. Es este un proceso laborioso que
va a tener lugar a lo largo de el primer año y medio o dos de vida.
Hacia el tercer o cuarto mes de vida, aproximadamente, es cuando el niño intentará
coger un objeto que está delante de su vista, cuando sigue con la mirada el objeto
que ha desaparecido, cuando dirige la mirada hacia el lugar de donde proviene el
ruido, cabe hablar del comienzo de interés por los objetos. Hacia el sexto mes de
vida es capaz de encontrar un objeto tapado parcialmente. Y hacia el octavo mes es
capaz de encontrar un objeto que se ha ocultado ante su vista; es decir, parece
empezar a dar a las cosas un comienzo de permanencia. Hacia los doce meses aún
no tiene en cuenta los desplazamientos invisibles de los objetos. Por fin, hacia los
dieciocho meses, tiene en cuenta los desplazamientos invisibles y busca en los
lugares donde ha podido quedar oculto.
En esta construcción de la noción de objeto las personas desempeñan un papel
primordial. El comienzo del interés por los objetos corre paralelo a la aparición de la
sonrisa como respuesta, reflejo claro de que la sonrisa es la reacción ante un objeto
preciso y preciado como es una persona significativa en el entorno.
4.2. Experimentación sensoriomotora
A partir del año, cuando el niño ya parece empezar a dar a los objetos un comienzo
de permanencia, cuando el desarrollo de la marcha amplía su autonomía y su campo
de acción, el niño manifiesta conductas de experimentación activa, de manipulación
de objetos y de conquista del espacio próximo.
WALLON sitúa en esta época el comienzo del estadio sensoriomotor, describiéndolo
como un estadio de conquista del mundo en el que los afectos y las emociones
quedan en un segundo plano. Como consecuencia de la «ley del efecto», los
resultados de sus acciones despiertan en el niño su sentido de pequeño investigador
y explorador de todo lo que tiene a su alrededor.
PIAGET también menciona el descubrimiento por parte del niño de las
consecuencias de sus actos, y sus conductas de experimentación activa, así como la
búsqueda intencional de la novedad
En esta experimentación-investigación sensoriomotora desempeñan un papel
importante en la Reacciones Circulares, tanto primarias como secundarias de los
estadios anteriores, en los que el niño va tomando progresivamente conciencia de si
mismo y de sus acciones.
Las Reacciones circulares terciarias que se dan a partir de los doce meses se refieren
a la repetición de acciones por parte del niño, pero introduciendo modificaciones:
hay una búsqueda y exploración de la novedad.
Todo esto, lleva al niño a una primera organización de la realidad inmediata. El niño
establece sus primeras nociones de causalidad y tiempo, asociando hechos que se
dan a la par; descubre el espacio próximo al entrar en relación con él; clasifica los
objetos en función de la acción que ejerce sobre ellos.
4.3. Acceso a la función simbólica
Hasta los dos años el niño se sirve en su conducta de impresiones sensoriales y
movimientos. Pero, a partir de los dos años, aparece la capacidad de representación,
la capacidad de alusión o evocación de un objeto, que puede no estar presente, por
medio de otro objeto. El niño va a servirse de signos verbales, representaciones
gráficas, símbolos.
Cuando damos al niño una cuerda y la utiliza como un látigo, o se monta sobre ella
diciendo que es un caballo, o dice que es una serpiente, o la pone en círculo cerrado
y la utiliza como una casa, jardín, … está asociando un objeto externo con la imagen
mental que tiene de un látigo, un caballo, una serpiente, una casa, un jardín…Y esta
imagen mental viene dada por su propia experiencia, por las actividades que él ha
realizado, vivido o visto con esos objetos: los ha utilizado o visto en casa, en la calle,
en la televisión, etc.
Actividad sensoriomotora = Manipulación y experiencias con objetivos
Imagen mental = Replicas internas de los objetivos (imitaciones internas de los
objetivos)
Símbolos = Asociación entre significantes y significados
La manipulación y experiencias con los objetos crean en sus mentes réplicas internas
de esos objetos que, en la realidad, constituyen verdaderas imitaciones internas de
los objetos. Esas imágenes mentales le aportan material adecuado para establecer
asociaciones concretas entre significantes (objetos de la realidad) y significados
imágenes mentales)
La imitación diferida, el juego simbólico, el dibujo, las imágenes mentales, el
lenguaje, son instrumentos simbólicos que el niño utiliza para representar la realidad.
Todos destacan la función del juego simbólico como medio de expresión de
sentimientos, compensación de frustraciones, etc. Pero hay que decir también que el
juego simbólico expresa un modo de leer e interpretar la realidad. Cuando un niño
está jugando con sus juguetes: coche, muñeca, lo que hace es expresar lo que sus
propios padres hacen en relación con él o con el coche, expresando cómo ve la
función de padres, visión que si tiene mucho de afectividad, tiene también mucho
que ver con la concepción e interpretación que él hace de esa realidad.
4.4. Pensamiento prelógico
El lenguaje y la representación posibilitan al niño un distanciamiento de los objetos, y
de la situación inmediata. Sin embargo, su conocimiento de la realidad permanece
aún muy ligado a las apariencias de las cosas. En un mundo en continuo cambio,
debe introducir organización y constancia. Cuando el niño va formando categorías
con los objetos y clasificándolos y ordenando en función de sus semejanzas y
diferencias, está descubriendo los principios de la lógica.
Cuando dice no querer fruta sino que quiere melón; cuando no quiere tortilla
francesa sino la tortilla que le preparan en casa porque es la mejor; cuando pega
una patada a la mesa porque le ha puesto una zancadilla, etc nos está expresando
una visión del mundo centrada en sí mismo, en la que confunde lo físico y lo
psíquico, está reflejando un mundo estático, ligado a los aspectos perceptivos de la
situación, basado en la realidad concreta que manipula.
Por ello, se dice que, el pensamiento del niño de esta edad es egocéntrico,
preoperacional, intuitivo, prelógico, irreversible.
Es posible, pues, lograr, en algunas áreas concretas, manifestaciones de
reversibilidad y, en consecuencia, expresiones de pensamiento lógico, bastante antes
de los siete años, por efecto de una estimulación concreta, directa y personal. Es
posible, incluso, que en contextos en que la escolarización temprana es general,
puedan adelantarse los logros del desarrollo intelectual.
Si el niño encuentra en el aula materiales y objetos diversos, manipulándolos y
familiarizándose con ellos, fácilmente podrá ir adquiriendo los conceptos
lógico-matemáticos de clasificar, ordenar, agrupar, relacionar y calcular.
4.5. Transición al pensamiento lógico
En esta construcción de un mundo organizado y estable hay una etapa que puede
coincidir aproximadamente con el último curso de la Educación Infantil y el primer
Ciclo de Primaria que cabría definir como el puente entre el pensamiento infantil
intuitivo, egocéntrico, prelógico, y el pensamiento operacional, lógico y reversible al
que accede el niño a partir de los ocho años aproximadamente. Es la etapa en la cual
empieza a establecer relaciones, correspondencia y compensaciones. La
conservación del número, es decir, el descubrimiento de que el número de objetos
de un conjunto es independiente de sus características espaciales, de su disposición
o del espacio que ocupan, es un logro de esta edad: el niño establece
correspondencias y relaciones, compara conjuntos, aún siendo su disposición
diferente.
Aparecen, pues, las primeras conservaciones, signos de reversibilidad, juicios que
indicarían un comienzo de liberación del egocentrismo al tomar en cuenta a la vez
elementos diferentes -al menos dos de una realidad. Si la bola de plastilina es más
gruesa, es también más corta; si el vaso es más alto, es también más estrecho. La
escolarización y el grupo tienen una notable importancia en este proceso de
apertura, descentración y conocimiento objetivo de la realidad. El ser miembro de
diferentes grupos, el desempeñar en cada uno un rol diferente, la cooperación y
confrontación con los compañeros, los juegos en común, la intervención del
educador, … son elementos que ayudan al niño en este desarrollo.

Volver al índice principal de «EDUCACIÓN INFANTIL«