EL CASO DEL SEÑOR B. (segunda parte)

EL CASO DEL SEÑOR B.
    De este modo la creencia de B. en su capacidad para restaurar el pene era la base de su estabilidad mental, y cuando esta creencia fue destruida, se enfermó. Lo que sucedió fue lo siguiente: algunos años antes su querido hermano Leslie había perdido la vida en un viaje de exploración. Aunque su muerte había afectado a B. muy profundamente, no había trastornado su salud mental. Pudo soportar el golpe porque no hizo surgir su sentimiento de culpa o no minó en mayor grado su creencia en su omnipotencia constructiva. Leslie había sido para él el poseedor del mágico pene «bueno» y B. pudo transferir su creencia en él y su amor por él a otra persona como sustituto. Pero ahora su hermano David estaba enfermo. B. se dedicó a él durante su enfermedad y tuvo la esperanza de curarlo por medio de una fuerte y favorable influencia sobre él. Pero sus esperanzas fueron frustradas y David murió. Fue este golpe el que lo desmoralizó y trajo como consecuencia su enfermedad. El análisis demostró que este segundo golpe fue para él mucho más duro que el primero, porque tenia un fuerte sentimiento de culpa hacia su hermano mayor. Por encima de todo, su creencia de que podía restaurar el pene dañado había sido minada. Esto significó que tenía que abandonar la esperanza de todas las cosas que en su inconsciente estaba tratando de restaurar en última instancia su madre y su propio cuerpo. La severa inhibición en su trabajo fue otra consecuencia de la pérdida de esta esperanza.
    Hemos visto por qué su madre no pudo ser el objeto de sus tendencias restitutivas llevadas a cabo por medio de la copulación, y de allí, el que no fuera un objeto sexual para él. Ella sólo pudo ser un objeto de sus emociones afectivas. Pero aun así su ansiedad y su sentimiento de culpa eran demasiado grandes; y no sólo sus relaciones de objetos estaban expuestas a serios trastornos, sino que sus tendencias de sublimación se vieron muy obstaculizadas. Sucedió que B. que estaba conscientemente muy preocupado por la salud de su madre aunque como dijo él, no era exactamente inválida sino «delicada», era en su inconsciente un esclavo completo de esta preocupación. Lo expresó en la situación de transferencia, temiendo continuamente, antes de que su análisis se interrumpiera para las vacaciones (y, según se vio más tarde, antes de cada fin de semana, y aun entre un día y el otro), que nunca me vería de nuevo porque algún accidente fatal me podía ocurrir durante el intervalo. Esta fantasía, que volvía a él una y otra vez con toda clase de variaciones, era siempre del mismo tema que a mí me sucedería un accidente, sería atropellada por un auto en una calle de mucho tránsito. Esta calle en realidad era una calle de su ciudad natal en América y jugaba una gran parte en sus recuerdos infantiles. Cuando acostumbraba a salir con su niñera, siempre había cruzado la calle con el miedo según lo demostró el análisis de que nunca vería a su madre de nuevo. Siempre que se encontraba en un estado de profunda depresión, acostumbraba a decir en su análisis que las cosas nunca podrían «enmendarse» y que él nunca podría trabajar más, a menos que ciertas cosas hubieran sucedido, por ejemplo, que todo el tránsito que había pasado por esa calle no hubiera pasado. Para él, como para los niños a cuyos análisis he hecho referencia antes, el movimiento de coches representaba el acto de copulación entre sus padres, que en sus fantasías de masturbación él había transformado en un acto fatal para ambas partes, de modo que él se convirtió en la víctima del miedo a que su madre y (debido a su introyección del pene «malo» y de sus padres combinados) él mismo, serían destruidos por el peligroso pene de su padre incorporado dentro de ella. De aquí su miedo manifiesto a que ambos fueran atropellados por un coche. Contrastando con su ciudad natal, que él veía como un lugar arruinado, oscuro y sin vida a pesar del hecho o debido al hecho, según demostró su análisis de que allí había mucho tránsito (es decir, continua copulación entre su padre y su madre), se figuraba una ciudad imaginaria llena de vida, luz y belleza , y a veces encontraba su visión realizada, aunque solo por un corto tiempo, en las ciudades que él visitaba en otros países. Esta ciudad visionaria y lejana representaba a su madre una vez más restaurada y vuelta a despertar a una nueva vida y también a su propio cuerpo restaurado. Pero el exceso de su ansiedad le hizo sentir que una restauración de esta naturaleza no podría realizarse, y esto también fue la causa de su inhibición en el trabajo.
    Mientras B. todavía pudo trabajar, estuvo ocupado en escribir un libro en el cual había recopilado los resultados de sus investigaciones científicas. Este libro, cuya escritura tuvo que abandonar cuando su inhibición para el trabajo se hizo demasiado fuerte, tenía el mismo significado para él que la hermosa ciudad. Cada trozo separado de información, cada oración aislada, denotaba el pene restaurado de sus padres y los niños ilesos, y el libro en sí representaba a su madre ilesa y a su propio cuerpo restaurado. Se vio en el análisis que fue su miedo al contenido «malo» de su cuerpo el principal impedimento para sus poderes creativos. Uno de sus síntomas hipocondríacos fue un sentimiento de inmenso vacío en su interior. En el plano intelectual tomó la forma de una queja de que las cosas que eran valiosas y hermosas e interesantes para él, habían perdido valor y estaban «gastadas» y que se las habían robado de algún modo. La causa más profunda de esta queja resultó ser su miedo de que al arrojar sus malas imagos y excrementos peligrosos hubiera perdido aquellos contenidos de su cuerpo que eran «buenos y hermosos».
    El motivo más poderoso de su trabajo creativo provenía de su posición femenina. En su inconsciente fue impuesta una cierta condición: A menos que su cuerpo estuviera lleno de buenos objetos en realidad de hermosos niños  no podría crear, es decir, traer niños al mundo. Con el fin de obedecer a esta condición, tenía que desembarazarse de los objetos «malos» en su interior (pero entonces se sentía vacío); o si no, tenía que transformarlos en objetos «buenos» del mismo modo que quería transformar el pene de su padre y de su hermano en penes «buenos». Si hubiera podido hacer esto hubiera tenido la seguridad de que el cuerpo de su madre y los niños de ella y el pene de su padre estaban también todos restaurados; entonces, su padre y su madre hubieran podido vivir juntos cordialmente y tener entre ellos satisfacción sexual completa, y él mismo al identificarse con su padre bueno, podría haber dado a su madre niños y haber consolidado su posición heterosexual.
    Cuando mi paciente volvió de nuevo a su libro después de un análisis de 14 meses, su identificación con su madre se colocó en un primer plano muy claramente. Esto se demostró en la situación de transferencia en fantasías de ser mi hija. Recordó que cuando él era un niñito ansiaba ser una niña conscientemente, porque su madre hubiera preferido tener una hija, e inconscientemente porque entonces hubiera podido amar a su madre de un modo sexual. Porque así no hubiera tenido que temer dañarla con su pene, que era odioso para ella y que él mismo sentía peligroso . Pero a pesar de su identificación con su madre y sus características marcadamente femeninas características que también se presentaron en su libro no había podido mantener la posición femenina. Esto era un gran impedimento en el camino de sus actividades creadoras, que habían estado siempre inhibidas de algún modo.
    A medida que su identificación con su madre y su deseo de ser mujer se hicieron más prominentes en el análisis, su inhibición en el trabajo disminuyó gradualmente. Su deseo de tener niños y, paralelamente, sus capacidades creadoras habían sido obstaculizadas por sus miedos a sus objetos internalizados; porque su miedo a su madre como rival estaba dirigido primero y principalmente hacia su «mala» madre internalizada, quien estaba unida a su padre. Eran aquellos objetos internalizados los causantes también de su intenso miedo de ser observado. Tenía que preservar de ellos todos sus pensamientos, porque cada pensamiento representaba un trocito bueno dentro de él: un niño . Por esta razón transfería sus pensamientos al papel tan rápidamente como le era posible, para protegerlos de los objetos malos que se interponían en su camino al escribir. Tenía que realizar la separación de los objetos malos de los buenos dentro de su cuerpo y también transformar los malos en buenos. Su trabajo al escribir su libro y el proceso total de su producción mental vinculado a esto, estaban equiparados en su inconsciente a la restauración del interior de su cuerpo y a la creación de niños. Estos niños iban a ser de su madre, y él restauraba a su buena madre dentro de él llenándola a ella con hermosos niños restaurados y tratando cuidadosamente de preservar aquellos objetos creados de nuevo de los objetos «malos» dentro de él, que eran sus padres combinados en copulación y el pene «malo» de su padre. De este modo hacía a su propio cuerpo también sano y hermoso, porque su «buena», hermosa e intacta madre, a su vez, lo protegía de los «malos» objetos dentro de él. Con esta madre «buena» restaurada B. pudo también identificarse . Los hermosos niños (pensamientos, conocimientos) con los cuales, en su imaginación, poblaba su interior, eran los niños que había concebido en identificación con su madre, así como los niños que había engendrado ella como la «buena» madre, es decir, la madre que le dio a él leche curativa y así lo ayudó a tener el pene potente y curativo. Y no fue hasta que pudo adoptar y sublimar esta posición femenina que sus componentes masculinos se hicieron más eficaces y provechosos en su trabajo.
    A medida que su creencia en su madre «buena» se hizo más poderosa, su ansiedad paranoide e hipocondríaca y también sus depresiones se hicieron menos intensas, B. pudo en grado creciente realizar su trabajo, al principio presentando todos los signos de ansiedad y compulsión, pero luego haciéndolo con mucha más facilidad y soltura. Junto con esto hubo una ininterrumpida disminución de sus manifestaciones homosexuales. Su adoración por el pene disminuyó y su miedo por el pene «malo», que hasta ahora había sido oscurecido por su admiración por el pene «bueno» y hermoso, se hizo más claro. En esta fase nos encontramos frente a un miedo particular, el de que el pene «malo» internalizado de su padre había tomado posesión del suyo, colocándose dentro de él y controlándolo desde adentro . B. sintió que había perdido el dominio de su propio pene y no podía usarlo en una forma «buena» y productiva. Este miedo había aparecido con mucha fuerza durante su pubertad. En esa época trataba con toda su fuerza de impedir la masturbación. Y como consecuencia tenía poluciones nocturnas. Esto hizo nacer un miedo en él de no poder controlar su pene y de que estaba poseído por el diablo. También pensó que era debido a esto que podía hacer cambiar el tamaño de su pene y volverlo más grande o más chico, y atribuía todos los cambios que éste sufría en relación con su desarrollo a la misma causa.
    Este miedo había contribuido enormemente a su aversión por su propio pene y a su sentimiento de que era inferior en el sentido de ser anal, «malo» y destructivo. Surgió en conexión con esto un impedimento importante también para su adopción de una posición heterosexual. Desde que debía suponer que el pene «malo» de su padre estaría siempre presente mientras él realizara el coito con su madre y lo forzaría a cometer malas acciones, se veía obligado a apartarse de las mujeres. Se hizo evidente ahora que el énfasis excesivo que había puesto sobre su pene como representante de lo consciente y de lo que era visible y su múltiple represión y negación de la existencia del interior de su cuerpo había fracasado también en este punto. Tan pronto como este conjunto de miedos fueron analizados, la capacidad de trabajo de B. aumentó aun más y su posición heterosexual se vio fortificada.
    En este punto de su análisis mi paciente tuvo que dejar de venir por algún tiempo porque se vio obligado a volver a América para arreglar sus asuntos, pero tenía la intención de volver para prolongar el tratamiento. Hasta este punto su análisis había ocupado 380 horas y había durado unos 2 años. Los resultados hasta ese momento fueron de que sus profundas depresiones y su inhibición en el trabajo habían sido casi completamente curadas y sus síntomas obsesivos y su ansiedad, tanto del tipo paranoide como hipocondríaco, habían disminuido considerablemente. Estos resultados justifican que creamos que un período de tratamiento posterior le hubiera permitido establecer completamente una posición heterosexual. Pero para realizar esto se hace claro, por el análisis ya efectuado, que su miedo a la imago no real de su madre tendría que ser aun más disminuida, de modo que sus objetos reales e imaginarios, tan ampliamente separados en su mente, pudieran unirse aun más, y su creciente creencia en su buena» madre restaurada y en su posesión de un «buen» pene, que hasta ahora en su mayor parte ha sido dirigido hacia su madre internalizada, y ayudado a curar su inhibición en el trabajo, pudieran tener un efecto completo sobre sus relaciones con las mujeres como objeto sexual. Además su miedo al pene «malo» de su padre tendría que ser aun más disminuido para fortificar su identificación con su padre «bueno».
    En el caso que analizamos se verá que los factores sobre cuya fuerte actuación depende el cambio completo del paciente de la homosexualidad a la heterosexualidad, son los mismos factores que aquellos cuya presencia ha sido mencionada en la primera parte de este capítulo como condición necesaria para el firme establecimiento de una posición heterosexual. Al reconstruir o investigar el desarrollo del hombre normal, señalé que la base del mismo era la supremacía de la buena imago de la madre, que ayuda al niño a vencer su sadismo y que actúa contra todas sus diversas ansiedades. Como en el caso de sus miedos, en éste, el deseo del niño de restaurar el cuerpo de la madre y el suyo propio actúan entre sí, siendo la realización del uno esencial para la realización del otro. En el estadío genital son una precondición para el logro de su potencia sexual. Una creencia adecuada en los «buenos» contenidos de su cuerpo, que se oponen y neutralizan a los «malos» contenidos y los excrementos, parece ser necesaria para que su pene, como representante de su cuerpo en un todo, produzca un semen «bueno» y benéfico. Esta creencia, que coincide con la creencia en su capacidad para amar, depende de que tenga una creencia suficiente en sus imagos «buenas», especialmente en su madre «buena» y en el cuerpo intacto y benéfico de ella.
    Cuando ha logrado el nivel genital completo, el hombre vuelve durante la copulación a su fuente originaria de gratificación, a su madre bondadosa, que ahora le proporciona a él también placer genital, y, en parte como un regalo de agradecimiento, en parte como una reparación por todos los ataques que él ha efectuado sobre ella desde la época en que dañó sus pechos, le da a ella su semen «benéfico», la dotará de niños, restaurará su cuerpo y también le proporcionará gratificación oral.
    La ansiedad y sentimiento de culpa, que están todavía presentes en él, han aumentado y se han profundizado y han dado forma a sus impulsos libidinales primarios que tenía ya cuando era un niño de pecho, proporcionando a su actitud hacia su objeto toda esa riqueza y amplitud del sentimiento que llamamos amor.