EL COMPLEJO DE EDIPO A LA LUZ DE LAS ANSIEDADES TEMPRANAS (1945) contin.1

EL COMPLEJO DE EDIPO A LA LUZ DE LAS ANSIEDADES TEMPRANAS (1945) contin.1

Ansiedades tempranas como obstáculos al desarrollo edípico

Como punto de partida elijo la reanudación del análisis después de
una interrupción de diez días. Hasta entonces el análisis había durado seis
semanas. Durante esos días yo fui a Londres y Ricardo partió de vacaciones.
Nunca había estado en un bombardeo y sus temores de bombardeo se
centraban en Londres como el lugar más peligroso. De ahí que para él mi
marcha a Londres significase el ir a la destrucción y a la muerte. Esto se
añadía a la ansiedad que le causaba la interrupción del análisis..
A mi vuelta encontré a Ricardo preocupado y deprimido. Durante la
primera hora apenas me miraba y alternaba entre estar sentado rígidamente
en su silla, sin levantar los ojos, y caminar sin descanso a la cocina vecina
y al jardín. Sin embargo, a pesar de su resistencia intensa, me hizo algunas
preguntas: ¿Había visto mucho del Londres destruido? ¿Había habido un
bombardeo mientras yo estaba allí? ¿Hubo muchos truenos en Londres?
Una de las primeras cosas que me dijo fue que odiaba volver al pueblo
donde se realizaba el análisis, y lo llamó "pocilga" y una "pesadilla".
En seguida salió al jardín, donde parecía sentirse con mayor libertad para
mirar a su alrededor. Vio algunos hongos, que me señaló temblando y me
dijo que eran venenosos. Volvió al cuarto, tomó un libro del estante y en él
me señaló especialmente la imagen de un hombrecito que se peleaba con
un "monstruo terrible".
Dos días después de mi vuelta, Ricardo, con gran resistencia, me
habló de una conversación que había tenido con su madre, durante mi ausencia.
Había dicho a su madre que estaba muy preocupado acerca de tener
él niños en el futuro y le había preguntado si le dolería mucho. Ella le contestó
y le explicó lo que ya había hecho anteriormente, el papel del hombre
en la reproducción. A lo que él le replicó que no le gustaría colocar su órgano
genital en el genital de otra persona, porque le iba a asustar y además
que todo el asunto le causaba una gran preocupación.
En mi interpretación uní este temor con el pueblo "pocilga"; el pueblo
representaba, en la mente de Ricardo, mi "interior" y el "interior" de su
madre, que se habían vuelto malos a causa de los truenos y de las bombas
de Hitler. Estas representaban el pene "malo" de su padre, que entraba en
el cuerpo de su madre y lo convertía en un lugar que corría peligro y que
era peligroso. El pene "malo" dentro de su madre estaba también simbolizado
por los hongos venenosos, que habían crecido en el jardín durante mi
ausencia, así como por el monstruo, en contra del cual estaba luchando el
hombrecito (que representaba a Ricardo). La fantasía de que su madre contenía
el órgano genital destructivo de su padre explicaba en parte los temores
de Ricardo al coito. Esta ansiedad se había agudizado e intensificado
por mi marcha a Londres. Sus propios deseos agresivos relacionados con el
coito de sus padres aumentaban mucho sus ansiedades y sentimientos de
culpa.
Había una conexión íntima entre el temor de Ricardo al pene "malo"
del padre dentro de la madre y su fobia a los niños. Estos dos temores estaban
íntimamente unidos con sus fantasías del "interior" de su madre como
un lugar peligroso, porque él sentía que había atacado y dañado a los niños
por él imaginados en el "interior" del cuerpo de su madre y que ellos se
habían convertido en sus enemigos. Gran parte de esta ansiedad la desplazó
a su temor a los niños de su ambiente.
La primera cosa que Ricardo hizo con sus barcos durante estas horas
fue que un destructor, que él llamaba "Vampiro", chocase con un acorazado,
"Rodney", que para él siempre representaba a la madre. En seguida entró
en resistencia y en ella Ricardo volvió rápidamente a arreglar los barcos.
Me contestó, sin embargo -aunque no con agrado-, cuando le pregunté
que a quién representaba el "Vampiro", diciéndome que era él mismo. La
resistencia súbita, que le hizo interrumpir el juego, aclaró algo acerca de la
represión de sus deseos genitales hacia la madre. En su análisis, el choque
repetido de un barco contra otro simboliza el coito. Una de las causas principales
de la represión de sus deseos genitales era su temor al carácter destructor
del coito, porque -como lo sugiere el nombre "Vampiro"- lo consideraba
como algo oral-sádico.
Ahora interpretaré el Dibujo I que especifica más las situaciones angustiosas
de Ricardo en esta etapa de su análisis. Como ya sabemos, en
esta serie de dibujos el rojo siempre representaba a Ricardo, el negro a su
padre, el morado a su hermano y el azul claro a su madre. Mientras coloreaba
las secciones rojas, Ricardo me dijo: "Estos son los rusos". Aunque
los rusos se habían hecho nuestros aliados, él los miraba con mucha desconfianza.
Por lo tanto, al referirse al rojo (él mismo) como siendo los rusos
sospechosos, me estaba dando a entender que temía su propia agresión.
Era este temor el que le habla hecho interrumpir su juego con los barcos,
cuando se dio cuenta de que él era el "Vampiro", en su acercamiento
sexual a su madre. El Dibujo I expresaba sus ansiedades referentes al cuerpo
de su madre, atacado por el Hitler-padre malo (bombas, truenos, hongos
venenosos). Como veremos, cuando discutamos sus asociaciones con el
Dibujo II todo el imperio representaba el cuerpo de su madre, que estaba
perforado por el órgano genital "malo" de Ricardo. En el Dibujo I, sin embargo,
la perforación se hacía por tres órganos genitales, que representaban
a los tres hombres de la familia: el padre, el hermano y él mismo. Sabemos
que durante esta hora Ricardo había expresado su horror al coito. O sea,
que a la fantasía de la destrucción que amenazaba a la madre, causada por
el padre "malo", se añadía para ella el peligro de la agresión de Ricardo,
porque se identificaba con su padre "malo". También aparecía su hermano
como atacante. En este dibujo su madre (azul claro) contiene a los hombres
malos o, en último término, los órganos genitales malos de éstos, y, por lo
tanto, el cuerpo de su madre corre peligro y es un lugar peligroso.

Algunas defensas tempranas

Las ansiedades de Ricardo por su agresión y sobre todo por sus tendencias
oral-sádicas eran muy grandes y motivaban una lucha aguda dentro
de él en contra de su agresión. A veces esta lucha se percibía claramente.
Era significativo que en los momentos de rabia rechinase sus dientes y moviera
sus mandíbulas como si estuviese mordiendo. Debido a la intensidad
de sus impulsos oral-sádicos, Ricardo temía dañar a su madre. A menudo
preguntaba a su madre o a mí misma, aun después de alguna observación
sin importancia: "¿He herido tus sentimientos?" El temor y la culpa, dependientes
de sus fantasías destructivas, moldeaban toda su vida emocional.
Para mantener su amor hacía su madre, Ricardo procuraba una y otra
vez dominar sus celos y resquemores, negando hasta los motivos más evidentes
de ellos.
Pero las tentativas de Ricardo para refrenar su odio y su agresividad
y para negar sus resquemores no tenían mucho éxito. La rabia, reprimida
por las frustraciones sufridas en el pasado y en el presente, se manifestaba
claramente en la situación transferencial: por ejemplo, en sus reacciones a
la frustración impuesta por la interrupción del análisis. Sabemos ya que al
ir yo a Londres, en su mente me había convertido en un objeto dañado. Sin
embargo, yo no estaba dañada únicamente por haber estado expuesta al
peligro de las bombas, sino también porque, al frustrarle, había suscitado
su odio; en consecuencia, de un modo inconsciente, él sentía que me había
agredido. Repitiendo situaciones anteriores de frustración, Ricardo se
había identificado -en los ataques que fantaseaba contra mí- con el Hitlerpadre
bombardeador y peligroso, y temía la retaliación. Por lo tanto me
convertí para él en un sujeto hostil y vengativo.
La división precoz de la imagen materna en una "madre pecho" buena
y mala, como una técnica de manejar la ambivalencia, fue muy patente
en Ricardo. Esta división evolucionó ulteriormente a una división en la
"madre pecho" que era "buena" y la "madre genital" que era mala. En esta
etapa del análisis, su madre real representaba la "madre pecho buena",
mientras que yo me había convertido en la "madre genital mala" y, por
ello, despertaba en él la agresión y los temores conectados con esa imagen.
Me había convertido en la madre dañada por el padre en el coito o unida
con el Hitler-padre "malo".
La actividad del interés genital de Ricardo en aquella época quedó
demostrada, por ejemplo, por su conversación con su madre sobre el coito,
aunque entonces Ricardo expresase sobre todo horror. Y era este horror el
que le había hecho separarse de mí, viéndome como la madre "genital", y
también el que lo impulsó hacia su madre real como objeto bueno. Durante
mi estancia en Londres, Ricardo fue más inseparable que nunca de su madre.
Como él me expresó, era el "pollito de mamá" y "los pollitos van detrás
de sus madres". Esta huida al pecho materno, como una defensa contra
la angustia ante la madre genital, no tuvo éxito, porque Ricardo añadía:
"pero los pollitos tienen que arreglarse sin ellas, porque las gallinas ya no
se preocupan más de ellos y no los cuidan".
Las frustraciones, experimentadas en la situación transferencial por
la interrupción del análisis, habían reavivado frustraciones y resquemores
anteriores y, ante todo, la privación sufrida anteriormente por Ricardo del
pecho de su madre. Por lo tanto, había fracasado su ilusión de tener una
madre buena.
Inmediatamente después del choque entre "Vampiro" (él mismo) y
"Rodney" (su madre), más arriba descrito, Ricardo colocó uno al lado del
otro los acorazados "Rodney" y "Nelson" (su padre y su madre) y después,
en una fila, algunos barcos que representaban a su hermano, a él mismo y a
su perro, siguiendo -como él dijo- un orden de edad. Con esto el juego con
los barcos expresaba su deseo de restaurar la armonía y la paz en la fami-
lia, al permitir a sus padres reunirse y al ceder él ante la autoridad de su
padre y de su hermano. Esto implicaba la necesidad de frenar su envidia y
su odio, porque sentía que sólo así podía evitar la lucha con el padre para
obtener la posesión de la madre. De este modo rehuía su temor de castración
y además conservaba al padre bueno y al hermano bueno. Y, sobre
todo, así salvaba también a su madre de ser dañada en una lucha entre su
padre y él mismo.
Así que Ricardo, no solamente estaba dominado por la necesidad de
defenderse contra el temor de ser atacado por sus rivales, que eran su padre
y hermano, sino también por preocupaciones acerca de sus objetos buenos.
Los sentimientos de amor y la necesidad de reparar el daño que había
hecho en su fantasía -daño que podía ocurrir de nuevo si se dejaba llevar
por su odio y su envidia- se manifestaron con mayor intensidad.
Sin embargo, Ricardo podía conseguir la paz y la armonía en la familia,
podía refrenar su envidia y su odio y conservar su objeto amado solamente
si reprimía sus deseos edípicos. La represión de sus deseos edípicos
implicaba una regresión parcial a la primera infancia, a ser bebé y esta
regresión estaba unida a la idealización de la relación madre-bebé. Porque
Ricardo quería convertirse en un niño libre de agresión y, sobre todo, libre
de impulsos oral-sádicos. La idealización del bebé presuponía una idealización
correspondiente de la madre y, ante todo, de la de sus pechos. Era
figurarse un pecho ideal que nunca frustrara y una madre y un hijo en una
relación mutua únicamente amorosa. En su mente Ricardo alejaba el pecho
malo, la madre mala, de la madre ideal.
El Dibujo II ilustra algunos de los procedimientos de Ricardo para
manejar su ambivalencia, ansiedad y culpa. Me señaló Ricardo la sección
roja "que pasa a través del imperio de mamá", pero se corrigió en seguida,
diciendo: "no es el imperio de mamá, es solamente un imperio, donde todos
nosotros tenemos algunos territorios". Le interpreté que temía darse
cuenta de que había pensado que representaba el imperio de la madre, porque
entonces la sección roja estaría penetrando en el interior de su madre.
Entonces Ricardo miró una vez más el dibujo y manifestó que la sección
roja tenía aspecto "como un genital" y señaló que dividía al imperio en
dos: en el oeste había territorios que pertenecían a todo el mundo, mientras
que la parte del este no contenía nada de su madre, sino solamente a él
mismo, a su padre y a su hermano.
La parte izquierda del dibujo representaba
a la madre buena, muy unida a
Ricardo, porque allí había poco de su padre
y relativamente poco de su hermano.
En contraste, en el lado derecho (el "este
peligroso", que ya había surgido anteriormente
en su análisis), aparecían únicamente
los hombres luchadores o, más
bien, sus genitales malos. Su madre había
desaparecido de este lado del dibujo, porque,
como lo sentía Ricardo, había sido
subyugada por los hombres malos. Este
dibujo expresaba la división de la madre en la madre mala, llena de peligros
(la madre genital) y a la madre querida y segura (la madre pecho). Ya
en el primer dibujo, del que hice uso para señalar algunas situaciones de
ansiedad, podemos ver algo de los mecanismos de defensa que aparecen
más claramente en el Dibujo II. Aunque en el Dibujo I la madre azul claro
ocupa todo el dibujo y la división entre la madre "genital" y la madre "pecho"
no resalta tan claramente como en el Dibujo II, una tentativa de división
de esta clase puede ser vista en él si aislamos la sección de su extrema
derecha.
Es significativo que en el Dibujo II la división se efectúe por una
sección especial puntiaguda y alargada, que Ricardo interpretó como órgano
genital. De este modo él expresaba su creencia de que el genital masculino
era penetrante y peligroso. Esta sección especial se parece a un diente
puntiagudo y largo o a una daga y, según mi opinión, tiene ambos significados:
el primero, que simboliza el peligro para el objeto amado los impulsos
oral-sádicos, y el último, el peligro dependiente, según sentía Ricardo,
de la función genital como tal, debido a su capacidad penetrante.
Estos temores contribuían más y más a la huida hacia la madre "pecho".
Ricardo podía solamente conseguir una estabilidad relativa en un nivel
predominantemente pregenital. El movimiento de su libido hacia adelante
estaba dificultado, porque eran demasiado grandes su ansiedad y su
culpa, y su yo no era capaz de desarrollar las defensas adecuadas. Con ello
su organización genital no podía estabilizarse suficientemente 3 , lo cual im-
plicaba en él una tendencia intensa a la represión. El juego entre estos fenómenos
de fijación y regresión podía ser visto en cualquier etapa del desarrollo
de Ricardo.