El comunicarse y el no comunicarse que conducen a un estudio de ciertos opuestos contin.1

El comunicarse y el no comunicarse que conducen a un estudio de ciertos opuestos contin.1

La paciente dijo que a los nueve años había robado un cuaderno en el que reunía poemas y
sentencias, y al que rotuló "Mi cuaderno privado". En la primera página puso: "Lo que un hombre piensa en su
corazón, así es él". El hecho es que la madre le preguntó: "¿De dónde sacaste esa máxima?". No fue nada
agradable, porque significaba que la madre había leído su cuaderno. Todo habría estado bien si después de
haberlo leído se hubiera callado.
Tenemos aquí el cuadro de una niña que emplaza un self privado que no está comunicándose, y que al mismo
tiempo quiere comunicarse y ser descubierto. Se trata de un juego refinado de escondidas, en el que se disfruta
estando oculto pero no ser descubierto es un desastre.
Otro ejemplo, que no me obliga a una descripción demasiado profunda o detallada, proviene de una entrevista
de diagnóstico con una joven de 17 años. La madre teme que se vuelva esquizofrénica, pues esa enfermedad es
hasta cierto punto característica de la familia, pero por el momento puede decirse que la jovencita está en
medio de todas las tristezas y todos los dilemas propios de la adolescencia.
El siguiente es un extracto de mi informe sobre la entrevista:
A continuación, X habló sobre la gloriosa irresponsabilidad de la niñez. Dijo: "Ves un gato y estás con él; es
un sujeto, no un objeto".
"Es como si estuvieras viviendo en un mundo de objetos subjetivos", fue mi comentario.
Ella respondió: "Esa es una buena manera de decirlo. Por eso escribo poesía. La poesía se basa en este tipo de
cosas".
Después añadió: "Desde luego, se trata sólo de una insensata teoría mía, pero las cosas parecen así, y esto
explica que haya más poetas hombres que mujeres. Las niñas tienen que dedicarse mucho a cuidar a los hijos o
tenerlos, y entonces la vida imaginativa y la irresponsabilidad pasan a los hijos".
A continuación hablamos sobre los puentes que hay que mantener tendidos entre la vida imaginativa y la
existencia cotidiana. Ella había llevado un diario a los 12 años y de nuevo a los 14, aparentemente durante
unos siete meses cada una de esas veces.
La niña dijo: "Ahora, lo que siento sólo lo escribo en poemas; en la poesía hay algo que cristaliza".
Comparamos la poesía con la autobiografía, que a su juicio interesa cuando se tiene más edad.
"Hay afinidad entre la vejez y la niñez", agregó.
Cuando ella necesita tender un puente con la imaginación de la niñez, debe cristalizarlo en un poema. Escribir
una autobiografía la aburriría. No publica sus poemas, ni siquiera los muestra a alguien, porque, si bien cada
poema le gusta mucho durante algún tiempo, pronto pierde interés en él. Siempre ha escrito poemas con más
facilidad que sus amigas, gracias a una capacidad técnica que en ella parece natural.
Pero no le importa que los poemas sean o no realmente buenos, es decir, que les parezcan buenos a otras
personas.
Sugiero que en la salud hay un núcleo de la personalidad que corresponde al self verdadero de la personalidad
escindida; sugiero que este núcleo nunca se comunica con el mundo de los objetos percibidos y que la persona
individual sabe que nunca tiene que comunicarse con la realidad externa ni ser influida por ella. Este es mi
punto principal, el punto de pensamiento que constituye el centro de un mundo intelectual y de mi escrito.
Aunque las personas sanas se comunican y disfrutan haciéndolo, hay otro hecho igualmente cierto: que cada
individuo es un aislado en permanente incomunicación, permanentemente desconocido, en realidad no
descubierto.
En la vida y el vivir, este hecho crudo es suavizado por la participación en toda la gama de las experiencias
culturales. En el centro de cada persona hay un elemento incomunicado, sagrado y merecedor en grado sumo
de que se lo preserve. Ignorando por e momento las experiencias de fracaso de la madre-ambiente aún más
tempranas y quebrantadoras, diría que las experiencias traumáticas que conducen a la organización de las
defensas primitivas corresponden a la amenaza al núcleo aislado, a la amenaza de que sea descubierto,
modificado, de que se comuniquen con él. La defensa consiste en ocultar aún más al self secreto, incluso al
extremo de proyectarlo y diseminarlo incesantemente. La violación sexual, el ser comido por caníbales, no son
más que bagatelas en comparación con la violación del núcleo del self, con la alteración de los elementos
centrales del self por medio de una comunicación que se filtre a través de las defensas. Creo que éste sería el
pecado contra el self. Podemos comprender el odio que la gente tiene al psicoanálisis, que ha penetrado
profundamente en la personalidad humana y que constituye una amenaza al individuo en su necesidad de estar
aislado en secreto. La pregunta es: ¿cómo estar aislado, sin tener que ser segregado?  ¿Cuál es la respuesta? ¿Debemos abstenernos de tratar de comprender a los seres humanos? ၔal vez nos den la
respuesta las madres que no se comuican con sus infantes, salvo en la medida en que ellas son objetos
subjetivos. En la época en que las madres pasan a ser percibidas objetivamente, sus infantes ya tienen el
dominio de diversas técnicas para la comunicación indirecta, entre las cuales la más obvia es el uso del
lenguaje. No obstante, existe un período de transición que me ha interesado especialmente, en el que ocupan
un lugar los objetos y fenómenos transicionales, y empiezan a establecer para el infante el uso de símbolos.
Sugiero que una base importante del desarrollo del yo reside en este ámbito de la comunicación del individuo
con los fenómenos subjetivos, que es el único que proporciona el sentimiento de ser real.
En las mejores circunstancias posibles, se produce el crecimiento y el niño adquiere tres líneas de
comunicación: la comunicación por siempre silenciosa, la comunicación explícita, indirecta y agradable, y la
tercera o intermedia forma de comunicación, que se desliza desde el jugar hasta experiencias culturales de toda
clase.
¿Está la comunicación silenciosa relacionada con el concepto del narcisismo primario?
En la práctica, hay algo que debemos tener en cuenta en nuestro trabajo: el no comunicarse del paciente como
contribución positiva. Debemos preguntarnos si nuestra técnica permite que el paciente comunique que no está
comunicándose. Para advertirlo, nosotros, como analistas, tenemos que estar preparados para recibir la señal de
"no estoy comunicándome", y distinguirla de la señal de desazón asociada con una falla de la comunicación.
Esto se vincula con la idea de estar solo en presencia de alguien, al principio un hecho natural en la vida del
niño, y más tarde una cuestión de adquisición de la capacidad para el repliegue sin pérdida de identificación
con aquello respecto de lo cual el repliegue se produce. Esta capacidad aparece como la aptitud para
concentrarse en una tarea.
Puesto que ya he expuesto mi idea principal, podría detenerme aquí. No obstante, deseo considerar cuáles son
los opuestos a la comunicación.
Los opuestos
Hay dos opuestos a la comunicación: la no comunicación simple y la no comunicación activa. Diciéndolo al
revés, la comunicación puede sencillamente surgir de la no comunicación, como una transición natural, o bien
ser una negación del silencio, o una negación de un no comunicarse activo o reactivo.
En los casos psiconeuróticos bien definidos no existe dificultad alguna en cuanto a este punto, porque todo el
análisis se realiza por medio de la verbalización. Tanto el paciente como el analista quieren que sea así. Pero es
sumamente fácil que un análisis en el que haya un elemento esquizoide oculto en la personalidad del paciente
se convierta en una colusión infinitamente prolongada del analista con la negación de la no comunicación por
parte del paciente. Un análisis de este tipo se vuelve tedioso porque no produce resultados a pesar del buen
trabajo realizado. En un análisis así, un período de silencio puede ser la contribución más positiva del paciente;
el analista juega entonces a esperar. Desde luego, uno puede interpretar los movimientos y gestos, y todo tipo
de detalles conductuales, pero en los casos en los que estoy pensando lo mejor es que espere.
No obstante, más peligroso es el estado de cosas en un análisis en el cual el paciente le permite al analista
llegar alas capas más profundas de su personalidad porque ocupa una posición de objeto subjetivo, o a causa de
la dependencia del paciente en la psicosis de transferencia; es peligroso que el analista interprete en lugar de
aguardar a que el paciente descubra creativamente. El. psicoanálisis es peligroso solamente entonces, cuando el
analista no ha dejado de ser objeto subjetivo para convertirse en un objeto percibido objetivamente. Ese peligro
puede evitarse si sabemos cómo comportarnos. Si aguardamos, pasaremos a ser percibidos objetivamente
cuando corresponda según los tiempos del paciente. Pero si no nos comportamos de un modo que facilite su
proceso analítico (que equivale al proceso madurativo del infante y el niño), de pronto nos convertimos en "noyo"
y entonces sabemos demasiado: somos peligrosos porque estamos en una comunicación demasiado
estrecha con el punto central quieto y silencioso de la organización yoica del paciente.
Por esta razón consideramos conveniente, incluso cuando se trata de una psiconeurosis nítida, evitar contactos
fuera del análisis. En el caso del paciente esquizoide o fronterizo, esta cuestión del manejo de los contactos
fuera de la transferencia se convierte en una parte muy importante de nuestro trabajo.
Ahora podríamos examinar el propósito de la interpretación del analista. Siempre me ha parecido que una
función importante de la interpretación consiste en establecer los límites de la comprensión del analista.
Los individuos como aislados
Estoy formulando y subrayando la importancia de la idea del aislamiento permanente del individuo, y
afirmando que en el núcleo del individuo no hay ninguna comunicación con el mundo del "no-yo", en un
sentido u otro. Allí la quietud está vinculada al silencio. Esto nos lleva a los escritos de quienes han sido
reconocidos como pensadores del mundo. Incidentalmente, puedo referirme a la muy interesante reseña que
hace Michael Fordham del concepto de self tal como aparece en las obras de Jung. Fordham escribe: "El hecho
supremo sigue siendo que la experiencia primordial se produce en soledad". Naturalmente, esto a lo que estoy
refiriéndome aparece en The Inner World of Man, de Wickes (1938), pero no siempre es seguro que se distinga
el repliegue patológico de la comunicación central sana con uno mismo (cf. Laing, 1961).
Quizás entre los psicoanalistas se encuentren muchas referencias a la idea de un centro "quieto, silencioso" de
la personalidad y también a la idea de la experiencia primordial que se produce en soledad, pero por lo general
a los analistas no les interesa solamente este aspecto de la vida. Entre nuestros colegas más próximos, quizá
sea Ronald Laing quien del modo más deliberado sale a enunciar el "hacer patente al self latente", junto con la
desconfianza respecto del descubrirse (cf 1961, pág. 117).
Este tema del individuo como un aislado tiene su importancia en el estudio de la infancia y la psicosis, pero
también en el estudio de la adolescencia. El niño y la niña púberes pueden describirse de muchos modos; uno
de ellos tiene que ver con el adolescente como un aislado. La preservación del aislamiento personal forma
parte de la búsqueda de identidad y del emplazamiento de una técnica personal para comunicarse que no
conduzca a la violación del self central. Esta podría ser una de las razones por las que los adolescentes en
general rehuyan el tratamiento psicoanalítico, aunque les interesen las teorías del psicoanálisis. Sienten que el
psicoanálisis va a violarlos, no en un sentido sexual sino espiritual. En la práctica, el analista puede no
confirmar los temores del adolescente en este sentido, pero tiene que saber que será puesto a prueba a fondo, y
debe estar preparado para utilizar comunicaciones de tipo indirecto y para reconocer la no comunicación
simple.
En la adolescencia, cuando el individuo sufre los cambios de la pubertad y aún no está totalmente maduro para
convertirse en un miembro de la comunidad de adultos, se produce un fortalecimiento de las defensas contra el
ser descubierto, es decir, contra el ser descubierto antes de estar allí aguardando que ocurra. Lo que es
verdaderamente personal y se siente real debe ser defendido a cualquier precio, incluso si esto significa una
ceguera temporaria al valor de las soluciones intermedias. Los adolescentes forman agregados más bien que
grupos, y con sus aspectos semejantes subrayan la soledad esencial de cada individuo. Por lo menos esto es lo
que a mí me parece.
Con todo esto se vincula la crisis de identidad. Wheelis (1958), que ha luchado con problemas de identidad,
denuncia clara y crudamente el problema de la elección vocacional del analista y lo vincula con su soledad y
necesidad de intimidad, las cuales, en el trabajo analítico, no llevan a ningún lado. A mi juicio, el analista más
profundamente interesado en estas cuestiones es Erik Erikson. Examina el tema en el epilogo del libro Young
Man Luther (1958), y llega a decir: "La paz proviene del espacio interior" (esto es, no de la exploración del
espacio exterior y ese tipo de cosas).
Antes de concluir, deseo referirme una vez más a los opuestos propios de la negación. Melanie Klein usó la
negación en el concepto de defensa maníaca, que niega la depresión que es un hecho. Bion (1962a) se refirió a
ciertos tipos de negaciones en su trabajo sobre el pensamiento y de Monchaux (1962) continuó con el tema en
su comentario sobre el escrito de Bion.
Si considero la idea de lo vivo, debo tener en cuenta por lo menos dos opuestos, el de lo muerto -como en la
defensa maníaca- y una simple ausencia de lo vivo. En este caso el silencio equivale a la comunicación y la
quietud al movimiento. Empleando esta idea puedo ir más allá de mi objeto arraigado, hasta la teoría de los
instintos de vida y de muerte. Veo que lo que no puedo aceptar es que la vida tenga como opuesto a la muerte,
salvo en términos clínicos en la oscilación maníacodepresiva y en el concepto de la defensa maníaca, en la cual
la depresión es negada y negativizada. En el desarrollo del infante individual, el vivir surge y se establece
partiendo del no vivir, y el ser se convierte en un hecho que reemplaza al no ser del mismo modo que la
comunicación surge del silencio. En los procesos de la vida del infante, la muerte sólo adquiere significado
cuando ya llegó el odio, es decir, en una fecha posterior, muy alejada de los fenómenos que pueden utilizarse
para erigir una teoría de las raíces de la agresión.
Por lo tanto, para mí no es útil unir la palabra "muerte" a la palabra "instinto", y menos valioso aún es referirse
al odio y a la rabia con la expresión "instinto de muerte".
Resulta difícil llegar a las raíces de la agresión, pero no nos ayuda a hacerlo el empleo de opuestos tales como
vida y muerte, que nada significan en la etapa de inmadurez que estamos considerando.
La otra cosa que deseo agregar al final de este trabajo es otro opuesto, totalmente distinto, a lo vivo o lo vivaz.
Este opuesto no actúa en la mayoría de nuestros casos. Por lo general la madre de un infante tiene objetos
internos vivos y el infante concuerda con la preconcepción materna de un niño vivo. Normalmente, la madre
no está deprimida ni es depresiva. Pero en ciertos casos el objeto interno central de la madre está muerto en el
momento crítico de la infancia temprana de su hijo, y la mujer pasa por un estado anímico de depresión. En
este caso el infante tiene que concordar con un rol de objeto muerto, o bien estar vivo para contrarrestar el
preconcepto de la madre acerca de lo muerto del niño. Lo opuesto a lo vivo del infante es entonces un factor
antivida, derivado de la depresión de la madre. En tal caso, la tarea del infante es estar vivo, parecer vivo y
comunicar que está vivo; en realidad ésta es la meta última de tal individuo, al que se niega lo que tienen los
infantes más afortunados: el disfrute de lo que pueden brindar la vida y el vivir. Estar vivo lo es todo. Hay una
lucha constante por llegar al punto de partida y permanecer allí. No sorprende que haya quienes hacen de la
existencia un hecho excepcional y lo convierten en una religión. (Creo que los dos libros de Ronald Laing
[1960, 1961) tratan de describir este tipo de estado con el que muchos deben luchar a causa de anormalidades
del ambiente.) En el desarrollo sano el infante (en teoría) se pone en marcha (psicológicamente) sin vida, y la
adquiere simplemente por el hecho de estar en realidad vivo.
Como ya lo he dicho, este estar vivo es la comunicación temprana de un infante sano con la figura materna, y
tan inconsciente de sí como es posible. Lo vivo que niega la depresión materna es una comunicación destinada
a salir al paso de lo que cabe esperar. La vivacidad del niño de una madre deprimida es una comunicación
reaseguradora, y resulta innatural e intolerablemente desventajosa para el yo inmaduro en su función de
integrar y madurar en términos generales en concordancia con los procesos heredados.
Se habrá observado que he vuelto a tomar el tema de la comunicación, aunque por cierto reconozco que me he
permitido grandes libertades al seguir el curso de mi pensamiento.
Resumen
He tratado de exponer la necesidad que tenemos de reconocer un aspecto de la salud: el self central que no se
comunica, eternamente inmune al principio de realidad, y por siempre silencioso. En este caso la comunicación
es no verbal; como la música de las esferas, es absolutamente personal. Es propia del estar vivo. Y, en la salud,
de ella surge la comunicación de modo natural.
La comunicación explícita es agradable y envuelve técnicas sumamente interesantes, entre las cuales se
encuentra el lenguaje. Los dos extremos -la comunicación explícita indirecta y la comunicación silenciosa o
personal que se siente real-tienen cada uno su lugar propio, y en el ámbito cultural intermedio muchos pero no
todos encuentran un modo de comunicación que constituye una alternativa de transacción sumamente valiosa.