Estilos de Crianza en la adolescencia y su relación con el comportamiento prosocial: Estudio 1

Revista Latinoamericana de Psicología
2007, volumen 39, No 2, 211-225

MARÍA VICENTA MESTRE, ANA MARÍA TUR, PAULA SAMPER, MARÍA JOSÉ NÁCHER y MARÍA TERESA CORTÉS
Universidad de Valencia, España

ESTUDIO 1
Los estilos de crianza varían en función de las variables personales por lo que se hace necesario un análisis de la interacción entre dichos estilos de crianza y las variables temperamentales y sociocognitivas si queremos establecer un perfil de riesgo de la conducta desadaptada o de los factores que potencian o motivan una conducta adaptada socialmente (Kilgore, Snyder & Lentz, 2000; Mestre, et al., 2003). Además, dada la importancia que tiene la variable género en la adolescencia se analiza las diferencias en función de esta variable en la percepción de la disciplina ejercida por la madre y por el padre y en el comportamiento prosocial.

Método
Participantes
La muestra estaba compuesta por 782 adolescentes (407 chicos y 375 chicas) seleccionados aleatoriamente de colegios públicos (293) o concertados (489) de la Comunidad Valenciana, de edades comprendidas entre 12 y 14 años. Todos ellos cursaban estudios de 1º de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). A partir de esta muestra total se han construido dos grupos criterio en función de los niveles de comportamiento prosocial. Según la variable criterio comportamiento prosocial, se han clasificado como sujetos con baja prosocialidad los que alcanzan puntuaciones en el cuestionario de comportamiento prosocial (Caprara & Pastorelli, 1993; Del Barrio, Moreno & López, 2001) por debajo de la media y una desviación típica y como sujetos con alta prosocialidad los que alcanzan puntuaciones por encima de la media y una
desviación típica. Siguiendo este criterio, del total de 782 se han establecido dos grupos extremos distribuidos en 86 sujetos con bajo comportamiento prosocial y 106 sujetos con alto comportamiento prosocial.

Instrumentos
Child’s Report of Parent Behavior Inventory (CRPBI) (Schaefer, 1965; Samper, Cortés, Mestre, Nácher & Tur, 2006). Evalúa la disciplina familiar que perciben los hijos tanto en su relación con el padre como con la madre. Los ítems plantean diferentes situaciones propias de la vida y educación familiar a las que el sujeto debe contestar en una escala de tres puntos. Las dimensiones evaluadas son: Permisividad, dejar hacer extremo, total libertad sin normas ni límites; Autonomía y Amor, se estimula la sociabilidad y el pensamiento independiente; amor, evaluación positiva, expresión de afecto, apoyo emocional; Amor y Control, estimulación intelectual de los hijos, disciplina centrada en el niño; control, intrusividad, control a través de la culpa y dirección paterna; Control y Hostilidad, aplicación de normas estrictas, el castigo y las riñas; Hostilidad, predominio de la irritabilidad, evaluación negativa y rechazo; Hostilidad y Negligencia, hostilidad y al mismo tiempo una autonomía extrema, percepción por parte de los hijos de una negligencia al atender sus necesidades. Las fiabilidades medias de las 4 dimensiones molares son: Amor = 0,84; Hostilidad = 0,78; Autonomía = 0,69; y Control = 0,66. (Schaefer, 1965).
Prosocial Behavior Scale (Caprara & Pastorelli, 1993; Del Barrio, et al., 2001). Se trata de una escala de 15 ítems que evalúa el comportamiento de ayuda, de confianza y simpatía a través de tres alternativas de respuesta en función de la frecuencia con que se den cada uno de los comportamientos descritos. Los análisis de fiabilidad muestran un Alpha de Cronbach de 0,74. Índice de empatía para niños y adolescentes (IECA, Bryant, 1982; Mestre, Pérez-Delgado, Frías, & Samper, 1999). Proporciona una medida del componente emocional de la empatía. El instrumento consta de 22 ítems. Los análisis de fiabilidad muestran un Alpha de Cronbach de 0,64. Agresividad Física y Verbal (AFV, Caprara & Pastorelli, 1993; Del Barrio, et al., 2001). Se trata de una escala de 20 ítems que evalúa el comportamiento de hacer daño a otros física y verbalmente. El formato de respuesta es de tres alternativas (a menudo, algunas veces o nunca) según la frecuencia de aparición del comportamiento.
Los análisis de fiabilidad muestran un Alpha de Cronbach de 0,80.
Escala de Inestabilidad Emocional (IE, Caprara & Pastorelli, 1993; Del Barrio, et al., 2001). Describe el comportamiento que indica una falta de autocontrol en situaciones sociales como resultado de la escasa capacidad para frenar la impulsividad y la emocionalidad. Incluye 20 ítems con tres alternativas de respuesta (a menudo, algunas veces o nunca). Los análisis de fiabilidad muestran un Alpha de Cronbach de 0,87.
Ira Estado-Rasgo (STAXI, Spielberger, 1988; Del Barrio, Spielberger & Moscoso, 1998). Este instrumento contiene tres partes. Las dos primeras evalúan Ira como estado y como rasgo. La tercera describe el nivel de autocontrol y los mecanismos de afrontamiento (exteriorización o autocontrol) de que dispone el sujeto en situaciones que provocan ira. Los índices de fiabilidad son los siguientes: a de estado de ira = 0,88, a de rasgo de ira = 0,80, a exteriorización ira = 0,78, a autocontrol ira = 0,85.

Procedimiento
La evaluación de los sujetos se ha realizado de forma colectiva y en horas lectivas, en cada aula. Las instrucciones para rellenar los cuestionarios se han explicado oralmente antes de la cumplimentación. El pase de las pruebas se ha realizado en dos sesiones de 45 minutos- 1 hora aproximadamente, en cada uno de los estudios analizados.
La fuente de información sobre la que se ha basado la investigación ha abarcado al mismo alumnado y a sus madres. En el estudio 1, la fuente son los propios adolescentes, mientras que en el estudio 2 la información procede de las madres y de los adolescentes. Se considera que las progenitoras, a pesar de la transformación del papel de la mujer en la sociedad actual, continúan teniendo un papel superior a los padres en los problemas cotidianos del hogar, aún teniendo trabajo extradoméstico (Parra & Oliva, 2002; Valiño & López, 2004).
La investigación empírica que se desarrolla en ambos estudios se ha planificado siguiendo la estructura de un diseño de investigación no experimental con el objetivo principal de analizar el grado de relación entre las variables de personalidad, los estilos educativos de los padres y los procesos psicológicos implicados en el comportamiento prosocial.
Los análisis estadísticos utilizados se han centrado principalmente en el estudio del patrón correlacional entre las variables medidas. También se han incluido técnicas de análisis univariado de la varianza mediante diseños entre sujetos con el objetivo de apoyar los resultados correlacionales con la comprobación de las posibles diferencias de medias planteadas en las hipótesis de investigación. La fiabilidad de los instrumentos psicométricos se ha analizado mediante el alfa de Cronbach. Además la técnica multivariada del análisis discriminante ha permitido resumir los hallazgos de la investigación con la construcción de un perfil predictor de las variables incluidas en la investigación. Se trata de constatar a nivel empírico los procesos cognitivos y emocionales, así como los estilos de crianza que son predictores del comportamiento prosocial.

Resultados
Presentamos a continuación los resultados de los Análisis de la Varianza (ANOVA) y del análisis discriminante realizados entre los constructos evaluados desde los autoinformes de los adolescentes.
Diferencias de género en la percepción de los estilos educativos paternos y en el Comportamiento Prosocial
Se ha realizado un ANOVA de un factor para constatar las diferencias en la disciplina familiar que ejerce la madre y el padre según la evaluación que hacen los varones y mujeres adolescentes de la muestra. Los resultados indican que las chicas perciben un mayor trato de igualdad, más expresión de afecto y apoyo emocional por parte de su madre (F (1, 781) = 4,005; p < 0,01), mientras que los chicos perciben en su relación con sus padres una mayor irritabilidad y rechazo (Padre: F (1, 781) = 7,210; p < 0,01 y Madre: F (1, 781) = 13,817; p < 0,01), una mayor aplicación de normas estrictas, castigos y riñas (Padre: F (1, 781) = 16,185; p < 0,01 y Madre: F (1, 781) = 19,088; p < 0,01), así como una mayor intrusividad y dirección paterna
(F (1, 781) = 9,345; p < 0,01), y materna (F (1, 781) = 21,558; p<0,01). Perciben de su madre, una disciplina más laxa (F (1, 781) = 8,867; p < 0,01), mientras que informan de una mayor negligencia e ignorancia de sus necesidades en la relación con su padre (F (1, 781) = 5,606; p < 0,05).
Se ha realizado un ANOVA de un factor para constatar las diferencias en el Comportamiento Prosocial que manifiestan los varones y mujeres adolescentes de la muestra.
Las chicas han obtenido puntuaciones más altas en Comportamiento Prosocial (F (1, 781) = 28,48; p < 0,01), es decir, manifiestan en mayor medida que los chicos de su misma edad, comportamientos de ayuda, de confianza y simpatía.
Perfil predictor del Comportamiento Prosocial
Se ha utilizado la técnica multivariada del Análisis Discriminante en Modo Análisis ya que nuestro objetivo ha sido estudiar el comportamiento de las variables predictoras utilizadas en el estudio con relación al criterio de Prosocialidad en su condición de alta (la media más una desviación típica, N = 106), y baja (la media menos una desviación típica, N = 86).
Los resultados del análisis discriminante “paso a paso” (Wilks) señalan que la función discriminante obtenida es estadísticamente significativa para diferenciar a los dos grupos de prosocialidad con una correlación canónica de 0,682, reduciendo a cinco variables las que poseen suficiente fuerza para discriminar en el criterio de alta/baja prosocialidad.
Los coeficientes de estructura que representan la correlación de las puntuaciones de cada variable con las puntuaciones de la función nos permiten constatar que del total de variables que el análisis discriminante ha necesitado seleccionar para su función la mayor contribución a la predicción, y por ello con mayor poder discriminador entre la alta y baja prosocialidad, corresponde a la empatía (0,592), seguida del autocontrol de la ira como mecanismo de afrontamiento (0,568) y la agresividad, guardando ésta última una correlación negativa con el comportamiento prosocial (-0,550). Con correlaciones algo menores se sitúan los estilos de crianza de la madre caracterizados por la evaluación positiva, el compartir, la expresión de afecto y el apoyo emocional (0,381) y la autonomía del hijo y afecto (0,320).
Se constata que las dimensiones que hacen referencia a la relación con el padre no aparecen en el análisis discriminante, lo que indica que el estilo de crianza que los adolescentes perciben por parte de sus padres no guarda relación con los niveles de prosocialidad, mientras que la función de la madre alcanza una correlación positiva con la prosocialidad si se caracteriza por una estimulación de la autonomía del hijo junto con afecto y apoyo emocional. Por lo tanto, el afecto hacia el hijo y la estimulación de su autonomía favorecen niveles más altos de prosocialidad. Estos resultados además, indican que tanto la empatía como el autocontrol de la ira en momentos de tensión favorecen el comportamiento prosocial, mientras que la agresividad lo inhibe. Por tanto, a partir de los resultados obtenidos, se constata un mayor peso de los procesos emocionales en la función discriminante, siendo la emocionalidad controlada, empatía y autocontrol, la que aparece con mayor fuerza para predecir el comportamiento prosocial.
Siguiendo el criterio de alto/bajo comportamiento prosocial, la función discriminante consigue clasificar el 83,1% de los casos correctamente, apoyando la validez discriminante de las variables predictoras. El grupo que puntúa alto en comportamiento prosocial aparece claramente identificado con un 82,9% disminuyendo ligeramente (hasta el 77,5%) para identificar sujetos con bajo comportamiento prosocial. La asignación de los sujetos a los grupos de prosocialidad se ha realizado teniendo en cuenta el grado de semejanza a las respuestas medias o centroides de la función discriminante que son de 0,779 para alto comportamiento prosocial y de -1,259 para bajo comportamiento prosocial.

Discusión
Existen diferencias de género en la percepción de los diferentes estilos educativos de modo que los chicos perciben unas pautas educativas más negativas y centradas en la irritabilidad, rechazo, castigos y riñas, y negligencia. Por otro lado, los resultados obtenidos corroboran las diferencias en comportamiento prosocial en función de la variable género tal como los estudios empíricos sobre el tema vienen constatando, siendo las chicas adolescentes las que alcanzan las puntuaciones más altas respecto a los varones de su misma edad (Carlo, Raffaelli, Laible & Meyer, 1999; Mestre, Samper & Frías, 2002, Mestre et al., 2003; Mestre, et al, 2005). Se observa igualmente, una mayor correlación y por tanto un mayor poder predictor de los procesos emocionales con las puntuaciones de la función discriminante de la conducta prosocial. Concretamente, y en la misma línea que otros estudios, la empatía aparece como el principal motivador de la conducta prosocial (Eisenberg, 2000; Mestre, Samper & Frías, 2002, Mestre et al., 2005), así como el autocontrol como mecanismo de autorregulación, dato que corrobora el planteamiento de Bandura (Bandura, 1999), los estudios de Caprara (Caprara & Pastorelli, 1993; Caprara, Pastorelli & Bandura, 1995) y de Eisenberg (Eisenberg, 2000; Eisenberg, et al., 2000).

ESTUDIO 2

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