Inhtroducción a la obra de Pichón Riviere

Enrique Pichón Rivière fue una personalidad única, múltiple. Fue uno de los fundadores de nuestra Asociación Psicoanalítica Argentina, fundador también de la Primera Escuela Privada de Psiquiatría Dinámica, que después sería de Psiquiatría Social, y finalmente de Psicología Social. Fue jefe de un Servicio psicoanalíticamente orientado de adolescentes en el viejo Hospicio de las Mercedes. Personalidad múltiple, dijimos, que abarcó desde la psiquiatría clásica hasta la psiquiatría dinámica, el psicoanálisis, la psicoterapia grupal, familiar y de pareja, la psicología social, el psicoanálisis aplicado.
Pichón, quizás como todo pensador genial, se adelantó mucho a su época, lo que le valió no pocas críticas y descalificaciones por parte de muchos analistas de línea más conservadora. Fue indudablemente pionero con su teoría del vínculo: ya en los años ’50 señalaba que “no existe psiquismo fuera del vínculo con los otros”.
Se adelantó así en muchos años al auge de las posturas que en los últimos años se centran en la intersubjetividad. Si bien ya Bion (1959) había señalado que el análisis individual es, en realidad, el análisis de una pareja (paciente-analista), recién en los últimos años, tanto entre los autores norteamericanos como entre los europeos, se ha comenzado a subrayar la importancia de la intersubjetividad en el marco de la sesión analítica (Ponsi, 1997, Storolow y Atwood, 1997, Renik, 1998, Turillazzi Manfredi y Ponsi, 1998). Todos estos autores, y otros, se refieren a la constitución de un ámbito intersubjetivo en el cual analista y paciente contribuyen a la creación de un escenario común, que expresa las modalidades de una experiencia relacional a lo largo del tiempo. Pichon ya hablaba que la sesión analítica era “bicorporal y tripersonal”, aludiendo a la constante presencia del tercero (o terceros) en el ámbito de la relación. Definía al vínculo como "una estructura compleja que incluye el sujeto, el objeto y su mutua interacción, a través de procesos de comunicación y aprendizaje, en el marco intersubjetivo", donde el tercero (o los terceros) funcionan como el "ruido" de la teoría de la comunicación. Para Pichon, el individuo se constituye entonces dentro de una estructura vincular triádica, que definió como bicorporal y tripersonal, en el sentido que, si bien al comienzo la relación madre-bebé puede aparecer como diádica, el tercero funciona permanentemente y actúa, ya desde el comienzo, por lo menos dentro de la mente de la madre. En este sentido, la situación es entonces triangular ya desde el principio.