Comunicaciones: JUVENTUD, DISCURSO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: APORTES DEL ANÀLISIS DEL DISCURSO AL CAMPO DE ESTUDIOS SOBRE JUVENTUDES

COMUNICACIONES.

JUVENTUD, DISCURSO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: APORTES DEL ANÀLISIS DEL DISCURSO AL CAMPO DE ESTUDIOS SOBRE JUVENTUDES [1]
María Gabriela Palazzo
INSIL- INVELEC (CONICET)
Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Nacional de Tucumán

Introducción
La cuestión juvenil en las investigaciones sociales es un campo multidisciplinar de cuyo crecimiento, en Argentina, da cuenta tanto la creciente producción científica. Asimismo, es evidente el interés cada vez más extendido del desarrollo de trabajos de investigadores jóvenes. Es decir, el objeto de estudio es también sujeto que estudia, y esa es una muy buena señal. Todo ello, en un breve corte temporal, si comparamos este campo con otras áreas de investigación en nuestro país.
Cabe destacar que la mayor cantidad de estas indagaciones y sus consecuentes publicaciones provienen de estudios sociológicos, etnográficos y antropológicos, integrados muchas veces a los estudios sobre comunicación (campo muy vasto también, por cierto). En lo que concierne a los abordajes lingüísticos, es aún bastante escasa la producción de conocimiento en este tema.
Presento aquí, entonces, algunas reflexiones, resultados y perspectivas en relación con mis indagaciones en torno a la relevancia del Análisis del Discurso para los Estudios sobre Juventudes.
Cuestiones preliminares
¿Resulta operativo, es decir – permite llevar a cabo la acción de investigar eficazmente- aproximarse a las temáticas en torno a la juventud a partir de la mirada discursiva? Sin dudas entiendo que sí, en cuanto comenzamos por comprender que no existen las relaciones humanas ni la cultura sin un discurso que les de sustento y sentido; que vehiculice, reproduzca o genere valoraciones e ideologías en las que –en este caso- los jóvenes son ubicados, imaginados y de este modo, ocupan un espacio dentro de la memoria social en el corto o largo plazo.
El discurso es un lugar desde donde los sujetos nos posicionamos y desde donde dejamos fluir las voces ajenas. También es cierto que es una de las tantas prácticas sociales, que no es por sí mismo la realidad sino su representación, la forma que adopta pero también la forma por la que transita en las cogniciones individuales y grupales.
Con sólo mencionar la palabra juventud se activa una red de asociaciones que remiten tanto a la memoria individual –la propia juventud- como al qué es ser joven, cómo son los jóvenes, qué se dice sobre la juventud, qué hacen los jóvenes, así como las relaciones de oposición generacional, por sólo mencionar algunas cuestiones. En cada una de ellas, seguramente, habrá determinadas representaciones y actitudes que, sometidas a un proceso de selección, repetición, tematización, etc., se materializaron en enunciados dentro de contextos particulares, que son los discursos.
Por otra parte, en lo referente a los usos y prácticas sociales juveniles, los estudios del discurso son una de las llaves de acceso a los universos de sentido que se entretejen en sus acciones verbales y no verbales. Dentro del contexto de mi investigación, estas acciones tienen que ver, entre otras cuestiones, con la escritura de la identidad, de la generación y de la propia subjetividad [2]
He buscado distinguir, en consecuencia, aquellos elementos que conforman diferentes perspectivas acerca de lo que significa ser joven, tanto diacrónica como sincrónicamente, partiendo del saber general de que la juventud, dentro del imaginario colectivo, es una categoría social diferenciada de la niñez y la adultez.
De este modo, en una primera y extensa etapa de la investigación (2001-2007) [3] puse énfasis en el estudio de cuatro aspectos relacionados con la juventud sobre la base del Análisis del Discurso como disciplina transversal:
a. las diversas definiciones del concepto desde distintos campos del conocimiento de las Ciencias Sociales ;
b. la construcción de representaciones sociales relativas a la ubicación social del joven en el discurso de la prensa tucumana a comienzos de este siglo;
c. el estudio de representaciones presentes en el discurso social, y
d. el análisis discursivo y pragmalingüístico del discurso juvenil en el chat como género del Ciberespacio, tanto desde el texto como desde las representaciones de uso.
Posteriormente, he continuado el estudio de otras formas de participación discursiva juvenil, tanto en el Ciberespacio ( a través de nuevos géneros de comunicación online) como en entornos sociopolíticos en los que los sujetos jóvenes configuran sus identidades lingüísticas, discursivas, culturales y sociales. Como mencionaré más adelante, este recorrido me interpeló y llevó a la búsqueda de una herramienta teórica y analítica que me posibilitara hallar regularidades y diferencias en las diferentes prácticas comunicativas juveniles. De allí surge la categoría de ciberdiscurso juvenil.
Por tanto, esta exposición reúne en forma sintética algunas reflexiones y conclusiones que se desarrollaron en este contexto de investigación.
Discurso-juventud-medios de comunicación
La relevancia de este tema y su correspondiente objeto de investigación conforman la tríada discurso – juventud – medios de comunicación, donde el interés se concentra en estudiar el papel del discurso como causa, efecto, medio de expresión y como construcción de representaciones, identidades, valoraciones e imaginarios; todo esto a través de diferentes géneros y discursos en contexto. Su importancia consiste, además, en establecer qué elementos de la ideología social se consolidan en los diferentes materiales de estudio pero, principalmente, reflexionar acerca de la relevancia y significatividad del Análisis del Discurso como disciplina transversal a los estudios de las juventudes en las Ciencias Sociales.
En tal sentido, mostrar su operatividad a la hora de abordar teórica y críticamente dos formas de poner en discurso a los sujetos jóvenes, de acuerdo con la experiencia propia y el crecimiento del interés por el este tipo de abordajes epistemológicos
Tal como ya expresé supra, considero que el discurso no es per se la realidad sino uno de los modos de construirla, entenderla y comunicarla, de acuerdo con el ajuste a ámbitos específicos, los géneros discursivos, los participantes, las intencionalidades, las ideologías, etc.
Los estudios del discurso, desde los sesenta, se ocupan de indagar más o menos sistemáticamente, en las formas, procesos y dimensiones del discurso, al que podemos definir muy abarcativamente como esa práctica social –una forma de acción- de uso lingüístico contextualizado (que tiene como unidades de análisis los datos empíricos recogidos en el entorno natural de producción, siendo el enunciado el principal instrumento (Calsamiglia y Tusón, 1999)
Con respecto a qué abarcan los estudios del discurso – cuestión que es muy amplia y no es el punto central de esta exposición- destaco tres aspectos:
a. Las tres problemáticas epistemológicas presentadas por Charaudeau,
Estas problemáticas se articulan sobre la base de los conceptos de objeto (el objeto de estudio, que es producto de los objetivos y las hipótesis); sujeto ( el lenguaje) y corpus (acto metodológico que concretiza al objeto como objeto de análisis).
Así, define las siguientes problemáticas:
JUVENTUD, DISCURSO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN, gráfico 1
Juventud, discursos y medios de comunicación, gráfico 2

En una entrevista posterior (Londoño Zapata, 2011:57), Charaudeau se refiere a los principales enfoques de los Estudios del Discurso:
Análisis de manifestaciones lingüísticas en relación con hechos discursivos.
– Problemáticas de los géneros discursivos y su relación con los tipos textuales.
– Análisis del contenido de los textos y su significado ideológico.
– Estudio de la relación entre fenómenos discursivos y las situaciones sociales de comunicación.
Tomando en cuenta ambas formulaciones del autor, el estudio sobre juventud que me ocupa se articula sobre las problemáticas comunicacional y representacional. El objeto es heterogéneo, empírico y sujeto a las condiciones situacionales de producción de lenguaje (el discurso periodístico, la interacción en los nuevos medios de comunicación, etc.). La orientación del objeto es contextual y el abordaje es tanto descriptivo como interpretativo de las representaciones sociales, creencias e ideologías en torno al ser joven en cortes diacrónicos y sincrónicos de los discursos.
En cuanto al sujeto, su actividad discursiva se rige por estrategias derivadas de los géneros en los que se producen los discursos, y también ajustadas a los modos de ser juveniles. Asimismo, se trata de indagar en la interacción con los otros (chat, fotolog) y en la expresión de la subjetividad en estudios de caso,como el blog.
El corpus se conforma con materiales diversos que representan tanto las instituciones sociales como los discursos cotidianos, a través de géneros con mayor o menor tradición discursiva.
b. Los principios del ADD (Van Dijk:2000)
Por otra parte, sabemos que un estudio discursivo de los fenómenos sociales debe considerar la interdisciplinairedad. Para que esta tarea sea objetiva y académica, son operativos los principios que organiza Van Dijk en torno al campo de Análisis del Discurso:
JUVENTUD, DISCURSO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN, gráfico 3

c. Las ideas básicas de la definición de discurso
Estas fueron reunidas por Charaudeau /Maingueneau en su Diccionario de Análisis del Discurso (2005), de acuerdo con la influencia pragmática en la visión del lenguaje. Tal como se aprecia, estas ideas se pueden integrar con los principios propuestos por V. Dijk. :
1. Tener una organización transoracional, de acuerdo con las reglas de una comunidad y el género
2. Estar orientado, en cuanto se desarrolla en el tiempo y por la importancia del locutor en el guiado del discurso.
3. Ser una forma de acción
4. Ser interactivo, lo que supone que el otro siempre está implicado y por ello se distingue de la mera interacción.
5. Estar contextualizado, en cuanto existe dent5ro de un contexto pero también puede modificarlo.
6. Estar tomado a cargo, y esto en relación con la subjetividad del lenguaje.
7. Estar regido por normas, tanto las sociales como las específicas del género.
8. Estar captado en un interdiscurso, es decir, la relación con otros discursos, la intertextualidad, etc.
Por otra parte, para poder establecer relaciones sistemáticas entre los enunciados y sus contextos socioculturales, entre los usuarios y los discursos sociales o entre las estrategias de uso y los géneros, necesariamente hubo que poner en diálogo a diversas disciplinas de las Ciencias Sociales: la historia (para comprender los significados y definiciones del concepto juventud a lo largo del tiempo); la psicología (para abordar los aspectos cognitivos de las representaciones sobre juventud); la sociología (para interpretar las subjetividades juveniles dentro de determinados campos), la antropología (para analizar la juventud desde los lugares sociales y sus coordenadas témporoespaciales), la etnografía y ciberespacio (para comprender las prácticas juveniles en entornos socialmente practicados, donde las tecnologías dejan de ser meras herramientas para convertirse en entornos sociales significativos); la pragmática (perspectiva desde la que se comprende el discurso como acción, lo que permite su estudio a la luz de los contextos lingüísticos específicos, específicamente en el estudio del registro coloquial oral y competencia comunicativa en el ciberespacio) y la sociolingüística (para interpretar las variedades de uso de la lengua, la adecuación lingüística y la configuración de comunidades de habla, lengua, discurso, etc.) y la semántica (para estudiar las relaciones entre macro y microestructuras en el discurso periodístico).
Resultados:
La representación discursiva de los sujetos jóvenes en los discursos de la prensa escrita
A lo largo de los últimos años me he interesado por las diferentes configuraciones discursivas en las que se ubicó a los jóvenes, especialmente en Tucumán, de acuerdo con prototipos o categorías de representación social y en los primeros años del siglo XXI. Así pude advertir que, en la generalidad de los discursos sociales (trabajados mediante encuestas y en textos de la prensa escrita) no se imagina ni representa a los jóvenes como actores sociales. Esto es, como grupos, organizaciones o instituciones que interactúan en la sociedad y que, por iniciativa propia, lanzan acciones y propuestas que tienen incidencia social.
Esto no significa, por cierto, que dichos grupos no hayan existido, sino que los discursos sociales, en general –y el periodístico en especial-, no han dado cuenta de su presencia de forma significativa como sí lo han hecho en relación con otras prácticas juveniles que han ubicado a los jóvenes en el lugar social de la perdición, la abulia, el desencanto o la desorientación. Jóvenes sin futuro o bien prefigurando un futuro indeseable en un presente crítico.
Con respecto a la construcción discursiva de los jóvenes en la prensa escrita local, las estructuras y procesos del discurso se estudian además, como una forma de acción social mediada por la palabra. Esto implica que el enunciado periodístico establece un diálogo con otros –anteriores o posibles réplicas posteriores- y que en el caso de la noticia esto forma parte esencial de su naturaleza, o sea, de su género.
Retomo, entonces, las líneas que mencioné supra y que se vinculan en la intersección de los puntos propuestos por Van Dijk, y Charaudeau/Maingueneau que considero pertinentes para la aproximación discursiva a la cuestión juvenil:
– En primer lugar, me interesa el tratamiento del tema “juventud” en los géneros de la prensa escrita ya que se puede abordar el funcionamiento ideológico y lingüístico del discurso como práctica social de los integrantes de un grupo. O bien, los posicionamientos grupales e identitarios que se representan en el discurso periodístico, ya que no podemos suponer que hay una única voz en un periódico pero sí que las distintas voces son alineadas detrás de la ideología del diario.
– Esto va estrechamente vinculado con el estudio más sistematizado de la forma en que los hablantes se imaginan como miembros de determinados grupos sociales y desde allí elaboran sus juicos respecto de la juventud.
– Para ello, es necesario detenerse en los sentidos y funciones que adquiere el discurso en relación con los jóvenes en los géneros periodísticos en cuestión, que responden a representaciones sociales difundidas y dominantes y que reproducen el conocimiento de sentido común latente en la sociedad tucumana al referirse a este grupo social.
En este sentido podemos decir que el discurso es mucho menos que la representación social, de acuerdo con lo postulado con V Dijk (2003:35-36). Esto quiere decir que los modelos mentales de las personas contienen mucha más información que los discursos porque se trata de información compartida en el common ground. Las personas sólo expresan una selección de esa información al construir sus discursos y ésa es la información que reproducen los medios masivos.
– Además, sabemos que el discurso, desde un punto de vista pragmático, es acción. Es decir, al emitir nuestros enunciados, estamos modificando o intentando modificar un estado de cosas. En el caso del discurso sobre los jóvenes, ese “estado de cosas” reviste algunas regularidades semánticas y simbólicas que no siempre son modificadas en lo más profundo del discurso pero sí queda claro que los enunciados donde se hace referencia a los jóvenes o a la juventud como una idea intentan modificar algo en la cognición del otro. Un claro ejemplo es el discurso en los comentarios de lectores y en las cartas de lectores de nuestro corpus que tienen una fuerte impronta persuasiva y polémica.
El discurso está captado en un interdiscurso: este rasgo es muy relevante en los materiales seleccionados. Por una parte, el interdiscurso mayor con el que dialogan los textos del corpus es el diario y su correspondiente línea ideológica. Pero también interpretamos el sentido dialógico de interdiscurso en relación con el hecho que hay temas que surgen de un tópico determinado y llevan a discusiones donde se incorpora un nuevo tema relacionado con otros discursos sociales. Es el caso de cuestiones como la discusión sobre la despenalización de la marihuana. En rigor, es un tópico que involucra a todos los sectores de la sociedad independientemente de la edad de los sujetos distribuidores y de los consumidores. Sin embargo, la problemática se relaciona indefectiblemente con los jóvenes en una asociación directa que desencadena una serie de expresiones discursivas acerca de lo que son, lo que deberían ser y lo que eran los jóvenes y la juventud en otras épocas. Es decir, un discurso más propio del ámbito jurídico o legislativo entra en diálogo con el discurso social que manifiesta creencias sociales de índole filosófica, moral, generacional, etc.
Para llegar a mis objetivos tomé, entre otros, los conceptos operativos de representación social y creencia (Raiter, 2002, 2003; Van Dijk, 2003) [4] que se conciben como parte de la memoria social. Son modalidades de conocimiento basadas en las imágenes que tienen los hablantes acerca de cosas, eventos, acciones y procesos que perciben. Las representaciones sociales son aquellos modelos mentales permanentes compartidos con los demás y representados en la memoria social
Por su parte las creencias, tal como sostiene Van Dijk, pueden ser individuales o sociales. Si se sostienen en la memoria episódica personal, no contribuyen a la formación de ideología, como sí lo hacen las creencias socioculturales que son compartidas con otras personas y grupos.
En cuanto a los resultados obtenidos en relación con el estudio del corpus periodístico entre los años 2001-2004, recojo las siguientes apreciaciones:
– El discurso tematiza a los jóvenes colocándolos en un lugar social donde distinguimos dos grandes subcategorías ubicadas en polos discursivos opuestos: el cambio o la participación como sujetos activos, por una parte y por otra, la exclusión del sistema o bien los jóvenes como problema social. Entre ambas, reconocí dos formas: la construcción de la condición juvenil como futuro y su representación como sujetos desencantados o pasivos.
– En segundo orden, los jóvenes tucumanos son imaginados como sujetos que atraviesan una edad social diferenciada de la adultez y de la niñez, a través de aspectos identitarios y de evolución biopsicológica.
– Luego se caracteriza a la juventud como producto histórico-social, clasificación que obedece a un discurso de valoración negativa de los que podríamos llamar “hijos de la crisis” (en referencia a las consecuencias de los sucesos de diciembre de 2001).
– Finalmente, la representación de la juventud como estado de vida, a diferencia de la categoría anterior, remite a un discurso de evaluación positiva acerca de este particular estado espiritual y que supera los límites cronológicos.
Juventud, ideología y discurso: estudio de un caso
Sin embargo, en estos últimos años han surgido, espontánea o programadamente, formas juveniles de participación, lo que muestra, tal como sostiene Núñez (2011): “[…]una diversidad de actores presentes, un amplio abanico de condiciones socioeconómicas y etarias e, incluso, modos diferentes de analizar la actual coyuntura política”.
Esto ha vuelto “visibles” a los jóvenes, entendiendo esta idea en el sentido de que hay una voluntad de ser vistos por los otros a través de determinadas temáticas y sobre la base de discursos más o menos específicos.
Me dediqué, por tanto al estudio de una formación juvenil surgida en 2008, y con vistas al Bicentenario de la Revolución de Mayo, denominada “Juventud que se Mueve”, organización con gran presencia en los medios de comunicación, que se autodefine como un grupo apartidario, independiente y autogestionado que busca cambiar el estado actual del país desde las acciones cotidianas y concretas de cada uno de los argentinos.
En el discurso de JQM se plasma la voluntad de proponerse como opción superadora del discurso social establecido desde el cual los jóvenes son representados negativamente.
En este caso, confronté las categorías propuestas en mi investigación de tesis doctoral (2001-2998) en relación con las representaciones sociales de la juventud como edad social, lugar social, etapa de la vida para avanzar en el análisis de las formas en que se concibe, se conceptualiza y se representa a los jóvenes y sus lugares sociales a través del discurso.
El Análisis del Discurso y el Análisis Crítico del Discurso como herramientas operativas de análisis de los discursos sociales desde una perspectiva cognitiva y lingüística me permitieron analizar estrategias discursivas que dan forma y legitimidad a los mecanismos ideológicos, construyendo un Nosotros discursivo particular.
El concepto de discurso resulta operativo ya que incluye no sólo las prácticas lingüísticas de la escritura sino también las orales y visuales (publicidades, fotografías y videos) y los aspectos ideológicos.
Consideré para el análisis dos polos de la instancia discursiva: por una parte, los jóvenes como sujetos protagonistas y el discurso que da identidad a sus prácticas y líneas de acción. Por otra parte, la respuesta social materializada en las prácticas discursivas online (comentarios de lectores).
Con respecto a la construcción discursiva juvenil en el Ciberespacio:
Otro campo de estudio de las construcciones discursivas de la juventud a comienzos del siglo XXI fue el chat. Esta indagación comenzó en el año 2001, por tanto los resultados tienen relación con el uso en esos primeros años. Sin embargo, las regularidades discursivas se pueden extender hasta la actualidad.
Estudiar el lenguaje en este contexto implicó, por tanto, entender que su práctica adquiere una nueva funcionalidad, que no debería abordarse en forma dicotómica (virtual / real) sino en relación con la formación de espacios discursivos emergentes y alternativos, que paulatinamente se vuelven más convencionales.
De este modo tuve en cuenta aspectos estructurales, discursivos y pragmáticos de su realización entre jóvenes tucumanos, considerando los conceptos operativos de Ciberespacio, conversación online, cibercomunidad y competencia comunicativa (Mayans i Planells, 2002; Echeverría, 1999; de Certau, 1988; Yus, 2001; Silva, 2005; Gumperz y Hymes: 1972; Pilleux, 2001) ) y desde la perspectiva de sus usuarios, atendiendo a las representaciones acerca del uso privado y generacional de la conversación online.
A modo de síntesis, retomo algunas conclusiones generales desarrolladas en trabajos anteriores (Palazzo 2005, 2006, 2010):
– Los jóvenes que usan el chat como medio de comunicación pertenecen a las comunidades lingüística, discursiva y cibercomunidad por estar integrados simbólicamente en su función de comunicar y por codificar su discurso en el contexto de un género con soporte digital. Comprobé, a través del estudio sincrónico y empírico, que el valor simbólico del uso del chat tiene que ver con cuestiones de identidad generacional, de transgresión de las normas y de diferenciación del mundo adulto, sobre la base de una necesidad de comunicación y sociabilización – Esta práctica discursiva no está separada de otras formas de comunicación lingüística fuera de Internet, pero adquiere visos diferentes que refuerzan la construcción del discurso juvenil en el contexto de lo que Urresti (2008) denomina ciberculturas juveniles.
– El chat pone en juego la competencia comunicativa distintas dimensiones del lenguaje (lingüística, sociolingüística, estratégica y pragmática). Esto permite que los hablantes se adecuen a los distintos elementos situacionales: participantes, género, normas de interacción y discurso Los jóvenes son los primeros en autorregular la lengua a las necesidades interaccionales del chat. Entre ellos la sensación de libertad de expresión se potencia y llega a constituir un código endogrupal, muchas veces restringido para los no iniciados; altamente ostensivo y también críptico, en el marco de una relación simétrica que los diferencia de los otros en términos generacionales a la vez que los identifica, desde el discurso, con sus pares.
– La antinormatividad prevalece ya que el interés está en el decir y decirlo ya y no en el cómo lingüísticamente correcto, en una situación de vivencia inmediata y también efímera. Esto no excluye la existencia de reglas de interacción.
– Además, la conversación online se presenta como un género permeable para la expresión de formas diversas y creativas del lenguaje; de transgresiones, rupturas, cambios y exploraciones en las posibilidades comunicativas orales, escritas y visuales.
Desde el punto de vista pragmático, entonces, comprobé que el comportamiento discursivo se ajusta a las normas de uso y autorregulación.
Finalmente, con el fin de conocer qué representaciones existen sobre el uso del chat, el análisis de caso ampliado de encuestas me posibilitó contrastar los aspectos observados en las ciberconversaciones analizadas con el discurso acerca de la experiencia de uso de este género.
Otros espacios de análisis del discurso juvenil en el ciberespacio son el fotolog y los blogs de jóvenes, que me han permitido poner en funcionamiento el concepto de ciberdiscurso juvenil (Palazzo: 2009)

El ciberdiscurso juvenil como propuesta de análisis
A raíz de la investigación sobre la ciberconversación entre jóvenes, mis objetivos se orientaron a continuar con la búsqueda de significaciones sociodiscursivas en otros espacios y géneros visitados por jóvenes, siempre tomando como base teórica y metodológica el Análisis del Discurso en diálogo disciplinar con otras disciplinas. Es decir, entendiendo al objeto y sujeto de la problemática de base discursiva desde la perspectiva interpretativa y comunicacional, en función de un contexto de la tecnocultura, las ciberculturas juveniles y los nuevos medios.
El desarrollo de este tópico se concreta mediante la indagación en las regularidades discursivo-ideológicas que intervienen en la construcción de la comunicación de jóvenes tucumanos en diferentes géneros.
Desde un punto de partida antropológico, se considera que los jóvenes, en términos generales y especialmente los adolescentes, construyen sus saberes y relaciones a través de una “experiencia profana”, al decir de Martín Barbero, sobre la base de una sensación de existencia presente, actual. Por tanto, las referencias discursivas a su condición de seres sociales tienen que ver con lo inmediato, lo presente y lo experimentado. La praxis lingüística revela ese modo de ser, al menos en los géneros discursivos digitales. Así, la desfachatez, la antinormatividad, las formas de tratamiento, las temáticas y los símbolos son el discurso del presente, de una edad social que se recorta de otras edades sociales como la niñez y la adultez.
Asimismo, en un sentido sociocultural e ideológico, el CDJ es una forma de identificación juvenil con los pares a la vez que una representación de autonomía del mundo adulto (sus prácticas e ideologías). Un acercamiento antropológico nos permite considerar al CDJ como la herramienta de transmisión y construcción de la temporalidad presente que experimentan los jóvenes en la actualidad. Desde esta perspectiva los nuevos lenguajes juveniles forman parte de subculturas caracterizadas, entre otros rasgos, por pertenecer a entornos [5] generalmente urbanos, ostentar argots particulares y compartir prácticas interactivas y comunicativas endogrupales.
Su estética forma parte de lo que los autores llaman estética de la parodia: la cultura juvenil se parodia a sí misma en relación con la cultura institucional dominante. Es a la vez burla y servidumbre. En este movimiento encuentra un lenguaje para metacomunicar. A partir de estos elementos teóricos de base, se puede concluir suscintamente que (Palazzo: 2010b)
1. El CDJ forma parte de las prácticas culturales y, dentro de estas, las discursivas, propias de la TIC en el contexto del ciberespacio en cuanto espacio social practicado.
2. Los jóvenes usuarios o prosumidores aparecen como nuevos actores sociales situados en la cultura de la experimentación, la subjetividad y la inmediatez.
3. El CDJ se construye a través de formas socialmente acanónicas, antinormativas, pero adecuadas y reguladas por el género y la situación de comunicación.
4. Las imágenes de afiliación y autonomía se construyen a través de un lenguaje significativo y simbólico que, si bien responde a los modos de decir juveniles en espacios orales, se reafirma en la escritura y la imagen ciberespaciales.
5. Entre las regularidades discursivas generales se encuentran: la adecuación lingüística, la competencia comunicativa (en especial, la pragmática y tecnológica), el registro coloquial (la variedad coloquial escrita), la nueva oralidad, la construcción de la imagen, los participantes y las temáticas. El discurso es acción.
Los resultados obtenidos deben considerarse a la luz de una selección que necesariamente es acotada y parcial, pero que me ha permitido confrontar hipótesis de investigación, contrastar teorías y posiciones epistemológicas, poner en diálogo disciplinas diversas pero, sobre todo, ingresar en el terreno de las prácticas discursivas en torno a la juventud con herramientas válidas para su mejor comprensión.
Las temáticas abordadas forman parte de las preocupaciones cotidianas de la sociedad, no sólo argentina sino global. Por ello, al partir de preguntas de investigación, se van convirtiendo en respuestas, discusiones, o tomas de posición en diferentes ámbitos del quehacer social. La juventud –en términos generales- se ha vuelto más visible para los medios y las instituciones, por eso es fundamental comprender y analizar desde dónde se mira a los jóvenes, quiénes hablan de ellos o por ellos y, cuando toman la palabra, desde qué lugar social lo hacen y en función de qué ideologías, subjetividades y prácticas.
Por cierto que los estudios del discurso pueden resultar muchas veces insuficientes para comprender determinados fenómenos que requieren de otras metodologías de campo. O, visto de otra manera, el análisis del discurso puede adecuarse a estudios de corte antropológico o sociológico ya que nos permite conocer al sujeto desde la posición en que habla. Entender la subjetividad tanto como las formas en que los sujetos se apoderan de –y son apoderados por- las estructuras sociales, las incorporan y las ponen en juego, haciendo posibles los diversos procesos de reproducción del orden social (Urresti:2008) pero también como la puesta en marcha de los dispositivos lingüísticos que se anclan contextualmente.
Por otra parte, las categorías desarrolladas en mi investigación están sujetas a modificaciones y son, como toda categoría, un constructo, una manera de reunir ciertas regularidades para clasificar y describir con mayor precisión al objeto de estudio.

Consideraciones finales
La enumeración de las conclusiones relacionadas con cada sería muy extensa por lo que me referiré a algunos aspectos del Análisis del Discurso que, desde mi perspectiva, dan coherencia a los postulados, estudio y resultados de mi investigación:
a. Permeabilidad: Los estudios del discurso permiten el acceso a los materiales lingüísticos y no lingüísticos, orales y escritos, en contextos reales de producción, lo que otorga mayor autenticidad y valor empírico a las investigaciones.
b. Interdisciplinariedad: el hecho de tomar como punto central a los enunciados en su contexto no limita el campo de análisis, sino, por el contario, lo abre a la multiplicidad de abordajes provenientes de otras disciplinas, lo que es, en definitiva, la naturaleza de esta heterogénea rama del conocimiento humano.
c. Indagación en las estructuras de pensamiento e ideologías: aspecto altamente significativo que ubica a los materiales de estudio en el marco de las cogniciones individuales y sociales, alejándolos de la perspectiva inmanentista.
d. Historicidad: el camino recorrido hasta el momento me ha demostrado que el análisis del discurso aplicado a fenómenos socialmente significativos tiene valor en sentido sincrónico ( entender el comportamiento de los sujetos en contextos actuales) como diacrónico, e incluso filológico. Permite sacar a la luz los cambios, motivaciones y efectos concretos de los usos de la lengua en un momento de la historia, que adquirirá mayor importancia en la perspectiva del paso del tiempo y en contraste con otras formas del decir, en otros ámbitos y campos de práctica.
e. Finalmente, dentro del ámbito de los estudios de juventud, el Análisis del Discurso es operativo para comprender los procesos lingüísticos sobre y de los jóvenes como parte del discurso social, definido por Angenot (2010:20) como todo aquello que se dice y se escribe en un estado de la sociedad, todo aquello que se imprime, todo lo que se habla y se representa hoy en los medios electrónicos.
En suma, se trata de ubicar a los jóvenes, sus usos, prácticas y problemáticas, en igualdad de condiciones respecto de otros temas de investigación y aprovechar las posibilidades teóricas y metodológicas que nos ofrecen las diferentes perspectivas que conforman el Análisis del Discurso.

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Yus, F. (2001): Ciberpragmática. El uso del lenguaje en Internet. Barcelona: Ariel.
Notas
– [1] Presento aquí una versión del trabajo publicado como Palazzo, M.G. (2012): “Relevancia del análisis del discurso para los estudios sobre juventud. Algunas reflexiones”, Actas del “IV Simposio Internacional de Investigación: La investigación en la Universidad. Experiencias innovadoras en investigación aplicada”, Santiago del Estero: UCSE- DASS, pp.633-644.
[2] Empleo el concepto subjetividad atendiendo a dos aspectos complementarios que intersectan lo sociológico con lo pragmático: por una parte, a la “dimensión de los fenómenos sociales que se relaciona con las formas en que los sujetos se apoderan de –y son apoderados por- las estructuras sociales, las incorporan y las ponen en juego, haciendo posibles los diversos procesos de reproducción del orden social” (M. Urresti, 2008:39). Pero además, es esa capacidad del locutor para presentarse como “sujeto” en la acción discursiva y a través de determinadas formas del anclaje lingüístico, tales como los subjetivemas, los deícticos y los modalizadores (E. Benveniste: 1966; C. Kerbrat- Orecchini:1980)
[3] Los resultados correspondientes a este periodo están reunidos en Palazzo (2010): La juventud en el discurso: representaciones sociales, prensa y chat. Colección Tesis, Tucumán: Facultad de Filosofía y Letras, UNT.
[4] La construcción de las representaciones sociales a través de las creencias se produce mediante un proceso que según Raiter (op.cit.) consiste en un movimiento de recepción-estimulación /actuación / interpretación / construcción.
[5] Considero entorno no sólo a todo lo relacionado con un territorio geográfico particular (espacialidad, prácticas, variedades lingüísticas). Además, el entorno ciberespacial donde se reproducen discursiva y simbólicamente esos aspectos, lo que resulta en una forma nueva, renovada o mixturada de comunicación.

Fuente: Sujetos, miradas, prácticas y discursos. Segundo Encuentro sobre Juventud, Medios e
Industrias Culturales
coordinado por María Gabriela Palazzo y Pedro Arturo Gómez. – 1a ed. – Tucumán : Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Inst. de Investigaciones Lingüísticas y Literarias. , 2013. E-Book.