La asociación para la psicología y la psiquiatría infantil como fenómeno grupal 1967 contin.1

La asociación para la psicología y la psiquiatría infantil como fenómeno grupal 1967 contin.1

Atención institucional de niños
Conviene que nos refiramos aquí a la atención institucional. Quienes trabajan en este campo cargan
con una gran responsabilidad durante las 24 horas del día. Si no se involucran personalmente, no
pasa nada, y si su trabajo es bueno lo que pasa suele ser fastidioso y a menudo infernal.
Es natural que el personal de la institución tienda a sospechar de aquellos que hacen visitas
esporádicas y se creen a cargo del caso. Es como el problema de los oficinistas y los jornaleros que
usaban un pañuelo rojo con círculos blancos. La cuestión es que las personas muy involucradas
necesitan, entre ellas y la provisión social, intermediarios que estén menos involucrados y tengan
tiempo para reflexionar.
Cumplir con la autoselección y al mismo tiempo atraer individuos que quieran trabajar en
instituciones constituye un verdadero problema. Sin lugar a dudas, la respuesta consiste en ofrecer
al personal de estas instituciones, que en rigor son asistentes sociales, una capacitación mejor y de
tipo universal. Algunos, después de recibirla, tal vez se autoseleccionen para otra categoría de
trabajo, que no les exija saber lavar, cocinar y sentirse culpables cuando un niño decide huir.
Aquí y ahora, lo importante de todo esto es que el niño que ve alterada su vida hogareña necesita al
trabajador institucional y también al puericultor o algún otro relativamente desapegado pero que
pueda estar más próximo a la provisión social. No necesita que entre ellos se entiendan o
simpaticen. Bastará con una sutil cooperación.
En el nivel profundo del vivir psicosomático hay divisiones naturales entre las personas, y la
cooperación se torna eficaz cuando entran en juego sutiles procesos de pensamiento y se genera
un estado artificial de cosas por el cual la gente se encuentra en los recreos a tomar café y a
comunicarse sobre otros temas para los cuales tienen un lenguaje común.
Cuanto más cercano al niño se encuentre un asistente, más difícil le será debatir la teoría sin
sentirse avasallado por una impresión de irrealidad. A quien quiere saber qué se puede hacer en el
presente ante un problema de manejo, la teoría le parece fútil. Me pasa esto en mi práctica privada
cuando viene una madre a la consulta y comprueba que lo que necesita es que yo vea a su hijo o
hijos, que vea los resultados de su labor maternal; discutir con ella la teoría del bebé o del cuidado
del niño la deja indiferente, y eso me alegra.
Asistentes sociales psiquiátricos
Los asistentes sociales psiquiátricos, como todos los asistentes sociales, son seleccionados
mediante un procedimiento cuidadoso. Siempre se distinguieron por haber sido instruidos en la
teoría del desarrollo emocional del niño, individualmente y en relación con la familia y la sociedad.
Los asistentes sociales psiquiátricos siempre fueron personas involucradas dinámicamente.
Desde mediados de la década del treinta en Gran Bretaña (y antes aun en Estados Unidos), el
asistente social psiquiátrico fue el que cargó con el fardo de la psiquiatría tanto de adultos como de
niños, por ejemplo en las Clínicas de Orientación Infantil. De hecho, tiene que haber cumplido un
papel destacado en el lento pero indubitable cambio que ha tenido lugar en este país en lo que
respecta a admitir que el enfermo mental tiene la misma naturaleza que las personas a las que se
supone mentalmente sanas.
Se diría que la autoselección del asistente social psiquiátrico se da por contemplar la enfermedad
mental, así como lo hace el médico con la enfermedad física, como una distorsión del crecimiento o
un ejemplo de una deficiencia o persecución ambiental. Podría postularse que tiene la capacidad de
identificarse con el enfermo mental, de ponerse en los zapatos de un demente y caminar con el
sombrero de un loco, por supuesto sin perder por ello la cordura. Para este tipo de tarea se precisa
por cierto una cierta madurez personal, y la falta de tendencias, inclinaciones y filiaciones.
Dentro del amplio grupo de los asistentes sociales hay muchos otros, como los que son atraídos por
el trabajo geriátrico, los que reparten comidas a domicilio, los que ayudan a los sordos a usar sus
audífonos, los que administran las cajas de jubilaciones o los servicios asistenciales nacionales.
Podría añadirse a los consejeros escolares, los que se dedican a la orientación para parejas, los
que coordinan grupos de juegos, los que operan las clínicas de puertas abiertas para agorafóbicos,
alcohólicos y suicidas anónimos… La lista completa constituiría la historia de nuestra época.
Psicoterapia
He dejado para el final el subgrupo al que pertenezco: la psicoterapia. Soy un psicoanalista formado
en la escuela Freudiana, pero lo que digo es válido para todos los psicoterapeutas. En el caso de
esta tarea, la autoselección representa sólo un primer paso. La selección es sumamente difícil, pues
cada estudiante debe analizarse durante su formación. La autoselección prosigue durante toda la
formación, y así es que muchos cambian de opinión y vuelven a la psiquiatría, a la enseñanza o se
dedican a la jardinería.
Los psicoterapeutas deben apoyarse en una teoría, y reparamos en que ésta deriva del enorme
aporte de Freud y de quienes lo siguieron o reaccionaron contra ciertos elementos de su teoría.
Debe mencionarse a Jung, pues gran parte de lo que hizo Jung es de él y no un desarrollo a partir
de Freud o una reacción contra éste.
Entre las tareas del analista se halla la de comprender la motivación inconsciente y (se diría) tolerar
los conflictos irresueltos de las relaciones interpersonales.
Alguien dijo: "La guerra de Vietnam durará otros cien años". A mi parecer, esto es buena psicología.
Quien lo dijo podría ser asistente social o psicoterapeuta. La gente se cansa, y la guerra se
desplaza de una zona del planeta a otra. Otro dijo: "Sólo nos contentaremos con el triunfo". Esto es
mala psicología, porque implica la intolerancia frente al conflicto que hoy existe, y el resultado
inevitable del triunfo (en términos del inconsciente) es la derrota.
Sin esta espina dorsal de la psicoterapia, edificada en los últimos setenta años, el psicoterapeuta no
puede hacer nada. El analista tiene una gran responsabilidad en la enseñanza y el desarrollo de la
teoría de acuerdo con lo que los pacientes están tratando de enseñarnos todo el tiempo,
fortaleciendo así el amplio ámbito del trabajo con niños, de cualquier clase que sea.
La función de la ACPP
La ACPP es esencialmente un grupo heterogéneo o, dicho de otro modo, una bolsa de gatos.
"Qué faites-vous dares cene galére?" [¿Qué haces tú en este infierno?], le susurra un supervisor de
casos en período probatorio a un colega, mientras un maestro describe cómo está distribuido el
personal de una escuela secundaria general.
No estoy diciendo que debemos salir corriendo en busca de la unidad. Si se analiza y desmenuza
esta tendencia ecuménica, tal vez revele un temor a la confusión, la inarmonía, la desunión, la
desintegración. Nada fundado en el temor puede satisfacernos.
La unidad cuya existencia depende de la huida ante la desunión contiene en sí misma las semillas
de su propia disolución. No creo que podamos hablar de la unidad de la ACPP sino sobre la base
del pleno reconocimiento de los antagonismos y sospechas mutuas entre sus subgrupos. Como ya
me tomé el trabajo de examinarlos y de puntualizar el camino para muchos otros que no se ponen
inmediatamente de manifiesto, me siento calificado para buscar algo que justifique nuestra
existencia.
Cuando trato de enunciarlo, vuelvo al hecho de que la colectividad de los niños -los sanos y los
enfermos, los mentalmente deficientes y los inteligentes, los que están bien atendidos y los
descuidados, los infantiles o los que casi han llegado a la madurez-, los niños en su conjunto,
pueden necesitarnos. Para hacer frente a esta necesidad, debemos permitirnos abandonar el área
de nuestra especialidad, donde cada uno de nosotros se siente real, y operar con sutileza, tolerando
el sentimiento de artificialidad que esto nos genera.
Sería útil poder vincular cada servicio a alguna posición en el plan de desarrollo del individuo dentro
de la provisión ambiental.
El maestro (como ya he sugerido) actúa como sustituto de los padres, que han echado los cimientos
en los años previos al inicio de la escuela.
El interés del asistente social por el niño parte del punto en que la provisión ambiental no es
suficientemente buena, de modo tal que se detiene el proceso de desarrollo emocional del individuo
o se organizan defensas que distorsionan su personalidad o carácter. Los asistentes sociales están
organizados para aportar la provisión social a fin de rescatar al niño.
El supervisor de casos en período probatorio se inserta en relación con la parte que cumple el padre
al introducirse con su rol masculino en la relación madre-bebé, o fallar en ese rol. Aquí debe haber
por lo común un elemento punitivo, al menos bajo la forma de un trasfondo de aparato legal.
El psicoterapeuta se ve impulsado por una identificación con el individuo que, de algún modo, está
siendo distorsionado, o al que le cuesta demasiado su propia naturaleza humana. Hay un nexo con
la angustia del niño.
El trabajador institucional se conecta con las etapas tempranas y tardías de provisión familiar que
fallaron en su funcionamiento.
El psicólogo no puede ser descrito en estos mismos términos, pues ningún niño acude naturalmente
a un psicólogo. La necesidad de psicología proviene del psicólogo que no es por definición una
persona servicial.
Un niño normal pretende contar con sus propios padres, su familia y las extensiones de ésta, en
círculos cada vez más amplios, que llegan hasta el estado benefactor.
¿Soy el único que siente la artificialidad de todo esto? Creo que al evaluar el uso recíproco que
podemos hacer unos de otros, dado que somos tan distintos, podemos apelar a los psicólogos,
quienes parecen capaces de operar en un mundo de intelecto escindido, donde uno se
desembaraza de los sentimientos e ignora temporariamente el vivir psicosomático. El nuevo
presidente que ustedes tienen es un psicólogo y también el secretario, así que están bien servidos.
Digamos que hay un zoológico, y que en él hay animales que han llegado a la cima de la profesión.
Leones, jirafas, hipopótamos, murciélagos, águilas pescadoras, ratones y grandes mariposas.
Escasamente se conocen entre sí, y no tienen nada en particular que los llevaría a crear un
zoológico. Pero los niños necesitan poder ir al zoológico con sus padres los sábados a la tarde, y
ver finos ejemplares y luego volver a casa y leer algo acerca de ellos. Nuestra justificación podría
radicar simplemente en que la colectividad de los niños precisa justamente este zoológico. Eso
podría bastar, porque estamos conformados de modo individual, y la autoselección o la motivación
inconsciente nos lleva a tareas especiales a las que les somos fieles.
Todos hemos sido niños: tal vez sea esto lo único que nos une. Podría ser suficiente para
permitirnos elaborar en la comisión un programa anual que provea a todos los aspectos de la vida
que podría requerir la colectividad de los niños. Confío en que ésta sabría inventar y utilizar una
Comisión de la ACPP, y tal vez gozaría al ver cómo los diversos grupos se mal interpretan entre sí.
Puedo asegurarles que esto es lo que ocurre. Constantemente nos estamos mal interpretando unos
a otros. Y seguiremos haciéndolo….
El texto finaliza aquí, y es la segunda conferencia (inconclusa)
de Winnicott sobre los psicólogos como grupo.
(1) Estas iniciales corresponden a la IACAPAP actual, la International
Association for Child and Adolescent Psychiatry and Allied Professions,
entidad que representa los intereses de los niños y los adolescentes y
de los profesionales que los atienden.
(2) "Psycho-Somatic Illness in Its Positive and Negative Aspects", International Journal of Psycho-Analysis, vol. 47
(1966), pág. 510. Incluido en Psycho-Analytic Explorations (1989). Trad. cast.: Exploraciones psicoanalíticas, Buenos
Aires, Paidós, 1993.
(3) Incorporada ahora a la asistencia social general.
(4) .
(5) .
(6) .
(7) .
(8) .
(9) .
(10) .
(11) .