LA TÉCNICA DEL ANÁLISIS EN LA PUBERTAD

LA TÉCNICA DEL ANÁLISIS EN LA PUBERTAD
Los análisis típicos de la pubertad difieren en muchos puntos esenciales de los análisis del período de latencia. Los impulsos del niño son más poderosos, la actividad de su fantasía es mayor y su yo tiene otros requerimientos y otra relación con la realidad. Por otra parte hay grandes puntos de similitud con el análisis de niños pequeños debido a que en la pubertad encontramos otra vez un gran dominio de las emociones y del inconsciente y una vida mucho más rica en imaginación. Además, en esta edad las manifestaciones de ansiedad y afecto son mucho más pronunciadas que en el período de latencia y son un tipo de recrudecimiento de las liberaciones de ansiedad tan características en los niños pequeños.
Pero los esfuerzos del adolescente para luchar contra dicha ansiedad y modificarla tarea que ha sido desde largo tiempo una de las principales funciones del yo tienen más éxito que los realizados por los niños de corta edad. En efecto, él ha desarrollado extensamente sus variados intereses y actividades con el objeto de dominar esta ansiedad, de sobrecompensarla y de ocultarla de sí mismo y de los demás. Realiza esto en parte asumiendo la actitud de desafío y de rebeldía característica de la pubertad. Esto significa una gran dificultad técnica en los análisis en la pubertad, pues a menos que nosotros ganemos rápidamente acceso a la ansiedad del paciente y a los afectos que él manifiesta, principalmente en una actitud desafiante y negativa en la transferencia, puede muy bien suceder que el análisis quede interrumpido muy pronto. Analizando muchachos de esta edad he encontrado repetidas veces que ellos esperaban ataques físicos violentos de mi parte durante sus primeras sesiones.
Willy, por ejemplo, de 14 años, no concurrió a su segunda hora de análisis v su madre lo persuadió sólo con gran dificultad de «que diese otra oportunidad». Durante esta tercera hora yo logré demostrarle que él me identificaba con el dentista. Si bien es verdad que aseguró que no tenía miedo al dentista (mi apariencia, en efecto, podía hacérselo recordar), la interpretación del material que presentó fue suficiente para convencerle de que realmente era así. En efecto, el material evidenciaba que no sólo esperaba que le sacara un diente, sino también que cortase todo su cuerpo en pedazos. Disminuyendo su ansiedad en este sentido, se estableció la situación analítica. En verdad, en el curso posterior del análisis sucedió a menudo que se liberaron grandes cantidades de ansiedad, pero su resistencia se mantuvo en esencia dentro de los límites de la situación analítica y la continuidad del análisis fue así asegurada.
En otros casos en los que también observé signos de ansiedad latente, he conseguido reducir de inmediato la transferencia negativa del niño, comenzando las interpretaciones desde la primera hora de análisis. Pero aun en los casos en los que la ansiedad no se reconoce inmediatamente, ésta puede abrirse camino repentinamente si la situación analítica no ha sido aún establecida por medio de la interpretación del material inconsciente. Este material es muy semejante al presentado por los niños de corta edad. Los muchachos púberes y prepúberes ocupan su fantasía con las gentes y las cosas del mismo modo que los pequeños juegan con sus juguetes. Lo que Peter, de 3 años y tres meses, expresó por medio de carritos, trenes y motores, Willy, de 14 años, lo expresó en largos discursos, que duraron meses, sobre la diferencia de construcción entre varias clases de motores, bicicletas, motocicletas, etc. Donde Peter empujaba carritos y comparaba unos con otros, Willy estaba apasionadamente interesado sobre qué coche y qué conductor ganaría una carrera, y mientras Peter pagaba tributo de admiración a la habilidad del hombre de juguete en el manejo del coche y le hacía realizar toda clase de hazañas, Willy, por su parte, no se cansaba de cantar loas a sus ídolos del mundo del deporte.
Las actividades imaginativas del adolescente se adaptan sin embargo más a la realidad y a sus más fuertes intereses del yo, y el contenido de sus fantasías son menos fácilmente reconocibles que en los niños pequeños. Además, las actividades del adolescente son mayores y sus relaciones con la realidad más fuertes, y esto altera aun más el carácter de sus fantasías . La necesidad de dar pruebas de coraje en el mundo real y el deseo de competir con otros sobresalen más. Esta es una de las razones por las cuales el deporte, que ofrece tanta oportunidad para la rivalidad con otros, no menos que para la admiración de brillantes proezas, y que presenta a su vez un medio de vencer la ansiedad, juega en la vida del adolescente y en sus fantasías un papel tan importante.
Estas fantasías, que dan expresión a su rivalidad con el padre por la posesión de la madre y también respecto a su potencia sexual, están acompañadas, como en el niño pequeño, por sentimientos de odio y agresión, y a menudo son seguidas de ansiedad y sentimientos de culpa. Pero los mecanismos peculiares de la pubertad ocultan mejor estos hechos que los mecanismos de los niños pequeños. El muchacho, en la pubertad, toma como modelo héroes, grandes hombres, etc. Puede más fácilmente mantener su identificación con estos objetos, ya que están bastante lejanos de él, pudiendo también hacer una sobrecompensación más estable frente a ellos por los sentimientos negativos unidos a la imagen del padre. Así, dividiendo la imago paterna dirige sus tendencias violentas y destructivas hacia otros objetos. Si, por consiguiente, reunimos su sobrecompensación admirativa hacia algunos objetos y su excesivo odio y desprecio para otros, tales como maestros, parientes, etc., que nosotros descubrimos durante el análisis, podemos abrirnos camino hacía un completo análisis de su complejo de Edipo y sus afectos, tal como en el caso de los niños bastante pequeños.
En algunos casos la represión ha limitado de tal modo la personalidad del adolescente que no deja sino un solo interés definido, digamos por un deporte determinado. Un único interés de esta clase equivale al juego sin variación jugado por un niño pequeño, juego que excluye todos los otros. Resume todas sus fantasías reprimidas y las representa asumiendo el carácter, más que de una sublimación, de un síntoma obsesivo. Monótonos cuentos acerca del fútbol, o del ciclismo, pueden formar durante meses el único tema de conversación en su análisis. Fuera de este contenido representativo, aparentemente tan falto de imaginación, tenemos que dilucidar el verdadero material de sus fantasías reprimidas. Si seguimos una técnica análoga a la de la interpretación de los sueños y del juego, tomando en cuenta los mecanismos de desplazamiento, condensación, representación simbólica, etc., y si descubrimos las conexiones entre los menores signos de ansiedad y su estado afectivo en general, podemos llegar, más allá de esta apariencia de monótonos intereses, a penetrar gradualmente en los más profundos complejos de su mente . Aquí encontramos una analogía con el análisis de cierto tipo extremo del período de latencia. Podemos recordar el caso de Grete, de 7 años, con sus dibujos monótonos, completamente faltos de fantasía, pero que eran, sin embargo, todo lo que yo tenía para seguir el análisis durante meses; o el caso de Egon, que fue de un tipo aun más extremo. Estos niños mostraron en grado extremo una limitación de su fantasía y de los medios de representación, normales en el período de latencia. He llegado a la conclusión de que cuando encontramos una limitación similar de intereses y medios de expresión en la pubertad, estamos trabajando, por un lado, con un período prolongado de latencia; y por otro, cuando hay una limitación extensiva de las actividades de la imaginación (como en las inhibiciones del juego, etc.), en la temprana niñez, con un caso de comienzo prematuro de este período. En ambos casos, sea que la latencia comience muy pronto o termine muy tarde, es señal de perturbaciones graves en el desarrollo del niño, pues tal extensión indebida de este período, está acompañada por un aumento indebido de los fenómenos que normalmente lo acompañan.
Expondré ahora uno o dos ejemplos para ilustrar lo que me parece ser la técnica apropiada para analizar durante la pubertad. En el análisis de Bill, de 15 años, su ininterrumpida cadena de asociaciones acerca de su bicicleta y de las diferentes partes de la misma por ejemplo su temor a dañarla yendo demasiado ligero dio abundante material en lo referente a su complejo de castración y a sus sentimientos de culpa por la masturbación . Gracias a esto resultó claro que experimentaba ansiedad y sentimiento de culpa por sus relaciones con cierto amigo suyo, pero que estos sentimientos no estaban basados en la realidad sino que se remontaban a una relación anterior que él había tenido con un muchacho llamado Tony. Me contó un paseo en bicicleta que había hecho con su amigo y durante el cual habían intercambiado sus bicicletas, sintiendo él temor, sin ninguna razón, de que su bicicleta hubiera sido dañada. Sobre esta base y otras cosas del mismo tipo que me contó, le señalé que su temor parecía relacionarse con actos sexuales que había cometido con su amigo Tony en la niñez. Cuando le di mis razones para pensar así, él estuvo de acuerdo conmigo y recordó algunos detalles acerca de esa relación sexual. Su sentimiento de culpa acerca de ello y el temor consiguiente de haber dañado su pene y su cuerpo eran completamente inconscientes .
En el análisis de Willy, de 14 años, cuya primera fase (de introducción) ha sido ya descripta, pude descubrir, con la ayuda de tópicos similares, la razón de sus fuertes sentimientos de culpa respecto a su hermano menor. Cuando, por ejemplo, Willy hablaba de su máquina a vapor que necesitaba ser reparada, expresaba al mismo tiempo asociaciones acerca de la máquina de su hermano, la cual no volvería nunca a estar bien. Su resistencia en relación con esto y su deseo de que la hora llegara pronto a su fin, resultó ser causada por el temor de que su madre pudiese descubrir las relaciones sexuales que habían existido entre él y su hermano más chico, y que él, en parte, recordaba. Estas relaciones habían dejado tras sí fuertes sentimientos de culpa inconscientes, porque él, como mayor y más fuerte, había, a veces, obligado a su hermano a seguirlo. Desde entonces se había sentido responsable por el desarrollo defectuoso de su hermano, que era gravemente neurótico .
En conexión con ciertas asociaciones acerca de un viaje en vapor que iba a hacer con un amigo, se le ocurrió a Willy que el bote podría hundirse y de pronto sacó su abono de ferrocarril de su bolsillo y me preguntó si yo le podría decir cuándo se vencía. El no sabía, me dijo, qué número se refería al mes y cuál a los días. La fecha de término de su boleto significaba la fecha de su propia muerte, y el viaje con su amigo era la masturbación mutua que él había efectuado tempranamente con su hermano y también con un amigo y que había hecho surgir en él sentimientos de culpa y temor a su muerte. Willy continuó diciendo que había vaciado la linterna a pila con el objeto de no ensuciar la caja en la cual estaba empaquetada. Enseguida me contó que había jugado al fútbol con su hermano, con una pelota de pingpong, dentro de la casa, y dijo que las pelotas de pingpong no eran peligrosas y no era posible herirse la cabeza o romper ventanas con ellas. Aquí recordó un incidente de su primera infancia; en él había recibido un fuerte golpe con una pelota de fútbol, habiendo perdido el conocimiento. No había sufrido ninguna lesión, pero dijo que su nariz y sus dientes podrían haberse lesionado fácilmente. El recuerdo de este incidente probó ser un recuerdo encubridor de sus relaciones con un amigo mayor que lo había seducido. Las pelotas de pingpong representaban el pene comparativamente pequeño e inofensivo de su hermano y la de fútbol, por el contrario, el pene de su amigo mayor. Pero, desde que en las relaciones que él había tenido con su hermano se había identificado con el amigo seductor, aquellas relaciones hicieron surgir en él sentimientos de culpa por el supuesto daño que había hecho a su hermano. El hecho de haber agotado la pila y su temor de ensuciar la caja estaban determinados por su ansiedad por la corrupción y el daño que temía haber producido en su hermano al ponerle el pene en la boca y al forzarlo a realizar fellatio y que él mismo esperaba sufrir por haber realizado este mismo acto con su amigo mayor. Su temor de haber ensuciado o lesionado a su hermano internamente se fundaba en fantasías sádicas acerca de su hermano y condujeron a causas aun más profundas de su ansiedad y culpa, tales como las fantasías de masturbación sádicas dirigidas contra sus padres. Así, partiendo de la confesión de sus relaciones con el hermano, confesión expresada en forma simbólica en sus asociaciones de la máquina de vapor que necesitaba ser reparada, llegamos no sólo a otras experiencias y acontecimientos de su vida, sino también a niveles más profundos de su ansiedad. Querría también llamar la atención sobre la riqueza de formas simbólicas en que el material se fue presentando. Esto es típico de los análisis de la pubertad que, como los de la temprana infancia, exigen una interpretación extensiva de los símbolos empleados.
Trataremos ahora del análisis de niñas en la pubertad. La aparición de la menstruación hace surgir en la niña una fuerte ansiedad. Además de los variados significados que tiene y con los que estamos familiarizados, ésta es, en última instancia, el signo exterior y visible de que el interior de su cuerpo y los niños contenidos allí, han sido completamente destruidos. Por esta razón, el desarrollo de una actitud completamente femenina es tardía y presenta más dificultades que lo que para el muchacho significa establecer su posición masculina. Como un resultado de esto, sus componentes masculinos pueden reforzarse en la pubertad o puede solamente cumplir un desarrollo parcial, principalmente en el aspecto intelectual, permaneciendo, en lo que se refiere a su vida sexual y personalidad, en el período de latencia aun pasada la edad de la pubertad. Analizando el tipo de niña activa, con actitud de rivalidad hacia el sexo masculino, generalmente comenzamos por obtener un material semejante al dado por el muchacho. Muy pronto, sin embargo, se hacen sentir las diferencias entre los complejos de castración masculino y femenino, a medida que descendemos a los niveles más profundos de su mente y nos encontramos con la ansiedad y el sentimiento de culpa que se derivan de los sentimientos de agresión contra su madre y que la han conducido a rechazar el papel femenino, contribuyendo a la formación de su complejo de castración. Descubrimos ahora que es el temor de que su madre haya destruido su cuerpo lo que lleva a adoptar una actitud de rechazo ante la adopción de la posición de mujer y madre. En esta etapa de su análisis, las ideas producidas son similares a las de la niña pequeña. En el segundo tipo de niñas, cuya vida sexual está fuertemente inhibida, el análisis se desarrolla, al principio, con temas tales como los que se presentan en el período de latencia. Cuentos acerca de la escuela, su deseo de agradar a la maestra y dar bien sus lecciones, su interés por los trabajos de costura, etc., ocupan la mayor parte del tiempo. De acuerdo con esto, debemos adoptar métodos apropiados al período de latencia y seguir resolviendo su ansiedad paso a paso para que las actividades imaginativas reprimidas se liberen gradualmente. Una vez logrado esto, en cierto sentido aparecerán más fuertemente los temores y sentimientos de culpa, los cuales, en el primer tipo de niña, la conducían a una identificación con el padre, y en este caso luchaban contra la adopción de un papel femenino y conducían a una inhibición general de su vida sexual. En comparación con la mujer adulta, las niñas en edad púber están expuestas a una ansiedad más fuerte y aguda en su expresión, aun cuando su posición sea predominantemente femenina. En la transferencia, la característica de esta edad es una actitud desafiante y negativa, siendo necesario un establecimiento rápido de la situación analítica. Otra vez el análisis mostrará a menudo que la posición femenina de la niña está falsamente exagerada y arrojada al primer plano con el objeto de esconder y mantener ocultos la ansiedad que surge de su complejo de masculinidad y, aun más profundamente, los temores derivados de su más temprana actitud femenina .
Daré ahora el resumen de un análisis que aunque no es totalmente típico de este período ilustrará mis observaciones generales respecto a la técnica a aplicarse en las niñas prepúberes y púberes y también ayudará a mostrar las dificultades de los tratamientos en esta edad. Ilse, de 12 años, presentaba ciertos rasgos marcadamente esquizoides, y su personalidad, poco desarrollada, no sólo no había alcanzado el nivel intelectual de un niño de 8 años ó 9, sino que ni siquiera poseía los intereses normales de las niñas de esta edad. Era además inhibida en toda actividad imaginativa en un grado asombroso. Nunca había jugado en el verdadero sentido de la palabra y no sentía placer en ninguna ocupación excepto en una especie de dibujo compulsivo sin imaginación y cuyo carácter discutiremos más adelante. Por ejemplo, no le interesaba la compañía de otros ni le gustaba caminar por la calle y mirar las cosas, y tenía aversión al teatro, al cine y a cualquier clase de entretenimiento.
Su principal interés se dirigía a la comida, y los contratiempos en este sentido siempre la llevaban a ataques de rabia y depresión. Era muy celosa de sus hermanos y hermanas, pero no tanto por compartir el cariño de su madre con ellos como por alguna supuesta preferencia referente a lo que su madre daba de comer.
Esta actitud inamistosa hacia su madre y hermanos era paralela a una pobre adaptación social en general. No tenía amigas y aparentemente no tenía deseos de buscarlas o que se pensase bien de ella. Sus relaciones con la madre eran especialmente malas. De tiempo en tiempo tenía violentos ataques de rabia contra la misma, pero a la vez estaba fuertemente fijada en ella. Una larga separación de su medio familiar fue puesta como pupila por 2 años en un colegio no produjo cambio perdurable en su situación.
Cuando Ilse tenía cerca de 11 años y medio, su madre descubrió que tenía relaciones sexuales con su hermano mayor. Este incidente hizo surgir en la madre recuerdos que le hicieron decir que no era la primera vez. El análisis mostró que esta convicción estaba bien fundada y que la relación entre Ilse y su hermano se continuó después de este descubrimiento.
Fue sólo por el urgente deseo de su madre que Ilse vino a ser analizada, impulsada por esa docilidad sin crítica tan por debajo de su edad y que junto con su actitud de odio caracterizaba su fijación en la madre. Al principio conseguí que se acostara. Sus escasas asociaciones se referían a una comparación entre el moblaje de mi cuarto y el de su casa, especialmente el de su propia habitación. Se fue en estado de gran resistencia y no quiso venir al análisis al día siguiente, y sólo con gran dificultad fue persuadida por su madre. En casos de esta naturaleza es necesario establecer rápidamente la situación analítica, pues la familia del niño no podrá ayudarnos en esta situación durante mucho tiempo. Me llamaron la atención los movimientos que Ilse había hecho con los dedos en su primera hora. Constantemente había alisado los pliegues de su traje mientras hacía alguna acotación acerca de mi moblaje y lo comparaba con el de su casa. Así que, durante la segunda hora, al comparar ella una tetera que yo tenía en mi cuarto con una de su casa que era parecida, pero no tan hermosa, comencé a interpretar. Expliqué que su comparación entre objetos significaba en realidad una comparación entre personas; ella me comparaba a mi o a su madre con su propia persona, en desventaja para ella, puesto que se sentía culpable por haberse masturbado y creía que esto le había hecho algún daño corporal. Dije que su continuo acariciar los pliegues del vestido significaba masturbación y un intento de reparar sus genitales . Ella lo negó rotundamente; sin embargo, pude ver el efecto de esta interpretación por el aumento de material que produjo. Además no rehusó volver a la hora siguiente; sin embargo, en vista de su acentuado infantilismo, su dificultad para expresarse con palabras y la aguda ansiedad presente, me pareció necesario cambiar la técnica por la del análisis de juego.
Durante los meses que siguieron, las asociaciones de Ilse consistieron principalmente en dibujos hechos con compás, aparentemente faltos de imaginación, y en los que medir y calcular las partes, jugaba un importante papel.

La técnica del análisis en la pubertad I