Lenguaje y cerebro: conexiones entre neurolingüística y psicolingüística

M. Jesús Paredes Duarte y Carmen Varo Varo
Universidad de Cádiz

El estudio de las relaciones entre lenguaje y cerebro constituye un objeto que
atañe a muchas y diversas disciplinas. Representa, sin duda, uno de los
capítulos más relevantes en el desarrollo histórico de la Psicolingüística y
conforma el núcleo principal de los actuales contenidos de la
Neurolingüística y su estricta implicación en el tratamiento de los
trastornos del lenguaje. Otras muchas perspectivas vienen a crear una
visión polimórfica de estas relaciones entre el lenguaje y el cerebro,
despertando, no sin inconvenientes, pues a veces se solapan aspectos
temáticos en este estudio, una consideración muy completa si tenemos en
cuenta los diferentes puntos de vista.
Una explicación de por qué el ser humano, frente a otros animales, posee
“lenguaje” procede necesariamente del hecho de estar dotado de un cerebro
distinto al de otras especies. Por otra parte, desde la perspectiva inversa,
podríamos especular que el cerebro humano es diferente al de otros
animales como resultado del empleo del lenguaje. Teniendo en cuenta la
complementariedad entre estos enfoques, a la hora de tratar la relación
entre cerebro y lenguaje, nos parece especialmente ineludible la conexión
entre Psicolingüística y Neurolingüística.
El presente trabajo surge de la necesidad docente de delimitar el
objeto de estudio de dos disciplinas cuya conexión principal se halla
en la relación entre lenguaje y cerebro. Este estudio, que atañe a
muchas y diversas materias (1), representa, sin duda, uno de los capítulos
más relevantes en el desarrollo histórico de la Psicolingüística y
conforma el núcleo principal de los actuales contenidos de la
Neurolingüística y su estricta implicación en el tratamiento de los
trastornos del lenguaje.
Una explicación de por qué el ser humano, frente a otros animales,
posee “lenguaje” procede necesariamente del hecho de estar dotado de
un cerebro distinto al de otras especies. Por otra parte, desde la
perspectiva inversa, podríamos especular que el cerebro humano es
diferente al de otros animales como resultado del empleo del lenguaje.

Teniendo en cuenta la complementariedad entre estos enfoques, a la
hora de tratar la relación entre cerebro y lenguaje, nos parece
especialmente ineludible la conexión entre Psicolingüística y
Neurolingüística, conexión tan estrecha que nos va a hacer difícil,
incluso, establecer unos límites metodológicos entre ambas.
Podemos remontarnos al origen de los términos para establecer
una diferenciación de base que nos sirva, al menos aproximadamente,
para perfilar perspectivas de estudio en esta relación lenguaje y
cerebro. Aunque ambos términos no representan, de forma análoga a
otros como Sociolingüística o Etnolingüística, la mera unión entre
Psicología/Neurología y lingüística (2), podemos remitirnos al
significado léxico de sus lexemas primarios y recordar que la
Psicología es definida por el DRAE (2001: 1258) como la “ciencia que
estudia los procesos mentales en personas y animales” y la
Neurología (DRAE 2001: 1070) como el “estudio del sistema nervioso
y sus enfermedades”. De acuerdo con ello, podríamos encargar a la
Psicolingüística de aquellas tareas relacionadas con el cerebro en
cuanto portador de la mente, bajo la perspectiva tradicional del
interaccionismo psicológico alma-cuerpo, y a la Neurolingüística,
cometidos más fisiológicos o anatómicos en el sentido físico del
cerebro y sus conexiones neuronales.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que no sólo el lenguaje
como procedimiento mental es objeto de la Psicolingüística, sino que
esta disciplina posee una trayectoria historiográfica que ha incluido
otros temas de los que difícilmente cederá terreno a la
Neurolingüística, quien también ha dado históricamente, desde las
consideraciones de A. R. Luria, enfoques más neuropsicológicos que
puramente anatómicos o fisiológicos. Las razones aducidas se
encuentran, en nuestra opinión, una vez más, en la historia de las
ciencias médicas que dan lugar a estas disciplinas lingüísticas: la
Psiquiatría, provocadora, más tardíamente, del nacimiento de la
Psicología (Caparrós 1980: 12-18), y la Neurología. Los cometidos
iniciales de ambas ciencias fueron confundidos en lo que se llamó
neuropsiquiatría (3) o estudio de “los diferentes aspectos clínicos y
anatómicos de las enfermedades nerviosas” (Castiglioni 1941: 797) a
quien debemos, al menos en cierta medida, la imbricación posterior de
los contenidos de la Psicolingüística y la Neurolingüística.
Por todo ello, y tal como hemos advertido, no podemos delimitar
claramente los temas que en ambas disciplinas hacen referencia a la
relación lenguaje-cerebro, sino, únicamente, ofrecer una variedad de
puntos de vista en los aspectos más importantes compartidos por las
dos. Seguidamente, completaremos nuestro trabajo con los últimos
avances en este controvertido asunto destacando el papel del lenguaje
como motor del cambio cerebral.

1. La relación entre lenguaje y cerebro como objeto de estudio
El enfoque del lenguaje como hecho no ajeno a factores externos,
entre los que destaca el propio individuo que hace uso de él, y su
carácter experimental, frente a la Lingüística interna, unen a dos
disciplinas como la Psicolingüística y la Neurolingüística. Ambas han
coincidido tradicionalmente en el estudio de los siguientes aspectos de
la relación entre lenguaje y cerebro (4):
1) la localización de las funciones cerebrales que atañen a
los mecanismos del habla,
2) los aspectos biológicos del proceso comunicativo,
3) el tema de la adquisición del lenguaje, e incluso
4) el estudio de las afasias.
Desde sus orígenes la Psicolingüística fue entendida como ciencia
que “trata directamente los procesos de codificación y decodificación
en cuanto a la relación de estados de mensajes con estados de
comunicantes” (Osgood y Sebeok 1974: 13). Desde esta perspectiva,
esta disciplina trata de abordar todo el proceso comunicativo, teniendo
en cuenta no sólo el mensaje, sino también a los participantes en él.
Atendiendo a este propósito, se estudian en ella tanto la adquisición
como el procesamiento lingüístico, tratando de darles explicación
mediante la propuesta de diferentes modelos teóricos elaborados a
partir de la observación y comparación del comportamiento lingüístico
de individuos normales e individuos que muestran disfunciones
verbales. Por su parte, la Neurolingüística “estudia más al usuario del
lenguaje que al lenguaje en sí, analizando ya sea el lugar cerebral en
el que se produce el comportamiento verbal relacionado con la
codificación y decodificación, o las conexiones neuronales que
posibilitan este mismo comportamiento verbal, ya sea normal o
patológico” (Jiménez Ruiz 2001: 400).
Pese a la diferente orientación de cada una, la localización de las
funciones cerebrales tanto del hemisferio izquierdo como del derecho
a partir de los datos clínicos con pacientes que han sufrido
hemisferectomía ha sido objeto de interés de ambas disciplinas. La
Psicolingüística se ha valido de estos datos para indagar los
mecanismos mentales implicados en la producción y la comprensión
lingüísticas y las relaciones entre lenguaje y otras funciones mentales.
No obstante, dado que la configuración fisiológica de cada cerebro es
algo distinta en cada individuo y, en el caso de pacientes con lesiones
cerebrales no hay dos exactamente iguales, algunos estudiosos
muestran ciertas reservas sobre la validez de estas investigaciones.
Por otra parte, el interés por los aspectos biológicos del proceso
comunicativo, más allá de la localización neuronal del lenguaje,
abarca también los mecanismos periféricos ligados a producción y
recepción del mensaje y su integración en el proceso de la
comunicación lingüística. La Neurolingüística trata de buscar
correlatos entre la función y el cerebro, y se vale de los trastornos del
lenguaje para descubrir pistas de estos correlatos. Según este
planteamiento, todo el proceso de codificación y decodificación se
plantea a partir de las disfunciones. Sin embargo, debemos insistir en
que la Neurolingüística, al igual que la Psicolingüística, no estudia las
disfunciones en sí, sino que se aprovecha de ellas para sus propias
conclusiones. Lo que sí podríamos plantearnos, siempre sin
aventurarnos a una drástica separación entre ambas disciplinas -pues
ya vemos que los límites de estudio son bastante difusos-, es, teniendo
en cuenta lo establecido en los presupuestos de base, si en este
proceso de codificación y decodificación, aquello que compete
realmente a la Neurolingüística es todo lo que se localiza físicamente
en el cerebro, dejando para la Psicolingüística otros órganos
implicados y, por supuesto, procedimientos de carácter más abstracto
en lo que concierne a la capacidad mental del individuo.
En el tema de la adquisición del lenguaje sería fácil defender de
manera tautológica una diferenciación entre la dedicación de la
Psicolingüística a individuos normales y de la Neurolingüística a
individuos anormales. Pero no hay que olvidar que esto nos llevaría a
identificar una vez más, y de acuerdo con la tradición en este ámbito (5),
Neurolingüística y estudio de los trastornos del lenguaje. En nuestra
opinión, M. L. Kean (1991: 102) da la clave en este asunto afirmando
que la adquisición del lenguaje compete exclusivamente a la
Psicolingüística; la Neurolingüística sólo se ocuparía, en su caso, de
las áreas implicadas en cuanto a localización cerebral.
Siguiendo con los presupuestos que deciden separar la
Neurolingüística del estudio de los trastornos del lenguaje, y en lo que
concierne al tema de las afasias, debemos señalar que ésta es
competencia de las dos disciplinas, ya que, según D. Caplan, existe
también un contemporáneo enfoque psicolingüístico de la afasia que
ha demostrado que numerosos trastornos afásicos se deben a
perturbaciones en el procesamiento de las representaciones abstractas
lingüísticas. En este sentido, y en palabras del autor (1987: 532),
la afasiología lingüística señala que tenemos que
formular una teoría neurolingüística que establezca los hechos
básicos sobre la localización de los componentes del sistema
del procesamiento del lenguaje en relación con las estructuras
neurales y, a continuación, dé cuenta de la localización de
estos componentes del procesamiento en términos de los
influjos genéticos y ambientales”.
Tras estas argumentaciones, cabría preguntarse si podemos
considerar la Neurolingüística como una rama de la Psicolingüística.
A. R. Luria (1976 y 1980) fue el primero que consideró la
Neurolingüística como una disciplina autónoma que tenía su origen en
la neurofisiología y, por su parte, L. Manning destacó que la
Neurolingüística es, en todo caso, una rama de la neuropsicología –no
de la Psicolingüística- que estudia el sustrato neurológico del lenguaje.
Realmente habría que considerar, por lo menos, si no un objeto de
estudio propio, pues ya vemos las coincidencias entre las dos
disciplinas que nos ocupan, sí una concretización o matización de
determinados temas englobados en la conexión de lenguaje y cerebro.
Del mismo modo, autores como Ch. Bouton (1984) señalan que,
por ejemplo, la Neurolingüística se ocuparía de qué mecanismos
cerebrales sostienen las oposiciones fonológicas, cuáles las estructuras
léxicas, cuáles las lógico-gramaticales o el hecho de la enunciación
continua. Para este autor los temas principales de la Neurolingüística
serían:
1) la lateralización y dominancia hemisférica,
2) el otro hemisferio,
3) los otros lugares del lenguaje (estructuras nerviosas que
asumen las relaciones interhemisféricas),
4) lo innato y lo adquirido y
5) la competencia y el comportamiento (6).
Por otro lado, D. Caplan afirma (1987: 19) muy acertadamente que
“la neurolingüística trata de cómo el cerebro representa y
utiliza el lenguaje, cómo se desarrolla este proceso a lo largo
de la vida humana, cómo se ve afectado por las enfermedades
y de si puede compararse –y de qué manera- con procesos
análogos en especies no humanas”.
En el mismo sentido, ya A. R. Luria (1976) había señalado en los
orígenes de la disciplina que ésta se ocupaba de los mecanismos
cerebrales de la actividad del lenguaje y de los cambios de los
procesos de éste debidos a lesiones cerebrales.

CONTINÚA EN ¨El lenguaje como motor del cambio cerebral¨

Notas:
1- El multiperspectivismo en el análisis de la relación entre lenguaje y cerebro
recrea, a veces, un solapamiento de aspectos temáticos que afectan a variados puntos de
vista, y que pone en juego numerosas disciplinas lingüísticas y no lingüísticas.
2- En este sentido, podemos señalar, por ejemplo, siguiendo a J. Černý (1998: 383),
que la neurolingüística no es la unión entre neurología y lingüística por dos razones
principales: una que atiende al requerimiento de otras disciplinas como la psiquiatría, la
pedagogía o la logopedia en la solución de los problemas neurolingüísticos, y otra, que
refleja la poca colaboración entre neurólogos y lingüistas y el poco aprovechamiento de
los datos por parte de estos últimos para la aplicación en otros ámbitos.
3- En psiquiatría, existe una tendencia de corte organicista, muy desarrollada en
Francia e Inglaterra, que defiende la abolición de las barreras entre Psiquiatría y
Neurología (cf. Castiglioni 1941: 799).
4- Para una revisión de ambas disciplinas en el marco concreto de la Lingüística, cf.
M. Fernández Pérez (2000).
5- La identificación entre Neurolingüística y el estudio de los trastornos del lenguaje
surge de la concepción que actualmente tenemos de la Neurología como ciencia que se ocupa tanto del sistema nervioso como de sus enfermedades (véase, por ejemplo, la ya citada definición que nos da el DRAE 2001: 1070). Sin embargo, debemos destacar dos
aspectos importantes que justifican dicha coincidencia: el primero atiende a los orígenes
del término Neurología, que designaba solamente el estudio del sistema nervioso central
(así lo definió, en el siglo XVII, Thomas Willis, a quien se le atribuye su creación) y el
segundo tiene que ver con una tradición, anterior a la creación de la Neurolingüística
como ciencia, en el campo de las diferentes patologías del lenguaje, tradición que había
ocupado hasta el momento a los psicólogos. Por tanto, y desde que se incluye en
Neurología el estudio de las enfermedades, podría preverse una comunión entre
Neurolingüística y trastornos del lenguaje, unión que viene refrenada por la tradición
psicológica que en este último ámbito hemos citado.
6- Para un desarrollo de todos estos aspectos, cf. Ch. Bouton (1984: 23-34).

Beatriz Gallardo, Carlos Hernández y Verónica Moreno (Eds): Lingüística clínica y
neuropsicología cognitiva. Actas del Primer Congreso Nacional de Lingüística Clínica.
Vol 1: Investigación e intervención en patologías del lenguaje. Valencia: Universitat.
ISBN: 84-370-6576-3.