Reseña biográfica del Dr. Bruno Bettelheim, por el Dr. Alvin A Rosenfeld.
Extracto del libro -“The ART OF THE OBVIUS. DEVOLOPING INSIGHT FOR PSYCHOTERAPY AND EVERY DAY LIFE
-“…Nacido en Viena en 1903. (El Dr. Bruno Bettelheim) era hijo de una familia judía pudiente y asimilada. Estudió historia del arte y estética en la Universidad de Viena, y a los veintitrés años, cuando murió su padre, se hizo cargo del aserradero de su familia. P“- Akfred A. Kmopf, Nueva York -“EL ARTE DE LO OBVIO”. Bettelheim, B. y Rosenfeld, Alvin A.. Editorial crítica, 1994 (Grijalbo Comercial, S.A)ero nunca se sintió hombre de negocios, y soñaba con una vida dedicada al estudio. Se vinculó al movimiento psicoanalítico cuando éste era aún una especie de actividad de vanguardia y, aunque siguió siendo hombre de negocios en Viena, inició su análisis personal con Richard Sterba. Gina Weinmann, su primera mujer, participó en los primeros intentos experimentales de análisis de niños de Anna Fred, aceptando a un niño profundamente perturbado que ésta había enviado al hogar de los Bettelheim para que conviviera con ellos. Aquella fue la primera experiencia de Bettelheim con un niño autista, aunque al síndrome no se le había designado aún nombre.
El propio Bettelheim se consideraba miembro de la “tercera generación “ de psicoanalistas. Era ocho años menor que Ana Freud, con quien contactó a través de su mujer, y conoció a muchos otros relacionados directamente con la evolución más o menos temprana del psicoanálisis, y especialmente con el psicoanálisis de niños
En uno de los seminarios de Standford, un participante cuestionó a Bettelheim la gran importancia que éste asignaba a las enseñanzas de Freud:
– “Los investigadores a quienes usted critica por descuidar la vivencia subjetiva y el significado del comportamiento tienen, por lo menos, datos válidos que yo puedo evaluar y reproducir experimentalmente. Ese es el problema del psicoanálisis: parece que se haya convertido en una rama de la religión que depende de las percepciones de sus auténticos creyentes.”
– El hecho de que el psicoanálisis no haya sido validado empíricamente no lo convierte en una religión – respondió Bettelheim-. Fíjese que yo no tengo nada en contra de la religión como tal. Siempre pregunto cuál es el precio de esa religión, y cuáles sus beneficios. Si tengo que pasarme una eternidad en el infierno, precio de creer en la salvación parece demasiado alto, por no hablar de que debo sacrificar la única vida que tengo por la esperanza de salvación.
He pasado por demasiadas religiones que resultaron falsas
Cuando era niño e iba a la escuela, la indivisibilidad del átomo era la religión predominante de la ciencia, un absoluto con el cual se podía contar. Ahora, los físicos han descubierto más partículas subatómicas de las que nadie pueda imaginarse- hizo una pausa y se quedó pensativo-. Quizás estábamos mejor cuando el átomo era indivisible…
“-(continuó) Personalmente , mi compromiso con el psicoanálisis se debe a que me ofrece la imagen del hombre más aceptable y más útil y, además, métodos para ayudar a la gente. Pero al hablar de “ métodos para ayudar a la gente” no me refiero necesariamente al análisis. Ciertamente no se puede analizar a los niños pequeños, porque a su edad tienen poca capacidad de introspección.
– El análisis clásico exige lo que Freud o algunos de sus seguidores llamaban la escisión del YO en una parte que observa y otra que vive. Y, por Dios, que a los niños ya les cuesta bastante llegar a tener un YO. Esperar a que además lo escindan es una ridiculez. Entonces, lo que hacemos es proporcionarles vivencias que esperamos sean constructivas, y que se basan en nuestro entendimiento psicoanalítico del hombre y de su evolución.
– – Si el análisis de niños no hubiera sido un invento de su hija, Sigmund Freud jamás lo habría aceptado. Exige demasiados parámetros. La propia Ana Freud decía que jamás trataría a un niño cuyos padres, o por lo menos cuya madre, no estuvieran analizados. Esto es exactamente contrario al método desarrollado por su padre. En el psicoanálisis de adultos, el resto de la familia queda totalmente fuera de la experiencia.
– Pero en el análisis de niños, uno tiene que manipular el ambiente, por lo menos en parte. Proporcionamos a los niños escuelas especiales…,intentamos conseguir mejores condiciones de vida, y por cierto que esto no es introspección. Pero son cosas que se basan en una comprensión psicoanalítica del hombre y de sus necesidades.”-
Pese a su compromiso con el psicoanálisis, Bettelheim consideraba positivo que el pensamiento del propio Freud hubiera evolucionado y cambiado en el curso de su larga trayectoria:
– Uno no puede escribir más de veinte volúmenes y seguir siendo la misma persona a pesar del tiempo y de esa experiencia. Si leen ustedes la última obra acabada de Freud, MOISES Y LA RELIGION MONOTEISTA, que es una fantasía..una fantasía gloriosa, pero una fantasía, se encontrarán con un Freud totalmente diferente del autor del séptimo capítulo de LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS.
Bettelheim anticipó también que el psicoanálisis a cambiaría después de la muerte de Ana Freud, en 1982.
– Por más que el tratamiento psicoanalítico haya sufrido, y creo que seguirá sufriendo, un cambio continuo, lo que se mantendrá pese a todos los cambios es una imagen del hombre, particularmente de lo inconsciente y de algunos hechos tales como la represión y los demás mecanismos de defensa. Todo esto añade a nuestra imagen del hombre una dimensión a la que no teníamos acceso antes de Freud, una imagen basada estrictamente en la introspección.
Bettelheim tenía sus propias ideas sobre el contraste entre el psicoanálisis y los métodos que apuntaban a cambiar el comportamiento de la gente sin entender su vida interior.
– El conductismo sostiene que lo esencial del hombre es fácil de cambiar, que se puede hacer funcionar al hombre con tanta eficacia como a una máquina bien engrasada –decía- . En contraste, aunque Freud creía que algunos aspectos del hombre se podían cambiar un poco, otros eran intratables porque se generaban en la propia naturaleza humana…
– El psicoanálisis se centra en la vida interior de una persona, en los deseos , las fantasías, conflictos y contradicciones inherentes a la personalidad. El psicoanálisis procura distinguir entre lo que son consecuencias de nuestras experiencias vitales y lo que son aspectos inevitables de nuestra naturaleza. Pero para entender la vida interior de un individuo, es menester apreciar la complejidad de los sentimientos humanos, incluso del “amor”.
– -Lo que estoy diciendo es algo inquietante para los que creen en la infinita perfectibilidad del hombre. El amor incluye nuestras tendencias destructivas, que están trabadas en una batalla constante con nuestros impulsos vitales ( o constructivos). Freud conceptualizó esta tensión presentándola como el conflicto entre Tánatos y Eros.
De 1938 a 1939, Bettelheim estuvo prisionero en dos campos de concentración, Dachau y Buchenwald. Los recuerdos de aquel año lo acosaron durante el resto de su vida. Me contó que con frecuencia tenía pesadillas referentes a aquello. Sin embargo, incorporó sus observaciones y vivencias de entonces a su comprensión de las personas. A partir de todo ello, organizó una práctica y una carrera notables.
Una vez estábamos hablando de cómo sobrevive uno a los rigurosos malos tratos. Yo estaba indagando ese fenómeno psicológico en una novela sobre el dolor y la recuperación que por entonces estaba escribiendo. Bettelheim comentó:
-Hasta cierto punto se puede resistir. Pero si uno se deja abatir psicológica, económica y moralmente, ya no puede creer en su propia capacidad de resistir o de escapar..Incluso una prisión es un lugar diferente si uno se dice:” Aquí estoy y no puedo salir”, o si se pasa el día en prisión planeando la forma de escaparse… Es una actitud interior. Cada ocasión en que podrías hacer algo y no lo haces es para ti una demostración de que no puedes hacerlo. Cada oportunidad que usas, aunque no tengas éxito, podría darte la esperanza de que la próxima vez lo tendrás.
La familia neoyorkina cuyo hijo autista había vivido en el hogar de los Bettelheim en Viena tenía buenas conexiones políticas. En 1939 fueron ellos quienes persuadieron al gobernador Lehman de Nueva York y a Eleanor Roosevelt de que intercedieran ante los nazis por la liberación de Bruno Bettelheim.
Finalmente, Bettelheim llegó a los Estados Unidos casi en la indigencia. Tal como me lo contó, él y su primera mujer se habían divorciado poco después. Escribió a Trude Weonfeld, que tras haber trabajado en la escuela de Ana Freud había escapado a Australia, y ella se reunió con él en Chicago, donde se casaron. Bettelheim enseñaba en un college para niñas en Rockford, Illinois. Además, participó durante 8 años en un estudio de evaluación de la educación artística financiado por la Fundación Rockefeller en la Universidad de Chicago. En 1944 los administradores
De la Universidad le ofrecieron hacerse cargo de la dirección de la Escuela Ortogénica Sonia Shankman , una escuela para niños gravemente perturbados y psicóticos. Allí enseñó psicoterapia psicoanalítica al personal de la escuela y, al principio en colaboración con Emmy Sylvester, introdujo y reelaboró la “terapia ambiental”, el método que consideraba más productivo para el tratamiento de los niños, sumamente perturbados, de aquella escuela. Esta forma de terapia exige que se considere que todas las facetas de la vida del niño- el medio físico y todas las personas con quienes convive, así como las propias sesiones de terapia- son aspectos del proceso de curación. Así fue como Bettelheim colaboró con amas de casa, asesores y maestros, y se ocupó personalmente hasta los últimos detalles del funcionamiento diario de la escuela, de su diseño y de sus instalaciones. Habitualmente, se pasaba entre dieciséis y dieciocho horas diarias en la Escuela, asegurándose de que todo funcionara como era debido.
La escuela ortogénica de hizo famosa por su labor terapéutica con el reducido porcentaje de estudiantes que eran autistas; pero la mayoría de los niños tenían otros tipos de perturbaciones graves, y muchos también se beneficiaron del tratamiento recibido. La experiencia de Bettelheim provenía del tratamiento de muchos tipos de diferentes niños, pero sus escritos más conocidos se referían al tratamiento de niños psicóticos , sumamente perturbados. Sin embargo, sus ideas son directamente aplicables a la comprensión y el tratamiento de niños gravemente maltratados y desatendidos, que en la actualidad interesan a muchos médicos, entre los que me incluyo.
En los años que siguieron a su llegada a los Estados Unidos, Bettelheim trabajó como educador y como terapeuta. Por medio de conferencias, libros y artículos se dio a conocer internacionalmente por sus aportaciones a nuestra comprensión psicoanalítica de niños con perturbaciones graves, de la experiencia de los campos de concentración y del Holocausto, y también de la creatividad artística. Sus publicaciones se dirigieron tanto a un público de profesionales como de legos; su sabiduría y humanidad le ganaron un amplio aprecio . A través de sus enseñanzas y de sus escritos, el Doctor Bettelheim conmovió e inspiró a muchos estudiantes, colegas y lectores. Sus puntos de vista tenían fuerza por su claridad, su carácter generalmente inequívoco y con frecuencia estimulante. No era ajeno a la crítica y a menudo se enzarzaba en acaloradas controversias sobre la causa del autismo, sobre si la familia de Anna Frank no podía haber pasado más constructivamente el tiempo que estuvieron escondidos si se hubieran dedicado a planear una fuga, o sobre el movimiento de oposición a la guerra de Vietnam. Incluso cuando alguien discrepaba vehemente de él, como le sucedía a mucha gente, su punto de vista estaba tan bien meditado y era tan convincente que lo llevaba a uno a reflexionar con más profundidad. Al discutir con él, se llegaba a entender más cabalmente la propia posición.
Cuando el Dr. Bettelheim se retiró finalmente a los setenta años, tenía el corazón debilitado y sufría problemas circulatorios. Necesitaba vivir en un lugar con un clima más benigno que Chicago, y con menos peligros de los que presentan en invierno sus calles heladas. Algunos amigos vieneses se habían retirado al área de la bahía de San Francisco, donde los Bettelheim habían pasado un año fructífero a comienzos de la década de los setenta, cuando él era profesor invitado en el Centro de Estudios Avanzados de la Ciencias de la Conducta de Standford. Así fue como en 1973 se trasladaron a California, donde Bettelheim llegó a ser profesor visitante de la Universidad de Stanford, con la esperanza de enseñar allí de la manera que él acostumbraba hacerlo.
En los diecisiete años que siguieron a su retiro publicó numerosos ensayos y libros, entre ellos Psicoanálisis de los cuentos de Hadas, que ganó en National Book Award; Aprender a leer, en colaboración con Karen Zelan; Freud y el alma Humana; No hay padres perfectos, y, El peso de una vida. LaViena de Freud y otros ensayos.(Ediciones en español publicadas por Crítica, en 1990,1989.1983.1989 y 1991)
Y “Sobrevivir”, “El corazón bien informado”, y,” Fugitivos de la vida”, Editorial FCE. Nota de M: A.
En una ocasión en que estaba hablando de un paciente en psicoanálisis, Bettelheim dijo:
-Después de todo, para eso se necesita un analista, para darle a uno coraje de hacer lo que tiene miedo de hacer solo.
Cuando le dije que el analista que estaba describiendo se parecía al Mago de Oz, se mostró de acuerdo:
-En todo ese cuento, mi personaje favorito es el León Cobarde. Y fíjese que yo también soy cobarde, y eso siempre me ha servido de mucho.
Le señalé que su reputación era muy diferente.
_ Bueno- replicó francamente Bettelheim-, si eres un león cobarde, tienes que rugir con fuerza.
En su vida, me confió, era Trude, su mujer, a quien era profundamente leal, quien le había dado el valor necesario para el intento de triunfar en Estados Unidos.
Desde la cincuentena , Bettelheim no gozaba de buena salud, Trude era unos nueve años menor que él, de modo que siempre habían esperado que él muriese primero y de acuerdo con ello habían hecho sus planes. El no volvió a ser el mismo después que su mujer muriera, en Octubre de 1984, tras una prolongada lucha contra el cáncer. No mucho después, Bettelheim se trasladó a Santa Mónica, California.
A pesar de su profunda depresión, y del sentimiento de soledad que lo invadió al estar sin ella, Bettelheim se comportó con entereza, viviendo y trabajando con ánimo creativo. Después, en 1988, sufrió el primero de los dos ataques que hicieron que le resultara difícil escribir, y más difíciles aún las minucias de la vida cotidiana. Durante los dos últimos años de su vida, desde 1988 hasta 1990, todos los que le conocieron bien pueden dar testimonio de que Bruno Bettelheim era un hombre profundamente deprimido y exhausto. Tenía un problema de esófago a causa del cual le costaba mucho tragar, de modo que no podía comer más que purés. Tras haber adelgazado considerablemente, y pese a su avanzada edad, accedió a someterse a una intervención quirúrgica, cuyo resultado fue satisfactorio y gracias al cual se sintió mejor al poder disfrutar de nuevo de una dieta más variada. Pero le acosaba el miedo, que persigue a muchas personas mayores que han sido fuertes e independientes, de que uh nuevo ataque lo dejara inválido
Cada vez que yo volaba a California a visitarlo lo encontraba más debilitado. Tenía la sensación de que el cuerpo lo había abandonado por completo, pero añadía que “desdichadamente , la mente se ha quedado atrás”. Había adelgazado y necesitaba un bastón para caminar. Cada vez que lo visitaba, nuestros paseos eran más cortos y más lentos, por más que él hiciera un gran esfuerzo. Próximo ya al fin, no podía conducir. Sólo podía escribir con gran esfuerzo, y su letra, antes suelta y fluida, con amplias curvas, se volvió pequeña y tensa. Necesitaba constantemente alguien que le ayudara, incluso para bañarse, una situación difícil para aquel hombre orgulloso, formal, tímido y muy celoso de su intimidad. La sensación de desvalimiento era una afrenta muy especial para el sentimiento de dignidad, integridad, autonomía e intendencia que él tanto valoraba. Ya próximo al fin, me dijo en una ocasión: “Tánatos me ha ganado. Ya no tengo interés en la vida”.
Mucha gente ha dicho que leer lo que Bettelheim escribió sobre la supervivencia en condiciones extremas fue para ellos un apoyo emocional en sus momentos más sombríos. Quizá por eso muchos, entre ellos algunos pacientes a quienes el había tratado de animar para que sobrevivieran, se sintieron traicionados cuando se quitó la vida en marzo de 1990.
Pero renunciar no fue para él rápido ni fácil. Bettelheim perdió el deseo de vivir cuando murió su mujer, y ese sentimiento se fue intensificando y haciéndose más insistente a partir de marzo de 1988, cuando tuvo el primer ataque. Sin embargo, en los dos años siguientes probó todos los remedios que le recomendaron los neurólogos y psiquiatras. Entre ellos la rehabilitación física, la reanudación del psicoanálisis, y recurrió también a antidepresivos, estimulantes, medicación ´para combatir el pánico y otros fármacos diversos. Trató de incrementar su actividad didáctica. Sus amigos, antiguos y nuevos, jamás lo abandonaron. Cuando yo lo visité en Washington, algunas semanas antes de su muerte, el teléfono sonaba por lo menos cada media hora. Pero en su desolación, el insistía en que nunca lo llamaba nadie. Cuando le señalé la contradicción , admitió que yo estaba en lo cierto, pero insistió en que él se sentía abandonado. No pude menos que preguntarme si los ataques no habrían causado también algún deterioro neurológico periférico que le afectaba el recuerdo de las cosas recientes.
A los ochenta y seis años, Bettelheim sabía que no le quedaban otros diez años por delante para vivirlos bien. Sus únicos interrogantes eran cuánto le quedaba de vida, si antes tendría que padecer más debilidades humillantes y si debía el mismo tomar las riendas de las cosas. Su modelo fue Sigmund Freud, cuando con comenta y tres años, y sufriendo intolerablemente a causa de una batalla contra el cáncer que se remontaba ya a dieciséis años. Hizo que su médico, Max Schur, le diera una sobredosis de morfina. Pero los vieneses de la época de Freud veían el suicidio de manera muy distinta a la de los contemporáneos de Bettelheim. (De hecho, uno o dos años antes de que Bettelheim pusiera término a su vida, su única hermana se suicidó en Nueva York). En sus dos últimos años, Bettelheim pidió en repetidas ocasiones a sus amigos médicos que le asegurasen que si se encontraba totalmente incapacitado incluso para suicidarse, le ayudarían a terminar con sus sufrimientos con una inyección de morfina. Si alguien se lo prometía, solía decir, se dejaría de hablar de suicidio. Pero, lamentablemente, nadie podía asumir el riesgo de ayudarle. Cuando decidió que el suicidio era su única solución, quiso que su acto fuera privado e intentó disponer un viaje a Holanda, donde, según me dijo, el suicidio se toleraba aunque no fuera legal. No quería ninguna clase de espectáculo público; sabía que aunque algunos pudieran verlo como un símbolo, él era una persona real que estaba viviendo una agonía cotidiana.
Supongo que cada uno tiene que decidir por sí solo si tiene derecho a escoger una opción como ésta. Bettelheim consultó a la Hemlock Society ( Asociación Cicuta) y siguió al pie de la letra sus consejos. Bruno bettelheum siempre tuvo gran respeto por el consejo de los expertos.
– durante la elaboración de este libro ( “El arte de lo obvio”, editorial CRITICA , 1993), se ha publicado cierta cantidad de material, sumamente crítico, centrado en la personalidad, compleja, perfeccionista y exigente, de Bruno Bettelheim. Bettelheim tuvo una carrera larga y distinguida, nuca temió pronunciarse sobre muchos temas controvertidos, y se ganó una merecida reputación de agudeza mental y de disposición a participar en el combate intelectual. Su objetivo era entender con claridad y en profundidad, no ser el más apreciado.
– Como ya hemos señalado, Bettelheim podía ser cáustico; esto todos los que le conocieron pudieron sentirlo personalmente en momento u otro. Además, era un hombre que provocaba reacciones contradictorias en quienes lo conocían, de modo que no hay que sorprenderse que de él se hayan dicho cosas de intenso tono crítico, tanto cuando vivía como después de su muerte. Lo sorprendente es que los artículos difamatorios, que se escribieron sobre él ..sólo aparecieran y alcanzaran amplia difusión después de su muerte. Mi amistad con él se inició después de su retiro, de manera que nada puedo decir de lo que se cuenta sobre lo que Bettelheim hizo o dejó de hacer en la Escuela Ortogénica. (Ver “Fugitivos de la vida” Edi. FCE, México, Nota de M.A.).
– En agosto de 1990, cuatro meses después de su muerte, me llamó una reportera de una importante revista estadunidense para pedirme información sobre las acusaciones contra el Dr. Bettelheim. Le pregunté por qué esos ataques sólo empezaban a aparecer cuando él ya no podía defenderse ni explicarse y, con cierta renuencia, me contestó: “Porque un heredero no puede demandar por calumnias”.
– Muchos estudiantes a quienes llamé para decirles que éste libro estaba casi terminado me expresaron su profunda gratitud hacia el Dr. Bettelheim. Uno dijo que se había hecho psicoanalista porque sus experiencias en el seminario (con Bettelheim) le habían abierto los ojos a la vida interior del hombre. “No se olvide decir lo ciego que yo estaba_ me dijo otro_ Fue necesario que el doctor B. me lo demostrara”-
– El doctor Bettelheim era una llama que durante su vida encendió muchas otras; a algunas las conocía, otras lo conocieron a él al leer sus escritos. Estas vidas cambiaron, permanentemente y para bien, porque tuvieron la buena suerte de entrar en contacto con Bruno Bettelheim y con su mentalidad, asombrosamente clara y perceptiva. En cuanto a mi, con toda la tristeza que lleva decir por última vez adiós a un amigo, colega y mentor muy querido, quiera rendirle tributo con estas apalabras, atribuidas a Sigmund Freud:
– “La voz de la razón es suave, pero insistente”.-
– ALVIN A ROSENFELD.
– El Dr. Alvin a Rosenfeld se educó en Harvard y más tarde fue Director de Psiquiatría Infantil en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford , es psiquiatra del Jewis Child Care Association, autor de The Somatizong Child, y A dissenter in the House of God.