Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos. TECNOLOGÍAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA: ÉTICA Y DESARROLLO CIENTÍFICO

Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos. TECNOLOGÍAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA: ÉTICA Y  DESARROLLO CIENTÍFICO (*)

Kletnicki, Armando
Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

RESUMEN
Las Tecnologías de Reproducción Asistida (TRA) constituyen
uno de los capítulos más dinámicos y trascendentes del desarrollo
científico contemporáneo. Se trata en ellas de avances
que, en su diversidad, confluyen en una cuestión central para
la ética y la subjetividad: ¿en qué situaciones esos desarrollos
constituyen valiosas mediaciones instrumentales, y en cuáles
dichas transformaciones nos confrontan con un límite en el
que se pone en cuestión la condición misma de la especie
humana? Tomando como punto de partida la diferencia entre
transformación de lo simbólico y afectación de un núcleo real
(Kletnicki, 1999, 2000), este trabajo propone una metodología
original para el estudio de casos, que evite tanto la crítica surgida
de un reduccionismo intuitivo, como la muda aceptación
carente de análisis. La introducción de la variable fundacional
del campo de la subjetividad -un deseo no anónimo y singularizado-
permite adicionar el conocimiento que se origina en
esa área, y complejizar las preguntas que, ineludiblemente,
deben realizarse en cada situación abordada.
Palabras clave: Tecnologías Reproducción Asistida

Las Tecnologías de Reproducción Asistida (TRA) constituyen
uno de los capítulos más dinámicos y trascendentes del desarrollo
científico contemporáneo. Se trata en ellas de avances
que, en su diversidad, confluyen en una cuestión central para
la ética y la subjetividad: ¿en qué situaciones esos desarrollos
constituyen valiosas mediaciones instrumentales, y en cuáles
dichas transformaciones nos confrontan con un límite en el
que se pone en cuestión la condición misma de la especie
humana?
En una variedad de contextos, la respuesta se nos ofrece clara,
pero otros casos plantean tal número de incertidumbres y
conflictos, que el límite entre tecnología terapéutica y manipulación
genética se hace cada vez más confuso.
Es necesario resaltar que, en tanto fruto del progreso científico,
las TRA abren la posibilidad de ejercitar nuevos derechos
aunque son, al mismo tiempo, fuente de intensas controversias
y nuevos dilemas. Tal debate, lejos de atenuarse, se acrecienta
a medida que va acelerándose la disposición de
nuevos recursos. Al tratarse de una evolución tan dinámica, la
aparición de una tecnología novedosa permite reducir el alcance
de lo que hasta entonces resultaba problemático, aún
cuando inevitablemente creará o reavivará nuevas preguntas
y dificultades.
Por esta razón, la producción del logro científico conmociona y
complejiza el nivel y el estilo de los obstáculos a resolver,
incrementando los riesgos de los tropiezos posibles, enfrentándonos
a dilemas cada vez más agudos e introduciendo,
paralelamente, una responsabilidad más difícil de manejar que
en el período previo.
Por lo expuesto, se hace necesario trabajar esta temática recogiendo
los aportes de diversas disciplinas e intentando, a la
vez, recortar el punto de mira propio del campo de la subjetividad.
Del mismo modo resulta ineludible dar cabida a la perspectiva
ética que, transversalmente, interroga un campo que
tiende a estar poblado de intuiciones morales.
Hasta el presente, la experiencia indica que los avances en el
campo científico-tecnológico no han detenido su marcha por
los cuestionamientos éticos que se le han hecho: si esta tendencia
continúa debemos suponer inevitable el acrecentamiento
de los obstáculos y de los dilemas a resolver en el futuro.
Sostener esta idea no implica confesar de antemano la inutilidad
de nuestras intervenciones, sino que -por el contrario- significa
profundizar el intento de darles un carácter que no sea
meramente declarativo o ilusorio, al proponer la invención de
un saber hacer con el real que la ciencia produce.
Se trata, a nuestro entender, de una lectura que ordene la lógica
de su desarrollo en el campo de la subjetividad, que sirva
para orientar las mediaciones normativas necesarias para evitar
sus consecuencias indeseadas y que, primordialmente,
trabaje sobre la simbolización de sus efectos. Así, y en tanto
en su devenir la ciencia ignora las repercusiones sobre el sujeto
de los movimientos que propone, la intervención de un
psicólogo en este terreno tendrá que ser causada por su aspiración
de ceñir, por alguna vía simbólica, lo real nombrado.
Tampoco se trata, en consecuencia, del sostén de una perspectiva
que supone la neutralidad científica, ni del mero cuestionamiento
de sus potenciales usos malignos: la propuesta
que realizamos es la de introducir un análisis singular y situacional,
que conlleve -en cada circunstancia- la posibilidad de
una aplicación simbólica de las producciones científicas.
Vamos a tomar, como punto de partida, la diferencia entre
transformación de lo simbólico y afectación de un núcleo real
[1], para proponer una metodología original que sirva al estudio
de casos, intentando evitar tanto la crítica surgida de un
reduccionismo intuitivo como la muda aceptación carente de
todo análisis.
La distinción citada tiene como objetivo la ubicación de un límite,
el trazado de una frontera, que permita definir en qué medida
la introducción de una tecnología de reproducción asistida
se corresponde con una modificación de lo Simbólico (que es
relativa a lo que en un momento histórico determinado define
la subjetividad de una época), y en qué magnitud su inserción
apunta a la alteración de un Núcleo Real (cuya conservación
consideramos necesaria para la preservación de las características
estructurales de la especie).
Hacemos notar, al mismo tiempo, que nos estamos refiriendo
a la puesta en cuestión de conceptos fundamentales en torno
a la definición de humanidad, tales como el origen de la vida,
la sexualidad, la reproducción, la transmisión de la herencia
biológica y cultural, la lógica de los lazos de parentesco y, de
modo general, los procesos de subjetivación, vistos desde el
punto de mira de la permanencia de la especie en las condiciones
que denominamos humanas. Asimismo, resulta de interés
resaltar la correlación específica factible de hallar entre la aplicación
de una determinada tecnología (o de un uso particular
de la misma), y la interrogación, o directamente el cuestionamiento,
de una función o una categoría ligadas al universo de
las producciones subjetivas. [2]
Vamos a introducir la diferencia entre transformación de lo simbólico
y afectación de un núcleo real, acercando un breve comentario
sobre la función de la familia, instancia privilegiada
en nuestro análisis, en tanto lugar de fundación de una variable
insustituible para el examen de esta temática.
En un texto llamado «La familia», Juan Carlos Indart resume las
funciones que la misma ha conservado, como cualidad estructural
que debe ser diferenciada de los variados estilos y contenidos
que en cada tiempo histórico le han dado forma, obteniendo
como conclusión que esta estructura tiene por función
la transmisión -de una generación a otra- de aquello que garantice
que la cría humana sea parlante, y tenga un mínimo de
ubicación en un sistema de intercambios: allí ubica este autor
el encuentro con algo real, en aquello que permanece constante,
que no se mueve ni se modifica, a pesar de las variaciones
contingentes aportadas por la subjetividad de cada época. [3]
Varias son las cuestiones que animan el trabajo citado: se
asiste, por ejemplo, a cambios en las configuraciones familiares
tradicionales, que implican la reducción del número de
miembros de una familia, así como del tiempo en que la misma
permanece unida. Si observamos las constelaciones familiares
que 50 o 70 años atrás habitaban nuestras grandes ciudades,
encontramos familias constituidas por un gran número de
miembros, conviviendo en las típicas casas «chorizo», en las
que -en habitaciones linderas- los hijos van instalando a las
familias que, también ellos, han ido construyendo con el paso
del tiempo. Otro dato, nada despreciable, es que la duración
del vínculo familiar se suponía, en ese entonces, sencillamente eterno.
En nuestros días las cosas son, evidentemente, distintas: las
familias que conviven reducen el número de sus integrantes a
la presencia de la madre, el padre y los hijos, aunque es cada
vez más habitual la existencia de aquellas sostenidas por un
solo adulto (usualmente la madre) e, inclusive, la creciente
cantidad de personas que viven solas. También van articulándose
constituciones familiares que no resguardan vínculo sanguíneo
alguno, aunque conservan las funciones que, estructuralmente,
atribuimos a este lazo de parentesco.
El detalle de la persistencia de la unión casi no precisa mención:
las personas se juntan y se separan, y prácticamente se
ha vuelto cotidiano hallar niños que conviven con la nueva pareja
de su madre o padre, que tienen medio hermanos diseminados
por distintos hogares, así como nexos -por ejemplo- con
varios pares de abuelos.
Sin embargo, y a pesar de estas importantes variaciones, la
familia sigue presentándose en la actualidad como la institución
social encargada del sostén de la transmisión antes nombrada,
pudiendo ubicarse en ella «relaciones de total singularidad
que engendran obligaciones absolutas con pocas personas
no anónimas, es decir con nombre, sobrenombre y apellido». [4] Se trata, en la familia, de la transmisión y el sostén de
un núcleo social no anónimo y singular, en tanto lugar de donación
y apropiación de aquellas marcas que en el mismo movimiento
en que apuntan a la constitución del sujeto en lo humano,
determinan algunos de sus recorridos posibles, e inhiben
la potencialidad de otros.
Por su parte, y con igual orientación, Jacques Lacan -tras analizar
lo que denomina el fracaso de las utopías comunitarias-
[5], definirá su posición respecto a los efectos que la ciencia
introduce en el destino de la estructuración de la familia, argumentando
que «la función de residuo que sostiene (y a un tiempo
mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades,
resalta lo irreductible de una transmisión -perteneciente
a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de
las necesidades- que es la de una constitución subjetiva, que
implica la relación con un deseo que no sea anónimo». [6]
Hablar de lo irreductible de una transmisión, o -por qué no- de
una transmisión irreductible, conlleva la posibilidad -metodológica-
de proceder por negatividad, reduciendo y descartando
fragmento por fragmento aquello que constituye la trama manifiesta
de la función de la familia, el campo de sus variaciones
simbólicas posibles, hasta llegar a lo que denominamos, con
Lacan, un núcleo real, un núcleo irreductible -no anónimo y
singularizado- definido como aquello que, en términos lógicos,
no puede no estar: hablamos aquí de la constitución del sujeto
en el campo del deseo del Otro, de la donación del sitio donde
un niño pueda alojarse, de abrigar al recién llegado en el calor
de un deseo no anónimo y singular.
Si tal dimensión está ausente, o es ignorada, degradada o reducida
por otros fines, quedarán prometidos el estrago, el déficit
y el arrasamiento, antes que una constitución subjetiva
que preserve y potencie la condición humana. [7]
A nuestro juicio, la introducción en este punto de la variable
fundacional del horizonte de la subjetividad -un deseo que no
sea anónimo- permite el trazado de la frontera previamente
buscada, al tiempo que admite complejizar las preguntas sobre
su presencia, permanencia y conservación en cada situación
abordada, decidiendo -en el mismo movimiento- el carácter
y la orientación de nuestras intervenciones clínicas.
A esta altura, y a partir de las diferencias que intentamos proponer,
va resultándonos necesario introducir nuevas oposiciones,
para poder decidir cuáles de estas tecnologías -o cuáles
usos particulares de las mismas- se presentan como intervenciones
médicas para abordar la falla de una función, constituyéndose
en mediaciones instrumentales que producen y promueven
el desarrollo de lo simbólico; y cuáles son el punto de
partida de modificaciones que, en tanto reducen o desconocen
el campo de la subjetividad, favorecen la relativización de la
definición de especie humana, o -atravesados ciertos límitesfomenta
de manera decisiva su aplastamiento.
Tras ello, y a partir de esa distinción, se inaugura otra novedad:
se plantea aquí la diferencia entre aquello que varía en el interior
de un paradigma, erigiéndose en nueva forma de representar
lo simbólico, y aquello que por el tipo de transformación
que introduce, abre la dimensión de una nueva lógica para
pensar lo que conceptualmente categorizamos como sujeto
La presentación de este modelo tiene como objetivo la ampliación
del horizonte de análisis de la temática de las Tecnologías
de Reproducción Asistida, aunque también intenta interrogar
los desafíos éticos y clínicos que toda innovación significativa
originada en el campo científico-tecnológico propone a lo subjetivo.
En tanto las categorías primordialmente comprometidas en
esta temática (maternidad, paternidad, filiación, familia), son
construcciones teóricas relativas a un universo simbólico determinado,
resulta necesario remarcar que la aparición de las
TRA propone inicialmente de-construir el estatuto actual de las
mismas, para proceder a su reconstrucción como proceso que
requiere, y reclama, la intervención científica.
También es oportuno advertir que como estas tecnologías
operan -a diferencia de otras anteriores – sobre el cuerpo humano,
uno de sus mayores riesgos es el de promover la tecnologización
progresiva de la vida, la reproducción, la sexualidad y el deseo.
Por estas razones sostenemos que debe poder analizarse qué
categorías subjetivas se ponen en juego en cada caso en que
se utiliza una tecnología reproductiva -intentando situar sus
riesgos y beneficios – para reconocer la íntima relación entre el
uso singular y situacional de una tecnología dada, y aquellos
aspectos del campo de la subjetividad que creemos necesario
considerar y preservar.
La opción que planteamos propone enriquecer el planteo que
surge tanto de la genética como de otras disciplinas, adicionándole
un conocimiento que admita y priorice los aspectos
ligados a la construcción de subjetividad. Creemos que siendo
inevitable el desarrollo de las producciones científicas -aún el
de las más cuestionadas-, el intento que nos cabe es complejizarlas,
trabajando en la simbolización de sus efectos, e inventando
ese saber hacer que, sin resignar los avances provenientes
de otras disciplinas, no desdibuje ni aplaste lo específico
de nuestra práctica. [8]

NOTAS
(*) Este artículo es una versión más desarrollada del presentado en el XXVIII
Congreso Interamericano de Psicología (Santiago de Chile, 2001) y publicado
en la Revista de la Facultad de Psicología de la Universidad Mayor de San
Marcos (Lima, Perú), bajo el título «Bordeando una frontera sin retorno». La
presente ampliación se inscribe en el marco del Proyecto UBACyT P005:
«Ética y Derechos Humanos: su articulación ante los nuevos dilemas de la
práctica profesional», y es la base conceptual para el desarrollo de una
multimedia de la serie IBIS (International Bioethical Information System) sobre
nuevas cuestiones éticas en la aplicación de las TRA.
[1] Armando Kletnicki, «Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías Reproductivas:
transformación de lo Simbólico y afectación del Núcleo Real», en
«La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de
niños», J. J. Michel Fariña y C. Gutiérrez (comp.), Buenos Aires, Lumen, 2000.
Véase asimismo: Armando Kletnicki, «Un deseo que no sea anónimo. Nuevas
tecnologías reproductivas: un enfoque desde el campo de la subjetividad»,
en Cuadernos de Bioética Nro. 4, Buenos Aires, Editorial Ad-Hoc, 1999.
[2] Esta observación no es, a nuestro juicio, sin consecuencias, y sus efectos
reaparecen duplicados con la introducción de cada novedad proveniente del
campo científico. Tomemos, sólo a modo de ejemplo, dos situaciones: a) la
viabilidad de la clonación reproductiva, pero también la de la inseminación
póstuma, cuestiona la posibilidad -por la vía de la producción de un sustitutode
inscribir simbólicamente la pérdida real de un objeto que el trabajo del
duelo propone; b) la utilización de material genético o biológico intra familiar
transforma la estructura de los lazos de parentesco, promueve la endogamia
antes que el intercambio, y aunque -basados en una razón metodológicaalgunos
médicos opinan que en esas condiciones no se produce incesto
físico ni genético, lo cierto es que la tecnología sólo evita el incesto como
evento realmente acontecido -tal como convierte en innecesario el acto sexual
para tener un hijo- pero ignora las consecuencias que se derivan para el
recorrido subjetivante.
[3] J. C. Indart, en «La familia», p. 28, texto correspondiente al Ciclo de
Conferencias y Debates «El Psicoanálisis en el Siglo», publicado en la revista
homónima, Córdoba, Argentina.
[4] Ídem.
[5] Es decir, a la escasa fortuna de los variados intentos realizados para
reemplazar la función singularizante de la familia por alguna modalidad de
subjetivación colectiva, allí donde el Estado u otra formación social (por dentro
o en la periferia del mismo) ha tomado a su cargo el universo de los procesos
de subjetivación y la transmisión de un resto irreductible.
[6] Jacques Lacan, «Dos notas sobre el niño», en «Intervenciones y textos 2»,
Manantial, Buenos Aires, 1993, p.56-57. El subrayado es nuestro.
[7] Ubicamos aquí al conjunto de las situaciones donde el humano permanece
conservado como objeto: por ejemplo, en la utilización de la clonación que
insiste en recuperar al muerto, graficando la condición de imposible de un
duelo; o en la lógica de la Mátrix, que alumbra un propósito exclusivamente
utilitarista para abordar el terreno de la reproducción humana, proponiendo
una procreación sin transmisión simbólica alguna; o en el horizonte del filme
Gattaca, que plantea una sociedad en la que el potencial genético destina
plenamente a cada persona, y en la que el análisis de cualquier partícula del
cuerpo es suficiente para ejercer un control autoritario; o en los casos en que
la maternidad tiene una finalidad escindida de la reproducción en el deseo,
por ejemplo, cuando se hace nacer un niño -trastocando la estructura del
parentesco- con el objetivo de conservar el patrimonio familiar.
[8] Armando Kletnicki, «Lo imborrable de una huella», en «Fertilización Asistida.
Nuevos avances, nuevas problemáticas», publicación de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires, Buenos Aires, 2001

BIBLIOGRAFÍA
Benbenaste, Narciso: «Sujeto = política x Tecnología / MERCADO», Buenos
Aires, Oficina de Publicaciones del C.B.C., Universidad de Buenos Aires,
1994
Indart, Juan Carlos: «La familia», texto correspondiente al «Ciclo de Conferencias
y Debates El Psicoanálisis en el Siglo», editado por «El psicoanálisis
en el Siglo», Córdoba, Argentina.
Kletnicki, Armando: «Un deseo que no sea anónimo. Nuevas tecnologías
reproductivas: un enfoque desde el campo de la subjetividad», en Cuadernos
de Bioética Nro. 4, Buenos Aires, Editorial Ad-Hoc, 1999
Kletnicki, Armando: «Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías Reproductivas:
transformación de lo Simbólico y afectación del Núcleo Real», en «La
encrucijada de la filiación», J. J. Michel Fariña y C. Gutiérrez (comp.), Buenos
Aires, Lumen, 2000
Kletnicki, Armando: «Lo imborrable de una huella», en «Fertilización Asistida.
Nuevos avances, nuevas problemáticas», publicación de la Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires, Buenos Aires, 2001
Lacan, Jacques: «Dos notas sobre el niño», en «Intervenciones y textos 2»,
Buenos Aires, Manantial, 1993
Lévi-Strauss, Claude: «Las estructuras elementales del parentesco»,
Barcelona, Planeta – Agostini, 1985
Michel Fariña, Juan J.: «Ética. Un horizonte en quiebra», Buenos Aires,
Eudeba, 2002.