Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos: TRATAMIENTOS DE LA MEMORIA. ¿SUPRESIÓN O INVENCIÓN?

Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos: TRATAMIENTOS DE LA MEMORIA. ¿SUPRESIÓN O INVENCIÓN?

Galiussi, Romina
UBACyT. Universidad de Buenos Aires

RESUMEN
El presente trabajo tiene por fin indagar el estatuto ético de los
tratamientos de la memoria, a partir de los diversos avances
científico-tecnológicos que intentan operar -o de hecho operan-
sobre ella en la actualidad. A fin de investigar esta temática,
nos hemos servido de diversas fuentes con el objetivo de confrontar
diferentes modos de tratar esta coyuntura dilemática.
Palabras clave: Ética Memoria Ciencia Sujeto

» ¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte, me deparara un
tiempo sin memoria de mi nombre y de todo lo que he
sido! ¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!»
Jorge Luis Borges. El despertar
Este trabajo intenta abordar el dilema actual que gira en torno
al intento de la ciencia de suprimir aquellos sucesos displacenteros,
temática que impone pensar en el estatuto de la memoria
y sus diversas formas de tratamiento. Para ello utilizaremos
recursos extraídos no sólo de la casuística científica, sino
también de las producciones literarias como cinematográficas,
en tanto permiten situar dos formas de pensar al sujeto en su
supresión o invención.

LA SUPRESIÓN DE LOS RECUERDOS
En su último libro titulado La posibilidad de una isla, el polémico
escritor francés Michel Houellebecq narra la historia de un
hombre que vive sus últimos años e intenta, mediante el contacto
con una secta, alcanzar la inmortalidad. La misma se
vale para ello de dos procedimientos: la clonación y el traspaso
de la memoria a cada nuevo clon, garantizando así la existencia
de un mismo ser de manera inmortal.
Más allá de las diversas e interesantes temáticas que reviste
esta obra, cabe destacarse aquí un pasaje en el que Daniel -el
protagonista- asiste a una conferencia en la que un profesor
de Neurología afirma que el desarrollo de la mente humana se
efectúa vía la creación y el refuerzo «químico» de las redes
neuronales, planteando a la vez la existencia de un autorreforzamiento
general de la red. Dicho fenómeno «podía verificarse
tanto en las reacciones psicológicas individuales como en las
relaciones sociales: tomar conciencia de los bloqueos los reforzaba;
exponer con pelos y señales los conflictos entre dos
personas los volvía, por lo general, insolubles» (1). Según esta
perspectiva entonces, la confrontación con un conflicto no genera
su solución sino su refuerzo, por ello se intenta suprimir
todo aquello que conlleve algún tipo de reflexión o relación con
situaciones conflictivas. Al respecto, en su obra Rewriting the
soul, el epistemólogo Ian Hacking sostiene «Cuando la familia
abandona, cuando los padres abusan de sus hijos…cuando
alguien intenta destruir a otro, nos encontramos con defectos
del alma. Pero hemos aprendido cómo reemplazar el alma con
conocimiento, con ciencia» (2), es decir, existe una tendencia
reduccionista a reemplazar lo atinente al alma vía el conocimiento
científico. Tal como lo indica el título de su libro, justamente
de lo que se trata es de reescribir el alma. Así, todo
encuentra una explicación fisiológica, aunque no por ello, podemos
agregar, menos paradójica que el alma misma.
Continuando con su exposición, el neurólogo proyecta un documental
basado en historias de veteranos de guerra que no
conseguían olvidar lo acaecido, permaneciendo presas del horror
que habían vivido. Destaca allí el caso de un anciano que
sufría por ello permanentemente, y que guardaba en su armario
un «tarrito» con tierra de Vietnam; cada vez que abría aquel,
sacaba el tarro y comenzaba a llorar. Este hecho es calificado
como estúpido por el expositor, pues al verlo no hacia sino
reactivar la red neuronal y actualizar el sufrimiento. Utiliza este
caso como ejemplo paradigmático para sostener que el hecho
de detenerse en el pasado y volver sobre él incrementa el dolor
que conlleva. De esta modo, afirma que «en lugar de avanzar,
nos echamos tierra encima. Cuando sufrimos por una
pena… tenemos que evitar hablar de ello. Los recuerdos inhibidos
se desvanecen; puede llevar su tiempo, pero acaban por
desaparecer. La red se desactiva» (3).
Así, la solución desde esta perspectiva -ilustrativa de cierta
orientación y posición científica actual- es el olvido de los recuerdos
dolorosos vía su «desactivación». Se trata entonces de
cierto ideal científico -al cual son afines algunas perspectivas
terapéuticas- de supresión del sujeto en el borramiento de la
memoria. El mismo se implementa ya sea mediante el despojo
de todos aquellos «errores de pensamiento» que ocasionen el
recuerdo, o bien mediante el consumo de sustancias que provoquen
su bloqueo y funcionen al modo del Soma en El mundo
feliz de Huxley. Operarían de alguna manera como aquellos
métodos a los que Freud se opuso para el tratamiento de las
neurosis de guerra: intensas descargas eléctricas y sugestión
para olvidar y volver al campo de batalla, es decir «si el enfermo
se había refugiado en la enfermedad huyendo de la guerra,
se aplicaban medios para compelerlo a volver de la enfermedad
a la salud, vale decir, a refugiarse ahora en la aptitud para
el servicio» (4). Medios a los que Freud critica y que permiten
delimitar en él una posición ética totalmente diversa a la sostenida
por la moral científica imperante de la época. Cabe interrogar
entonces si este modo de condicionamiento permite
efectivamente suprimir dichos sucesos o sólo da lugar a un
ilusorio desplazamiento que vela al mismo, el cual no deja, a
pesar de los intentos, de permanecer allí y requiriendo por ello
otro tipo de intervención.

LA SELECCIÓN FICCIONAL
Realmente es destacable el lugar que ocupa la temática de la
memoria en la cinematografía contemporánea, ya sea para
ubicar su pérdida, su recobro o su manipulación. Se trata de
los «mnemofilms», los cuales justamente se centran en la lucha
entre la complacencia del olvido.
El film The final cut se basa no en este último sino en su reverso:
los recuerdos, pero fundamentalmente con el mismo objetivo,
proceder a su selección a fin de suprimir aquellos que resulten
displacenteros. El argumento plantea la existencia de algunos
sujetos privilegiados que tienen inserto en sus cerebros un
chip que registra absolutamente todo lo vivido. Ahora bien,
cuando los mismos mueren, dicho chip pasa a manos de un
experto -«cutter», una suerte de «editor» de recuerdos- que libera
al sujeto de aquellos sucesos vergonzosos, íntimos, dolorosos,
aburridos o miserables, dejando sólo aquellos pasibles y
dignos de mostrarse en la despedida y homenaje familiar. Liberación
paradójica entonces, si pensamos que se trata de la
edición de una vida convergente con su idealización, en una
versión única que se intenta imponer como último recuerdo.
Interesa abordar esta coyuntura pues plantea cómo algo tan
privado puede devenir objeto de manipulación pública. Y cómo
asimismo las versiones del sujeto son filtradas y engendradas
por un tercero.
Tal es el caso -alejándonos ahora de la ficción- de las llamadas
«Terapias para recuperar recuerdos reprimidos» o «Terapias de
memoria reprimida», en las cuales los profesionales insertan
recuerdos mediante sugestión. Cabe aquí la pregunta por el
fundamento de este accionar. En principio se hallaría supuestamente
en que aquello «reprimido» retorne, pues si bien el sujeto
no recuerda eso traumático que se encuentra bajo represión,
eso mismo es lo que afecta su vida, aquello que formaría
parte de la memoria reprimida. Así, la solución que revertiría el
problema se halla vía hipnosis o mediante la aplicación de un
«suero de la verdad», entre otros métodos al menos inquietantes
en materia de ética.
El dilema surgió al demostrarse que, no pocas veces, los métodos
utilizados para recuperar dicha «memoria» provocaban el
surgimiento de recuerdos o bien confusos, irreales o erróneos
(tales como haber padecido situaciones de abuso sexual, o
participado en hechos alejados de la moral tradicional) (5). No
obstante, el paciente creía en los mismos, adjudicándoles sin
duda verdadera existencia, y portando entonces por ello el
«Síndrome de la falsa memoria», con las consecuencias psíquicas
y subjetivas que todo este tratamiento paradójico -y que
utiliza de modo paródico términos freudianos- acarrea.
Es que la represión teorizada por Freud justamente opera con
el fin de desviar las representaciones dolorosas o conflictivas,
de atenuar o alejar el displacer, estableciendo una separación
entre afecto y representación y en consecuencia tornar a esta
última indiferente o nimia. No obstante, Freud ya anticipaba
que ese afecto, si bien ya no se hallaba enlazado a aquella, se
desplazaría hacia otro lado. Así, el intento por bloquear, reprimir
o suprimir el displacer, plantea un imposible que no es sino
un desplazamiento de aquello que se seguirá repitiendo e insistiendo
ad infinitum de no mediar otro tipo de tratamiento
posible. Dicho proceso entonces no permite olvidar, en tanto
se recuerda de otro modo en el síntoma, tal como afirma J.
Lacan al retomar el clásico ejemplo freudiano que plantea al
síntoma como un «monumento» y que «muestra la estructura
de un lenguaje y se descifra como una inscripción» (6).

ESCRITO E INVENCIÓN
«Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud,
ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como
era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo
de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante.
Y entonces, de repente, aparece la muerte» (7). Así comienza
La invención de la soledad, un libro en el que Paul Auster
trata el tema de la muerte, de la memoria, así como también de
las distintas versiones que construye en torno a su padre
muerto.
Interesa tomar esta excelente obra en la medida en que ilustra
el estatuto traumático que implica justamente la pérdida sorpresiva
de un objeto, el encuentro con la contingencia imposible
de programar de este acontecimiento y la elaboración del
duelo, el cual constituye la reacción, no sin cierta extrañeza,
ante esa pérdida. Tal como sostiene Paul-Laurent Assoun «El
momento fatídico que «corta en dos» el continuum de su historia
-entre el «antes» y el «después» del acontecimiento- es, también,
la emergencia en lo real de una cierta verdad de la relación
con el otro que, a partir de ese momento, no puede ocultar
más… El trauma proporciona una oportunidad -al mismo tiempo
reveladora y mortífera- del desenmascaramiento» (8). Y
este ejemplo es justamente «oportuno» para ubicar una coyuntura
que da lugar a un tratamiento diverso a aquel que hace a
la supresión o desplazamiento de lo displacentero.
Ya Freud ha destacado la normalidad del proceso de duelo -en
su comparación con la melancolía como patología-, siendo el
paso del tiempo su tratamiento. Así es como Auster narra paso
a paso como fue elaborando pieza por pieza esta pérdida, no
sin autorreproches, dolor y cierta incomprensión. En relación
con ello, en un pasaje sostiene que cuando se deshizo de las
pertenencias de su padre, eso ha simbolizado el verdadero
funeral y dado lugar al surgimiento de la angustia, a la vez que
a la comprensión de la pérdida. No obstante, en lugar de evitar
referirse a ello con el fin de que «la red se desactive», es mediante
su escrito que él inventa un tratamiento por el escrito
que no es ni el borramiento «científico» ni el sentido palabrero
de la rememoración psicológica. Es un «saber hacer» con los
recuerdos por la letra que bordea creativamente el silencio paterno,
de ese padre invisible o desconocido al que la muerte
convierte en causa de La invención de la soledad.

CONCLUSIONES
Aristóteles afirmaba al comienzo de su Metafísica que la memoria
es la vía mediante la cual se engendra la experiencia
humana. Siguiendo a Eric Laurent, podemos afirmar hoy que
la traducción -o reducción- de los procesos subjetivos a un
fundamento biológico en términos de redes neuronales, como
tratamiento de la memoria es inaceptable, en tanto dichas redes
no logran ser la expresión de aquellos.
De todos modos no se trata ni del reduccionismo neurocientífico
ni de la psicologización de la memoria. El psicoanálisis nos
enseña que no interesa el recuerdo por su exactitud (9) sino
como trama simbólica que tiene su punto de gravitación en el
encuentro del sujeto con lo real del goce. En todo caso, podemos
sostener que se recuerda para bordear aquello imposible
de decir.
Así, se trabaja con lo que se intenta desechar, con ese resto
irreductible que la perspectiva científica actual no termina de
eliminar, a fin de posibilitar una escucha del trauma e interviniendo
en una dirección que permita cierto acotamiento de
goce. Dicho trabajo no es sin atravesar aquello que viene de lo
real vía la angustia, «una angustia que nos responde, una angustia
que provocamos, una angustia con la que, llegado el
caso, tenemos una relación determinante» (10), y que la ciencia
pretende evadir. Pero ese atravesamiento o bordeo es el que
justamente marca la diferencia entre la evasión y la responsabilidad,
entre la forclusión del sujeto al suprimir sus recuerdos
y el «despertar» en el advenimiento del mismo como efecto de
un trabajo que no es una mera repetición del recuerdo sino
que constituye, al mismo tiempo, una singular invención.

NOTAS
1. Houellebecq, M.; La posibilidad de una isla, Alfaguara, Buenos Aires, 2005,
p. 109.
2. «When the family falls apart, when parents abuse their children…when one
people tries to destroy another, we are concerned with defects of the soul.
But we have learned how to replace the soul with knowledge, with science».
Hacking, I.; Rewriting the soul, Princeton University Press, New Yersey, 1998,
p. 5.
3. Houellebecq, M.; op. cit. p, 110.
4. Freud, S.; «Informe sobre la electroterapia de los neuróticos de guerra» en
Obras completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 211.
5. Los cuales según Hacking incluyen entre otros hechos y como característica
la participación en ritos satánicos que incluyen torturas, sacrificios humanos
y canibalismo.
6. Lacan, J.; «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis»
en Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2002, p. 249.
7. Auster, P.; La invención de la soledad», Editorial Anagrama, Barcelona,
1994, p. 11.
8. Assoun, P-L.; El perjuicio y el ideal, Nueva Visión, Buenos Aires, 2001, pp.
54-55.
9. Al comienzo de su enseñanza, Lacan ha diferenciado la exactitud de la
verdad, así como también ha sostenido la diferencia entre el pasado y la
historia, lo cual marca que se trata más bien de cómo se escribe o lee ese
pasado que los hechos en si mismos
10. Lacan, J.; El Seminario, Libro 10: La angustia, Paidós, Buenos Aires,
2006, p. 69.

BIBLIOGRAFÍA
Freud, S.; «Duelo y melancolía» en Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu
Editores, Buenos Aires, 1979.
Freud, S.; «De guerra y muerte. Temas de actualidad» en Obras Completas,
Tomo XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979
Galiussi, R.; «El mundo feliz: ¿Un mundo sin sujetos?», en Revista El Sigma,
www.elsigma.com, año 2003.
García, G.; Actualidad del trauma, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2005.
Hacking, I.; Rewriting the soul, Princeton University Press, New Yersey,
1998.
Laurent, E.; Lost in cognition, Colección Diva, Buenos Aires, 2005.
Soler, C.; L´en-corps del sujeto. Barcelona, España: Ed. Collège clinique de
Paris, 2003.