El vocabulario de Michel Foucault: letra A. Aphrodísia

El vocabulario de Michel Foucault: letra A.

Aphrodísia
Ética. En gran medida los tomos segundo y tercero de Histoire de la sexualité están dedicados al tema de los aphrodísia, particularmente el segundo volumen, cuyo título, “El uso de los placeres”, traduce la expresión griega chrêsis aphrodisiôn. Se trata de un adjetivo sustantivado que los latinos tradujeron por “venerea” y del que el Suda propone como significación las “cosas” o los “actos de Afrodita” (actos queridos por la naturaleza, con los que asocia un placer intenso y a los que conduce por una fuerza siempre susceptible de exceso y revuelta) (HS2, 105). • A diferencia de la noción cristiana de “carne” y de la moderna noción de “sexualidad”, los aphrodísia no han sido objeto ni de clasificación ni de desciframiento. La problematización ética de los aphrodísia o, para utilizar el vocabulario foucaultiano, la modalidad en la que se han convertido en sustancia ética responde a una forma de interrogación diferente de la cristiana y de la moderna. Por un lado, más que la morfología del acto, lo que está en primer plano es su dinámica, esto es, la secuencia deseo-acto-placer, lo que liga estos tres elementos en modo tal que formen un conjunto inseparable. La interrogación cristiana y moderna, en cambio, se estructuró sobre la base de su separación (entre acto y placer, entre deseo y placer). Por otro lado, en cuanto objeto de interrogación ética, la problematización de los griegos se articula en torno de dos cuestiones: la cantidad y la polaridad. Respecto de la cantidad, la preocupación atañe a la intensidad de los actos y su frecuencia. De este modo, los aphrodísia caen dentro del campo de la virtud de la continencia y el vicio de la incontinencia. En cuanto a la polaridad, esto es, a los roles activo o pasivo que pueden desempeñarse en las relaciones sexuales, la preocupación de los griegos pasa por cierto isomorfismo con la situación que “por naturaleza” se ocupa en la sociedad: la actividad es propia del hombre y, más aún, del ciudadano; la pasividad, en cambio, de las mujeres y de los esclavos. De nuevo, a diferencia de la noción moderna, no nos encontramos aquí con la sexualidad concebida como algo común a hombres y mujeres. • En la clasificación de los placeres, los aphrodísia aparecen como inferiores. Esta inferioridad, sin embargo, a diferencia de la noción cristiana de carne, no depende del estado de naturaleza caída, del pecado de los orígenes, sino del hecho de que son placeres comunes al hombre y al animal. Pero, a pesar de esta inferioridad, la intensidad del deseo sexual, a través del cual la naturaleza asegura la continuidad de la especie, hace de ellos una preocupación ética mayor. En este sentido, desde el punto de vista de los placeres, la analogía entre los aphrodísia y los placeres de la mesa (la bebida y la comida) ha sido una de las constantes del pensamiento griego. • Brevemente, la interrogación ética de los griegos acerca de los aphrodísia se resume en la pregunta “¿cómo usarlos?”. No se trata entonces de una problematización del deseo o del placer, sino del ejercicio, de la chrêsis. En esta perspectiva nos encontramos con tres ámbitos fundamentales de preocupación: en relación con la salud, la dietética; en relación con la casa (oîkos), la económica; y finalmente en relación con la pederastía, la erótica (HS2, 47-62). Helenismo. Mientras que, como dijimos, en el segundo volumen de Histoire de la sexualité Foucault aborda la cuestión de los aphrodísia en los autores clásicos y en relación con el concepto de chrêsis, en el tercero, Le souci de soi, extiende el período de análisis y se sitúa en la perspectiva del “cuidado”, epiméleia. El análisis comienza por La clave de los sueños de Artemidoro y se extiende hasta Séneca, Galeno, Epicteto, Plutarco y Marco Aurelio, es decir, hasta el helenismo. Aunque la problematización moral de la experiencia de los aphrodísia permanezca dentro del encuadre definido en la época clásica, nos encontramos, sin embargo, con modificaciones significativas: una preocupación mayor por la conducta sexual (los médicos, atentos a los efectos de la práctica sexual, recomiendan la abstinencia y declaran preferir la virginidad al uso de los placeres), una mayor importancia acordada al matrimonio (los filósofos condenan toda relación que pudiera tener lugar fuera del matrimonio y prescriben una fidelidad más rigurosa entre los esposos), menor valor acordado al amor a los mancebos hasta alcanzar su descalificación doctrinal. En pocas palabras, un estilo más riguroso en el que se modifica la manera de definir la relación entre el sujeto y su actividad sexual (HS3, 50, 269). De la moral sexual del helenismo se apropiaron de forma masiva los autores cristianos. • Foucault aborda la cuestión de los aphrodísia en esta cultura del cuidado de sí mismo (nuevo contexto político marcado por la crisis de la pólis clásica y la aparición de una nueva forma de individualismo) en relación con el cuerpo, la esposa y los mancebos. Cristianismo. Como vemos, la continuidad de los códigos éticos de la conducta sexual entre la antigüedad y el cristianismo (HS2, 21 y ss.) es sólo una continuidad relativa. En la moral cristiana, la problematización de la carne ya no será una cuestión de “uso”, sino de desciframiento de los arcana del deseo por las formas y funciones de un conjunto de actos cuidadosamente definidos (HS2, 106), dando lugar así a una hermenéutica del deseo y del sí mismo. Véanse: Carne, Sexualidad.
Aphrodisia [143]: DE4, 215-216, 218, 302, 394, 397-399, 481, 487, 619, 621, 661-662. HS, 4, 21, 41. HS2, 41, 43, 44-45, 47-59, 61, 63-67, 77, 79, 92, 105-106, 112, 115, 123-124, 126-127, 130, 133-135, 142-143, 153, 156, 236, 242, 251, 257, 264, 274-275. HS3, 15, 42, 49, 53, 127, 129, 132-133, 139, 146, 148, 151-152, 154, 156, 158, 162-164, 168, 197, 199, 201-202, 206, 210, 214, 216, 222, 229-230, 233, 237-238, 242, 245, 253, 261.

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