El vocabulario de Michel Foucault: LETRA L. Libertad

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA L

Libertad
(Liberté). A menos que sea en términos negativos, ¿tiene sentido plantearse la cuestión de la libertad en Foucault? No se trata de una pregunta retórica; aparece planteada con toda claridad en la discusión con Chomsky. “El señor Chomsky parte de un número limitado de reglas con posibilidades infinitas de aplicación, mientras que Ud., señor Foucault, subraya la inevitabilidad de la ‘grilla’ de nuestros determinismos históricos y psicológicos, que se aplica también a la manera en que nosotros descubrimos nuevas ideas” (DE2, 484). ¿Qué sentido tiene, en efecto, plantearse el problema de la libertad en una filosofía que afirma la desaparición del sujeto o la “muerte del hombre”? En realidad, para comprender la noción foucaltiana de libertad es necesario partir, precisamente, de esta disolución del sujeto y del sentido que Foucault atribuye a la muerte del hombre. Según sus análisis, las ciencias humanas han nacido en el siglo XIX. Pero esta constitución del hombre en objeto de conocimiento es correlativa de un gran mito escatológico: “hacer de modo que este conocimiento del hombre sea tal que el hombre pueda ser liberado, por medio de él, de sus alienaciones, liberado de todas las determinaciones de las que no era dueño, que pueda, gracias a este conocimiento que tenía de sí mismo, volver a ser o convertirse por primera vez en señor y dueño de sí mismo. Dicho de otra manera, se hacía del hombre un objeto de conocimiento para que el hombre pudiera convertirse en sujeto de su propia libertad y de su propia existencia. Ahora bien, lo que ocurrió –y por ello se puede decir que el hombre nació en el siglo XIX– lo que ocurrió es que, a medida que se desplegaban todas estas investigaciones sobre el hombre como objeto posible del saber, aunque se haya descubierto algo serio, nunca se encontró este famoso hombre, esta naturaleza humana o esta esencia humana o lo propio del hombre. Cuando se analizó, por ejemplo, los fenómenos de la locura o de la neurosis, lo que se descubrió es un inconsciente y según un espacio topológico que no tenía nada que ver con lo que se podía esperar de la esencia humana, de la libertad o de la existencia humana; un inconsciente que funcionaba, como se ha dicho recientemente, como un lenguaje […]. Esta desaparición del hombre en el momento mismo en que se lo buscaba en su raíz no hace que las ciencias humanas vayan a desaparecer –yo nunca dije esto– sino que las ciencias humanas van a desplegarse ahora en un horizonte que ya no está más cerrado o definido por este humanismo. El hombre desaparece en la filosofía, no como objeto de saber, sino como sujeto de libertad y de existencia. Ahora bien, el hombre sujeto de su propia conciencia y de su propia libertad, en el fondo, es una especie de imagen correlativa de Dios” (DE1, 663-664). La noción foucaultiana de libertad se sitúa, en primer lugar, en el abandono de este mito humanista de una esencia del hombre. La libertad foucaultiana no es del orden de la liberación, sino de la constitución. • Por ello, se puede decir acerca de la libertad lo que Foucault afirma acerca del sujeto: “No es una sustancia. Es una forma, y esta forma no es sobre todo ni siempre idéntica a sí misma” (DE4, 718). O, para ser más precisos, no es la propiedad de una sustancia, sino una forma que tiene y ha tenido diferentes configuraciones históricas. También se puede decir sobre la libertad lo que Foucault afirma sobre el poder: “El poder no es una sustancia. Tampoco es un misterioso atributo cuyos orígenes habría que hurgar. El poder no es otra cosa que un tipo particular de relaciones entre los individuos” (DE4, 160). Para formular esta idea, Foucault se sirve de la expresión “prácticas de libertad” (DE4, 710). Éstos son tres temas que se encuentran, de hecho, íntimamente entrelazados en el pensamiento de Foucault. Más exactamente, el concepto foucaultiano de libertad surge a partir del análisis de las relaciones entre los sujetos y de la relación del sujeto consigo mismo, las cuales se denominan, en términos generales, poder. En el caso de las relaciones de poder que se establecen entre diferentes sujetos, podemos hablar de “libertad política” (en un sentido amplio, no reducido a lo estatal, a lo institucional); en el caso de las relaciones de poder que el sujeto puede establecer consigo mismo, hablamos de “libertad ética” o, también, utilizando un lenguaje más foucaultiano, de “prácticas de libertad” y “prácticas reflejas de libertad” (DE4, 711). En el primer caso, es decir, en las prácticas de libertad en sentido político, partiendo de la idea de que el ejercicio del poder es una manera de “conducir conductas” (DE4, 237), es posible calificar como libres aquellas formas de relación entre sujetos que, negativamente, no están bloqueadas, y en las que, positivamente, se dispone de un campo abierto de posibilidades; es decir, relaciones que son susceptibles de modificación. “El poder no se ejerce sino sobre ‘sujetos libres’ y en la medida en que ellos son ‘libres’. Entendemos por esto sujetos individuales o colectivos que tienen ante ellos un campo de posibilidad donde pueden darse muchas conductas, muchas reacciones y diferentes modos de comportamiento. Allí donde las determinaciones están saturadas, no hay relaciones de poder. La esclavitud no es una relación de poder cuando el hombre está encadenado (entonces se trata de una relación física de coerción), sino justamente cuando puede desplazarse y, al límite, escaparse. No hay pues un cara a cara del poder y de la libertad, con una relación de exclusión entre ellos (en todo lugar donde se ejerce el poder, desaparece la libertad); sino un juego mucho más complejo. En este juego, la libertad aparece como la condición de existencia del poder” (DE4, 237-238). En el segundo caso, es decir, en la libertad ética, esta disponibilidad de diferentes conductas, reacciones o comportamientos se ubica en un campo que se define por su reflexividad; en efecto, se trata de conductas, comportamientos y reacciones por medio de las cuales el sujeto se constituye a sí mismo, se da una forma. Foucault denomina “ética” a este trabajo por el que el sujeto se constituye a sí mismo; por ello afirma: “La libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma refleja que toma la libertad” (DE4, 712). Como vemos, la libertad, el sujeto y el poder no son tan sólo temas íntimamente entrelazados: la libertad es la condición de existencia del poder y del sujeto. A falta de libertad, el poder se convierte en dominación y el sujeto en objeto. Véanse además: Estética de la existencia, Éthos, Ética, Subjetivación, Poder. • Foucault se ha ocupado repetidas veces del concepto y del problema de la libertad en relación con los movimientos de liberación, las formas de alienación, la locura, la prisión y la ética de la antigüedad. Liberación. “Yo he sido siempre un poco desconfiado respecto del tema general de la liberación […]” (DE4, 709). Las razones de esta desconfianza se pueden resumir en dos puntos. En el caso, por ejemplo, de la liberación sexual o, en general, de la liberación del hombre, se supone la existencia de cierta naturaleza o fondo humano que habría sido aprisionado por diferentes procesos históricos y, por lo tanto, que basta suprimir los productos de estos procesos para que aparezca la naturaleza humana o, simplemente, el individuo tal como es en realidad, en su verdad natural. Para Foucault, en cambio, lo que llamamos el “sujeto” o “la naturaleza humana” no es independiente de los procesos históricos que le dan forma. Por ello, no se trata de liberación, sino de prácticas de libertad, es decir, de la forma que podemos dar a la subjetividad. En el caso de las luchas de liberación política (de los pueblos colonizados, por ejemplo), la liberación no es suficiente; obtenida la liberación, será necesario determinar las prácticas de libertad que definirán la vida política de estos pueblos. En definitiva, las luchas de liberación pueden ser una condición necesaria para las prácticas de libertad, pero, en todo caso, no son una condición suficiente. “La liberación abre un campo para nuevas relaciones de poder que hay que controlar mediante las prácticas de la libertad” (DE4, 711). • “Los recientes movimientos de liberación sufren por no encontrar un principio sobre el cual fundar la elaboración de una nueva moral. Tienen necesidad de una moral, pero no logran encontrar otra moral que aquélla que se funda en un pretendido conocimiento científico de lo que es el yo, el deseo, el inconsciente, etc.” (DE4, 386). • “Desde el siglo XVI, siempre se ha considerado que el desarrollo de las formas y de los contenidos del saber era una de las mayores garantías de liberación para la humanidad. Éste es uno de los grandes postulados de nuestra civilización que se ha universalizado en el mundo entero. Ahora bien, es un hecho ya constatado por la Escuela de Frankfurt que la formación de los grandes sistemas de saber ha tenido también efectos y funciones de esclavitud y de dominación. Ello conduce a revisar completamente el postulado según el cual el desarrollo del saber constituye una garantía de liberación” (DE4, 89). Véase: Lucha. Alienación, locura. En Maladie mentale et personnalité Foucault aborda el tema de la locura desde el punto de vista de la alienación. En este contexto, la cuestión de la libertad aparece en relación con las diferentes concepciones de la alienación. Para S. Tomás, la posesión del demonio no compromete la libertad del individuo. La posesión es posesión del cuerpo. A partir del Renacimiento, la posesión tomará un sentido nuevo, será posesión del espíritu y, consecuentemente, abolición de su libertad (MMPE, 77). El alienado moderno no es un poseído, sino un desposeído, precisamente, de su libertad. Pero no se trata de la libertad abstracta, sino de la libertad moderna: “en el siglo XIX, el enfermo mental es aquél que ha perdido el uso de las libertades que le ha conferido la revolución burguesa” (MMPE, 80). La alienación consiste en la transferencia de los derechos de la libertad individual del enfermo a otra persona (el médico, la familia). • En el capítulo III de la última parte de Histoire de la folie (“Del buen uso de la libertad”), Foucault analiza la relación entre el nuevo espacio asilar y la libertad de la locura. La internación ya no es más la abolición total y absoluta de la libertad, sino, más bien, un espacio de libertad restringida y organizada. Más aún, la libertad concedida a los “internos” es vista como un recurso terapéutico. Esta “libertad” permitida al loco permite que la locura ponga de manifiesto lo que aproxima el insensato al animal doméstico y al niño. “La locura no es perversión absoluta en la contra-naturaleza [la animalidad salvaje de la época clásica], sino la invasión de una naturaleza muy cercana” (HF, 544). Por ello, a fines del siglo XVIII, no se trata de la liberación de los locos, sino de una objetivación del concepto de su libertad. Según Foucault, esta objetivación ha tenido tres consecuencias: 1) En la reflexión sobre la locura ya no será cuestión, como en la época clásica, del no-ser y del error, sino de la libertad en sus determinaciones reales: “el deseo y el querer, el determinismo y la responsabilidad, lo automático y lo espontáneo”. 2) “En cuanto objetiva, esta libertad se encuentra, en el nivel de los hechos y de las observaciones, exactamente repartida entre un determinismo que la niega por completo y una culpabilidad que la exalta.” 3) “La locura, a partir de ahora, no indica más cierta relación del hombre con la verdad; relación que, al menos silenciosamente, implica siempre la libertad. Indica solamente cierta relación del hombre con su verdad. […] La locura ya no habla del no-ser, sino del ser del hombre, en el contenido de lo que él es y en el olvido de este contenido. Y, mientras que él era, en otro tiempo, Extranjero respecto del Ser, hombre de la nada, de la ilusión, Fatuus (vacío de no-ser y manifestación paradojal de este vacío), ahora está retenido en su propia verdad y, por ello mismo, alejado de ella. Extranjero respecto de sí mismo, Alienado” (HF, 636-637). Véase: Locura. Prisión. Para Foucault, resulta históricamente incorrecto y reductivo interpretar el funcionamiento de la prisión sólo en términos jurídicos de privación de la libertad. “Desde el comienzo del siglo XIX, el aprisionamiento penal ha cubierto, a la vez, la privación de la libertad y la transformación técnica de los individuos” (SP, 235). Véase: Prisión. Aphrodísia. En el volumen II de Histoire de la sexualité, L’Usage des plaisirs, Foucault aborda la problematización ética de los placeres a partir del eje libertad/verdad (HS2, 91-107). Para los griegos de la época clásica, contrariamente a cuanto se afirma a veces (Hegel), la libertad individual ha sido una preocupación mayor. “Esta libertad individual, sin embargo, no debe ser entendida como la independencia de un libre arbitrio. Aquello a lo que se enfrenta, la polaridad a la que se opone, no es un determinismo natural ni la voluntad de una omnipotencia; es la esclavitud y la esclavitud respecto de sí mismo. Ser libre respecto de los placeres es no estar su servicio, es no ser esclavo” (HS2, 92). Se trata entonces de una libertad activa, del dominio sobre sí mismo que constituye el carácter viril de la templanza. Este domino sólo se puede establecer a partir de la relación con el lógos, con la verdad (HS2, 99-103).
Liberté [923]: AN, 4, 7, 23, 29, 34, 100, 157-158, 196. AS, 23, 148, 161, 171, 260, 271, 273. DE1, 83, 85, 87, 90-95, 99-101, 105, 109, 111-112, 115-116, 118-119, 130, 136, 164, 167, 180-181, 220, 229, 231, 373, 398, 400, 415, 435, 515, 553, 556, 562, 583, 617, 654, 656, 659, 662-664, 666-667, 681, 684, 694, 738, 781, 788, 810, 832, 840. DE2, 68-69, 71-72, 118, 138, 145-146, 156, 164, 180, 184, 190-191, 226, 239, 265, 271, 290, 297, 302, 330, 346, 401-402, 410, 419, 429, 445-446, 463, 476, 484, 486, 488-489, 495, 497, 503, 508, 517, 536, 540, 625, 656, 678, 683, 707-708, 726-727, 801. DE3, 8, 69, 87, 92, 195, 240, 249, 260, 262, 285, 294, 297, 361, 364, 446, 455, 458, 461-463, 493-494, 497, 522, 539, 543-544, 550, 619, 634, 685, 714, 741, 767, 789, 791, 814, 818, 824. DE4, 8, 73, 77, 92, 130, 132, 160, 202, 206, 212, 236-239, 275-277, 289, 322, 325-328, 342, 344, 351, 368, 408, 414, 449, 485, 505, 513, 516, 518, 525-527, 553-554, 566, 570-571, 574-576, 578, 597, 628, 645, 667, 686, 693, 698, 703, 708, 710-715, 720-721, 727-729, 731, 733, 735-736, 738, 744, 746, 778-779, 782, 814. HF, 10, 36, 87, 92, 94, 109, 123, 126, 134, 136-137, 139, 174, 177-178, 183, 186-190, 195, 198, 201, 203, 208-209, 211, 218, 232-233, 256, 269, 292, 297, 301, 306, 315, 386, 412, 419, 424-426, 458-459, 460, 467, 491, 497, 500, 514, 516, 525-526, 528-529, 532, 534-537, 543-550, 552-555, 557, 571, 577, 583-586, 592-594, 596, 601-604, 608, 615, 619, 625, 633-637, 641-642, 650-652, 655-658, 667-668, 672, 674. HS, 63, 120, 159, 177, 216, 224, 231-232, 253, 260, 271, 279-280, 284, 289-290, 292, 295, 309, 348-350, 356-357, 364, 385, 393, 405-407, 428-429, 433. HS1, 13-14, 19, 38, 80-81, 114, 117, 119. HS2, 29-30, 41, 48, 91-94, 96, 99, 106-107, 111, 218, 222, 230, 251, 267-268, 273, 276-277. HS3, 47, 54, 62, 81, 95. IDS, 105, 125, 128, 131-132, 139-140, 148, 175-176, 179-180, 182-183, 191, 202. MC, 7-8, 102, 114, 130, 222, 224, 247, 279, 295, 303, 329, 396. MMPE, 15, 68, 77, 80-82, 88, 104. MMPS, 15, 68, 83, 86-87, 100, 103-104. NC, 9, 33, 38-39, 45, 48-52, 65, 68-70, 75, 79-80, 85, 98, 167, 206. OD, 58. PP, 31, 117, 154, 155, 228, 264, 276, 320. RR, 25, 88, 145, 177. SP, 16, 19, 21, 23, 26, 82, 94, 107, 109, 111-112, 116, 119, 122, 148, 234-235, 238-239, 243, 247-248, 250-251, 258, 261, 266, 270, 273-276, 288, 297-298.

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