Materiales, métodos y procedimientos (Aproximación a los perfiles de personalidad de los sujetos que realizaron delitos informáticos)

5.2 – Metodología de la investigación

5.2.1 – Tipo de estudio y diseño

En este trabajo de investigación nos encontramos con varios problemas a la hora de encuadrarlo dentro de los parámetros de la metodología científica.

En principio nos hemos decidido por considerar que trabajamos en un estudio que se orienta hacia lo cualitativo bajo un diseño no experimental, para lo cual apelamos a las siguientes consideraciones.

A partir del estudio de metodólogos como León y Montero, en lo específico de la ciencia psicológica, o Hernández Sampieri y otros desde la perspectiva de la investigación de las ciencias sociales, se observó que los perfiles de nuestro trabajo no encajaban con la misma claridad con la cual pudimos señalar y definir el campo de la investigación: el ciberespacio y la concepción virtual del mundo de los delincuentes informáticos.

Desde el punto de vista de León y Montero, la perspectiva descriptiva -que creíamos en un primer momento era el método apropiado- no encajaba porque para ello requería de instrumentos como la encuesta y la muestra multitudinaria. Tampoco desde el punto de vista de Hernández Sampieri el trabajo podía incluirse en su concepción descriptiva, porque también se apoyaba en la cantidad y relación directa con los objetos de estudio. Ambas posturas dentro del marco no experimental.

Desde luego que pensamos que podía tratarse del método del estudio de casos, ex post facto, pero tampoco soportaba al trabajo de investigación porque los elementos reunidos no permitían una articulación clara, que nos permitiera analizar los datos en profundidad y mucho menos concluir.

El universo elegido: el ciberespacio y la muestra tomada de él: los delincuentes informáticos presentaban un problema de base. La información publicada en soporte papel sobre ellos es mínima o inexistente; la mayor parte se encuentra inserta en la red Internet, y desde luego, que sólo podían tenerse en cuenta aquellos datos que se encontraban alojados en páginas creíbles. La otra dificultad, la presentaba la diferente forma de presentar los casos por parte de los organismos que controlan a la delincuencia informática: todos son similares, pero sin un método efectivo que uniformara la información. Había que elaborarla. Para ello volvimos a la búsqueda de un método de la ciencia psicológica que nos aproximara a nuestro tipo de estudio, sin descartar a los teóricos enunciados, y nos pareció adecuado el planteado por el profesor Marcos Ruiz Soler, de la Universidad de Málaga, quien introduce en su «Metodología de la investigación en las ciencias del comportamiento» (2000), los diseños observacionales, que desplazan lo descriptivo al objetivo de investigación, hace énfasis en el marco realista -en el sentido que este trabajo de investigación intenta ser un cable a tierra del delito informático, que aparece como virtual, pero es real-; frente a este fenómeno el control de las variables es aleatorio, por lo tanto se emparenta con los diseños no experimentales de León y Montero o Hernández Sampieri, puesto que no se tiene control sobre ellas, pero sí se advierte que es posible describir el fenómeno con pocas muestras, pero éstas son significativas por las lecturas que se pueden hacer desde la perspectiva de la metodología de la ciencia psicológica.

Es posible que la variable más controvertida en esta investigación sea el hecho que el trabajo de reconstrucción de las personalidades de los delincuentes informáticos sea a partir de la transformación de datos en documentos analizables, pues en Argentina no se cuenta -y en Mendoza son inexistentes- con muchos casos de delincuentes informáticos detenidos, por lo tanto la relación directa con hechos concretos, tangibles no se pudieron concretar.

Como instrumento para reconstruir -o construir- la personalidad de los delincuentes informáticos, nos basamos en uno propio de la sociología, la historia de vida. La historia de vida -así como la autobiografía- se inscribe dentro de la metodología cualitativa utilizada en las ciencias sociales. La importancia adquirida por este método merece analizarse. Para ello consultamos el artículo respectivo incluido en el Diccionario de Sociología.

El principio epistemológico que sienta Rickert cuando establece la distinción entre Ciencias Naturales y Ciencias de la Cultura, al señalar que estas son ciencias particularizantes, puede contribuir a entender la importancia de la consideración de la «conexión histórica de sentidos» -como lo denominara Dilthey- relativa a ese complejo mundo de relaciones que inciden sobre el fenómeno humano (es decir, cultural) que se quiere conocer (personajes, acontecimientos, pueblo, época, comunidad, etc.).

F. Ferrarotti habla, en este sentido, de «intencionalidad nomotética» e «intencionalidad ideográfica». Todo fenómeno histórico es tal porque se da en un tiempo y en un espacio dado, y en cuanto tal es irrepetible y único, como es la «vida». Es por eso que el historicismo destaque, en la consideración de cada fenómeno histórico-social, elementos como los que se detallan a continuación:

a) la conexión estructural de cada elemento de la vida histórica;

b) la conciencia de la «totalidad de la vida»;

c) el correlato o correspondencia hombre-mundo como unidad real y de comprensión;

d) la toma de posición de la conciencia del hombre frente al mundo, concebido ése como «millieu» histórico-cultural.

Dilthey sostenía que el individuo es el elemento sobre el cual sociedad e historia se construían. Para C. Javeau el «individuo» de Dilthey y el «hombre-medio» de Quételet hacen devenir los modelos concurrentes de las construcciones paradigmáticas propias de las Geisteswissenshafen, principalmente a la Sociología. Así Javeau habla de Weber y Simmel en tanto «epígonos» de Dilthey.

Es precisamente Dilthey quien pone el acento, en la primera etapa de su pensamiento, en el conocimiento de la vida como «vivida», es decir, como vivencia; de allí que privilegiara la introspección y promoviera una Psicología descriptiva y comprensiva. Con el tiempo, va corriendo el acento hacia la hermenéutica de la vida histórica. Por eso la importancia que atribuye al conocimiento de los materiales de los archivos, de las correspondencia, de las autobiografías, de los relatos de viajes y de las biografías. Estas últimas nos dan, precisamente, el «Geist» o espíritu de la época; él mismo lo intentó en sus biografías de Hegel y Scheleirmacher.

Dilthey percibió algunos decenios antes lo que Thomas y Znaniecki formularían en la década de los años veinte, a través de sus estudios sociales de la influencia de los valores culturales sobre los individuos colocados frente a una situación de cambio; en dichos estudios se destacan, como método sociológico, la correspondencia y las historias de vida de los campesinos polacos que emigraban a los Estados Unidos de América. No hay duda que la pretensión de Dilthey fue mucho más allá de lo que se propusieron los autores que estudiaron el tema polaco. Esta distancia que media entre el intento por elaborar una teoría inclusiva que funde la legitimidad de las Ciencias del Espíritu y las pretensiones de una teoría de alcance medio.

En la relación del pensamiento historicista alemán y el método autobiográfico, hay que señalar algo que hace a la historia del problema. Charlotte Bühler y Eduard Spranger, de gran influencia en los comienzos de la Psicología de la Personalidad, fueron discípulos de Dilthey, e introducen en la Psicología el uso del método autobiográfico como procedimiento para una comprensión total de la vida.

De modo que la historia personal emerge como método heurístico. Ya J. B. Vico, en 1731, había descrito el carácter sociológico del «singular». Historia de vida que interesa no sólo cuando se trata del «gran personaje», sino también en el común de las gentes, cualquiera sea el status de éstas.

Es historia -en cualquiera de los casos- de un proyecto único e irrepetible, singular. Aun las formas más agudas de masificación se dan desde la propia individualidad: el sujeto elige «no elegirse» o, al menos, no lucha con convicción contra condicionamientos de variado signo que oprimen su singularidad y libertad.

La historia de vida es individual pero por ser tal -en tanto correspondiente a un sujeto socializado en un tiempo sociocultural propio- es historia de lo social-global, en tanto internalizado a través de sucesivas mediatizaciones: familia, escuela, grupos de pertenencia y referencia, etc. En cierta forma, la historia de vida es a lo sociocultural lo que una célula es al organismo que integra: es individual, tiene entidad y vida propias, pero responde o tiende a explicar el «todo» al que pertenece. La historia de vida aparece como consecuencia necesaria de la revalorización del individuo como actor social. Actor que, más allá de sus condicionantes socioculturales y témporo-espaciales tiene características eminentemente propias; que son conjugadas y «actuadas» de diversas maneras: libertad, intencionalidad, sociabilidad, simbolicidad, eticidad, religiosidad, raigalidad. La historia de vida es el más difícil medio, pero uno de los más ricos en la investigación porque ahonda en la peculiaridad del «singular» para recomponer y comprender mejor el todo social-global en tanto conformado por el cruce y juego de significaciones y sentidos. El hombre aparece, así, como una «reapropiación singular y simbólica del universo social e histórico» (Javeau, Deltenre).

Ferrarotti descubre en la contextualización del método biográfico, de las historias de vida, la singular existencia histórica, entendida como Dasein, en la unidad permanente del ser-en-el-mundo; más allá de la ilegitimidad de la conclusión que este autor saca cuando, a continuación, afirma que en este ámbito el mismo investigador no sólo resulta externo al estudio sino que se le reconoce su activa participación en la dialéctica investigador-investigado.

Se trata de descubrir lo extraordinario que tiene lo ordinario. Pero este descubrimiento, para darse, necesita no sólo de prerrequisitos gnoseológico sino también éticos: el respeto al otro, el reconocimiento de la alteridad. En la atenta escucha del «otro», el objeto de estudio científico es reconocido también como sujeto. Se está así en presencia de un diálogo de dos interioridades; ambas buscan el autoconocimiento -en término de F. Ferrarotti, la resolución de la «ecuación personal»-, de modo de estar en mejores condiciones de vincular el sistema de la personalidad con los sistemas social y cultural. Esta «vuelta a la interioridad» deviene al mismo tiempo resolución de la «ecuación» socio-histórica.

El método representado por la historia de vida revaloriza la interacción como medio para investigar. El silencio del que escucha es tan activo como la palabra del testimonio.

Asimismo, este método cualitativo representa el tiempo existencial, imbricado -aunque no necesariamente sincronizado- con el tiempo histórico e institucional. Lo cotidiano no es más que el tiempo existencial en un contexto espacio-socio-cultural determinado. Contexto que obra como «paisaje» del texto narrado y, al mismo tiempo, como freno al psicologismo y a lo que Ferrarotti denomina «desviaciones paraliterarias»: es necesario un marco familiar, local, comunitario, social y ambiental en general donde insertar -y así mejor comprender- la historia de vida. El contexto obra como «control» no sólo del investigador sino también del investigado.

La sociedad es el producto de perpetuas interacciones entre los individuos y las estructuras, dentro de una temporalidad que confiere a los primeros sus destinos y a las segundas sus historias. Irreductibilidad, pues, del individuo, ya que «si se muere siempre solo, entonces se vive también siempre solo, aun en la más estrecha de las solidaridades.»