“Tenemos una sociedad que cambia permanentemente, es todo al instante, el
libro se vuelve aburrido. Lo otro es más interactivo.”
“Los chicos tienen otra predisposición. Cuando decimos que vamos a traer el aula digital se transforman para bien, lográs que lean, que participen, y te obliga a ponerte las pilas. Tienen mejor interpretación de textos también.”
Hay varios elementos para señalar en estas afirmaciones, algunos más apropiados y productivos que otros. Por un lado, muchos docentes sostienen una epistemología del siglo xviii que cree que hay una equivalencia inmediata entre ver y saber (“se graba más”, “lo incorporan más rápido”) que hoy está muy discutida (cf. Didi-Huberman, 2006; desde la psicología, De Vega y otros, 1996). Por otro lado, reconocen el valor de la interactividad y la rapidez como signos de época que los nuevos medios incorporan de manera mucho más eficiente (cf. Cabello, 2008; Gros, 2008). Este es un cambio y una toma de conciencia de que hay un elemento, la interactividad, que no es tan fácilmente asimilable a la acción pedagógica tal como se la venía desarrollando.
En tercer lugar, algunos plantean una relación directa entre nuevas tecnologías, diversión y motivación, repitiendo una construcción muy particular sobre lo divertido y lo aburrido que viene dada desde las industrias culturales, sobre todo las que se dirigen al público infantil, que sostienen que nada de lo académico puede ser entretenido, o generar interés o curiosidad (cf. Ito, 2009).
En cuarto lugar, admiten que el entusiasmo de los alumnos ejerce un buen efecto sobre ellos mismos y los conecta con su trabajo de una manera más productiva (“te obliga a ponerte las pilas”). Esto no es un elemento a despreciar en un contexto de malestar docente y de relación burocrática con el trabajo; al contrario, aunque más no fuera por esta consecuencia, debería valorarse la introducción de las nuevas tecnologías que permiten otro juego de espejos entre un mayor entusiasmo de los alumnos y un mayor entusiasmo de los docentes. Este tipo de comentarios señala la enorme oportunidad que la introducción de las nuevas tecnologías puede abrir para cambiar la posición de los docentes y de los alumnos en relación con la tarea escolar.
El quinto elemento que puede señalarse en las afirmaciones de los docentes es la identificación directa entre nuevo recurso y mejores aprendizajes. Sin dejar de tener optimismo y esperanza sobre los efectos positivos, sí cabría volver a las notas de cautela que mencionamos anteriormente sobre cierto empobrecimiento o superficialidad de las estrategias cognitivas que pueden estar ocurriendo con la introducción de los nuevos medios digitales en las aulas. La convicción de que, porque las tecnologías digitales tienen imágenes y estas suscitan el interés y se motiva a los alumnos, se produce automáticamente una
mejora en los aprendizajes, debería ponerse en cuestión.
En una investigación que ya mencionamos sobre los nuevos medios en la enseñanza, entrevistamos a los estudiantes secundarios sobre las experiencias que han tenido con imágenes en las escuelas (Dussel y otros, 2011). Todos las consideran altamente positivas, pero suelen recordar más la intensidad emocional que les suscitó esa experiencia que el contenido de la actividad en sí. En todos los casos dicen haber aprendido algo significativo, pero ese “algo significativo” no puede ser nombrado con términos o palabras que la cultura escolar identifica con contenidos conceptuales. Es probable que lo que ocurra,
ante la visión de una imagen de los planetas o de una película histórica, se vincule a lo que Henry Jenkins (2007) llama el “wow effect”, el efecto de la cultura mediática que busca sobre todo el impacto emocional y la identificación personal con los personajes de la pantalla, antes que un tipo de aprendizaje reflexivo y racional como el que quiere promover la escuela. Estas imágenes o historias impactantes parecen generar un encantamiento que se sobreimprime al contenido (cf. Dussel y otros, 2011) (3).
Algo parecido puede observarse en las opiniones de dos profesores de secundaria, más elaboradas que las que antes reseñamos. Ellos dicen:
“El pibe de hoy está atravesado por imágenes. No podés pretender que lea un
texto de 40 páginas. Vos le llevás el mismo texto resumido con un power, con
imágenes, el reflejo de la realidad que está estudiando, y relacionarlo con el contexto de lo que ocurre en nuestro país y en el mundo, y eso lo engancha y te
facilita a vos.”
“Vos le podés mostrar en vivo y en directo lo que está pasando, por ejemplo, ca-
lentamiento global, se lo podés ir mostrando, y ahí enganchas al pibe.”