Psicología del desarrollo: edad adulta, teorías de crisis normativa

Erikson (1950, 1968, 1985) explica el desarrollo humano, desde la infancia a la senectud, como una búsqueda de la identidad personal, a través de ocho etapas. La resolución positiva de cada etapa es de capital importancia para poder acceder a las etapas siguientes. El conflicto propicia el paso de una etapa a otra superior. Si esa «crisis» no se resuelve de forma satisfactoria, continúa demandando energía y causando dificultades. Por tanto, toda personalidad sana debe resolver la crisis de forma adecuada. La naturaleza de cada crisis es diferente y se caracteriza por una bipolarización (positiva-negativa).
De acuerdo con Erikson, el problema fundamental que se encara en la adultez es el de la generatividad frente al estancamiento. Respecto a la generatividad, Ericsson afirma que operamos dentro de tres dominios:
-el procreativo, que consiste en dar y en responder a las necesidades de la siguiente generación.
-el productivo, que consiste en integrar el trabajo a la vida familiar y cuidar a la siguiente generación, y
– el creativo, que consiste en hacer aportaciones a la sociedad en gran escala.
La alternativa de ambos sexos es el estancamiento y el sentido de ensimismamiento y de tedio. Algunos no perciben el valor de ayudar a la siguiente generación Psicología del Desarrollo de la Edad Adulta. Y tienen sentimientos recurrentes de llevar una vida insatisfactoria. Alcanzan pocos logros o rebajan los que han obtenido.
En la última etapa de la vida, con la octava crisis de integridad del yo frente a desesperación, la contradicción se expresa entre el deseo de envejecer satisfactoriamente y la ansiedad que producen los pensamientos de pérdida de autonomía y muerte. Durante este período se analizan los estadios anteriores, metas, objetivos fijados, alcanzados y no logrados, etc. El individuo entra así en un proceso filosófico orientado hacia la espiritualidad, las relaciones sociales y la búsqueda del envejecimiento satisfactorio (sabiduría), que según Erikson muy pocos individuos llegan a experimentar del todo.
Mencionaremos, para concluir este apartado, una última teoría que adecua la investigación a todo el desarrollo humano y se basa en el concepto de la psicología de los ciclos vitales (Baltes, 1990; Thomae, 1979). Esta concepción asume el continuo proceso de cambio y estabilidad de la persona desde el nacimiento hasta la muerte. En ella se considera que la variabilidad interindividual de los sucesivos cambios adquiere un mayor significado normativo con la edad.
Tres tesis caracterizan esta concepción (Thomae, 1979):
— 1. En cada etapa de la vida pueden observarse cambios psíquicos; también en la edad joven y madura.
— 2. Al mismo tiempo, en cada etapa, aún en la niñez y la juventud, aparece una constante de la conducta y la experiencia.
— 3. La variabilidad interindividual en la conducta y la experiencia queda demostrada en cada una de las etapas vitales.
En una posterior ampliación, Baltes propuso siete principios para su psicología del desarrollo del ciclo vital, de los que sólo mencionaremos los cuatro más importantes (Baltes, Lindenberger y Staudinger, 1998):

— 1. La idea central pone su acento en el desarrollo continuado, a lo largo de toda la vida. El desarrollo ontogenético es un proceso sin fin, en el que no existen momentos o espacios prioritarios. Siempre pueden ocurrir procesos continuos acumulativos o procesos discontinuos innovativos. Esto significa, dentro de una perspectiva orientada hacia los recursos personales, que todos los campos son igual de importantes para el desarrollo, teniendo siempre en cuenta las características, metas o exigencias particulares de cada edad.
— 2. El desarrollo de todo el ciclo vital está caracterizado por una multidireccionalidad y una multidimensionalidad inter e intraindividuales. La multidimensionalidad indica que el desarrollo no corre de forma paralela, sino diferencial, entre los distintos ámbitos de las conductas o recursos  y también dentro de esos mismos ámbitos (p.ej.: dentro de la cognición que puede referirse a una inteligencia fluida, como en la elaboración de la información, o a una inteligencia cristalizada, como en las estrategias cognitivas y la adquisición de conocimientos).
La multidireccionalidad indica que el desarrollo puede ir en direcciones
cualitativamente distintas (p.ej.: en la pérdida o estabilidad de los recursos).
Dentro de este contexto, también se discute, si pueden actuar nuevos
recursos a edades más tardías. Baltes, en oposición al concepto de desarrollo de Piaget, propone que pueden darse tales recursos, por ejemplo, en las competencias relativas a la adquisición de la experiencia y sabiduría.
— 3. En relación con este tema, se advierte que el desarrollo vital es un doble juego entre pérdidas y ganancias. Mientras que al principio predominan las ganancias, estas van cediendo con el paso del tiempo en campos concretos. Pero siempre, aún en edades superiores, pueden constatarse nuevos recursos, aunque no sean muy numerosos.
— 4. Un concepto básico es la plasticidad, que define la adaptabilidad intraindividual en los aspectos psicosociales. En una serie de estudios sobre el training con el método «Testing the Límits», en el que se entrena a las personas en el rendimiento de la memoria, hasta que ya no muestran nuevas mejoras, se comprueba que todavía puede alcanzarse una alta capacidad de mejora en personas mayores, manteniéndose las diferencias correlativas entre los distintos grupos de edad. Se distinguen tres tipos de plasticidad: el rendimiento de partida, es decir, el nivel adquirido sin entrenamiento alguno; la reserva de capacidad de inicio, es decir, el límite superior de los resortes disponibles activados (p. ej.: por medio de un gran interés y esfuerzo) y, por último, la reserva de capacidad de desarrollo, es decir, el nivel de rendimiento que puede adquirirse en el training y la intervención (Baltes, 1990, p. 12).