Psicopatología y Semiología Psiquiátrica: Psicopatología de la psicomotricidad o conación (trastornos)

1.4. PSICOPATOLOGÍA DE LA PSICOMOTRICIDAD (CONACIÓN)
A. TRASTORNOS DE LA PSICOMOTRICIDAD QUE APARECEN COMO CONDUCTAS Y ACTITUDES BÁSICAS DEL PACIENTE.
Agrupamos acá aquellos trastornos de la psicomotricidad que se presentan en el paciente, ya sea que esté solo o en relación con otros. Incluimos trastornos tales como Parkinsonismo, distonía aguda, boca de conejo, akaticia, mioclonías, coreoatetosis, ataxia y diskinesia tardía, por estar presente con mucha frecuencia en pacientes psicóticos tratados con psicofármacos, y en los cuales es muy importante hacer diagnóstico diferencial con otros trastornos de la psicomotricidad. Seguimos en este sentido el criterio de Jeffrey Cummings en su texto «Clinical Neuropsychiatry», 1985.
– Inhibición psicomotriz: trastorno de la psicomotricidad que consiste en la incapacidad total o parcial de expresar y/o ejecutar a través de la motórica, los deseos, impulsos, órdenes, temores e iniciativas. El enfermo habitualmente nota esta dificultad y se esfuerza por superarla. Hay pobreza de movimientos (hipocinesia), su expresividad facial y corporal es poco variada (hipomimia), y habitualmente se da con lentificación del pensamiento (bradipsiquia).
Ejemplo:
Una paciente joven, durante una depresión puerperal, permanece sentada en una misma posición durante toda la entrevista, moviendo lentamente las manos o la cabeza a intervalos. Su mirada es ansiosa y perpleja, da la impresión que quisiera contestar, pero no puede. Responde sólo algunas de las preguntas del entrevistador, y cuando lo hace, es después de una larga pausa, muchas veces asintiendo o negando con la cabeza o emitiendo un monosílabo con gran esfuerzo.
– Hipomimia: trastorno de la psicomotricidad caracterizado por pobreza y escasez de movimientos faciales, manteniendo una misma expresión o modificándola levemente.
Esta inexpresividad puede mostrar indiferencia, lejanía, apatía o profunda tristeza.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico paranoide, llamaba la atención por la verborrea de su relato, tocando los más variados temas, sin embargo, mientras hablaba, movía solamente sus mandíbulas, manteniendo casi estatuaria una misma expresión facial de indiferencia.
– Hipocinesia: existe un compromiso en la expresividad no tan sólo facial sino, además, corporal. Habitualmente se presentan juntas las hipomimia y la hipocinecia. El paciente no gesticula para acompañar su lenguaje verbal, ni hace movimientos espontáneos habituales durante ciertas situaciones. Durante la entrevista permanece en su misma posición por largos ratos, sin mover los brazos, cruzar las piernas o girar la cabeza como uno, esperaría.
– Acinesia: trastorno de la psicomotricidad caracterizado por ausencia total de movimientos expresivos faciales y corporales.
Ejemplo:
Una paciente esquizofrénica, de la cual carecíamos de antecedentes porque llegó al hospital sin compañía de familiares, hizo laboriosa su evaluación diagnóstica, ya que permaneció durante toda la entrevista callada, en una misma posición, con una expresión inamovible de rabia en su rostro.
– Estupor: trastorno de la psicomotricidad en el cual la inhibición ha llegado a su grado máximo. Hay una incapacidad total de expresión y ejecución de órdenes, deseos, temores e iniciativas. El enfermo puede o no tener conciencia de su estado, lo cual es muy difícil de precisar por el observador. Hay ausencia total de movimientos (acinesia), y el paciente permanece mudo (mutismo). Los enfermos con frecuencia no miran a nadie, pero pueden mirar a su alrededor. La expresión facial puede ser indiferente, o denotar sufrimiento, pesadumbre, perplejidad o angustia. En ocasiones rechazan los alimentos, e incluso el agua. Puede haber incontinencia de esfínteres o retención de orina y heces.
– Exaltación psicomotriz: trastorno de la psicomotricidad que consiste en un aumento de la actividad motórica y expresiva, con mayor iniciativa y espontaneidad, acompañado frecuentemente de mayor velocidad en los procesos del pensamiento (taquipsiquia). Sin embargo, toda esta hiperactividad le llega al observador como un comportamiento que si bien está acelerado y habitualmente persiste como armónico, los objetivos y metas aparecen inestables y cambiantes. El paciente no permanece inmóvil ni un instante, constantemente está haciendo algo o hablando, todo lo cual es observado como una psicomotricidad concordante con su afectividad.
– Agitación: trastorno de la psicomotricidad, en que están los elementos de la exaltación, pero donde predominan la inquietud motora y la impulsividad, y se pierde el carácter de coherencia y aparente sentido de la conducta del exaltado. Acá el paciente hace una serie de movimientos que traducen un estado de inquietud interna a punto de estallar; se retuerce las manos, se toma la cabeza, el cabello, mueve los pies constantemente, se levanta, se sienta, recorre la habitación, toca los objetos, etc. Puede la agitación llegar al estado de raptus, en el que los pacientes se rasguñan a sí mismo hasta la automutilación; gimen, insultan, lanzan ruidosas carcajadas que no vienen al caso, hasta caer en un estado de descontrol total, durante el cual intentan huir, gritan, agreden ferozmente, golpean ventanas, corren ciegamente contra puertas y paredes, atacan a cualquiera que se les ponga por delante, intentan quitarse la vida, etc. El estado de agitación puede presentarse bruscamente en sus formas más graves y no necesariamente se va intensificando gradualmente. Así por ej., de un estado estuporoso, el paciente puede pasar a un raptus en forma súbita.
Ejemplo:
Un paciente en fase depresiva presenta incongruencia entre una intensísima agitación psicomotriz y la inhibición del pensar. Durante una presentación clínica resulta imposible mantenerlo sentado, inicia movimientos expresivos que abortan, camina en múltiples direcciones como apremiado, se acerca y se aleja de los entrevistadores. Esta agitación se da en dramático contraste con la inhibición psíquica que presenta.
– Actividad facilitada: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente realiza una hiperactividad en relación a que cuanto discurre mentalmente le parece hacedero y lo pone en acción, sin presentar esa actitud reflexiva intermedia, entre pensamiento y obra. Inicia negocios descabellados, amores absurdos, trabajos improductivos e insólitos.
Ejemplos:
Un paciente hipomaniaco acaudalado cambia de nombre e iniciativa empresarial alrededor de 6 veces en el curso de 2 años, movido fundamentalmente por el entusiasmo que le despiertan comentarios acerca del mercado nacional, sin hacer los estudios de rigor del caso.
Una paciente en fase maniacal gasta todo su sueldo enjoyas que regala a sus amistades. Le vende la casa de la cual vive de sus rentas a un señor que conoce hace una semana y que le promete matrimonio.
– Fatiga: trastorno de la psicomotricidad que el paciente a menudo refiere como de sentirse capaz de iniciar actividades con motivación, competencia y buen rendimiento, pero a medida que transcurre el tiempo se va agotando con mucha rapidez, con lo cual baja su rendimiento, motivación y capacidad para proseguir con su tarea. Es habitual que este fenómeno se vea confirmado durante la entrevista. Al comienzo el paciente está interesado en lo que se le pregunta, desea comunicarse y se muestra cooperador. Poco a poco esta actitud declina, pudiendo llegar a la total indiferencia o si se siente exigido, angustiarse por cumplir las demandas del entrevistador, hasta llegar a la desesperación y quebrarse, llorar, agitarse o agredir. Es la llamada reacción catastrofal.
Ejemplo:
Un paciente alcohólico, con grave trastorno de personalidad y un deterioro psicoorgánico severo, durante la entrevista de ingreso fue sometido a algunas pruebas de rendimiento. A medida que transcurría la prueba, el paciente se fue mostrando cada vez más molesto e irritado, y su rendimiento era progresivamente peor. De pronto frente a una pregunta relativamente fácil, pero que a pesar de su esfuerzo no lograba entender, reclamó indignado, casi gritando desautorizando al grupo que presenciaba la entrevista, y al tipo de preguntas que se le hacían.
– Abulia: trastorno de la psicomotricidad que consiste en una inactividad producto no del desinterés como en la apatía, sino de la falta del aporte movilizador que ofrece la voluntad, que lleva a romper la inercia y realizar el acto o conducta.
Ejemplo:
De un interesante caso real de la criminología chilena. El análisis psicopatológico del acompañante del asesino, no sólo en el crimen en cuestión, sino en varias correrías delincuenciales, concluyó que se trataba de un psicópata abúlico, cuyo gobierno conductual era asumido por el actor principal a base de la falta de voluntad y de la entrega abúlica de aquél.
– Acciones impulsivas: trastorno de la psicomotricidad que consiste en la realización de acciones, no mediatizadas por la voluntad. Se imponen sin que pueda controlarlas el paciente, y sin siquiera alcanzar a luchar con ellas como en las compulsiones.
Deben diferenciarse de las acciones instintivas, las que pueden surgir sin decisión y sin lucha, pero como dice Jaspers, «bajo el control inaparente de la personalidad». Además, no son vividas con el carácter de inevitabilidad, sino que movilizadas por una fuerza instintiva incontenible.
Ejemplo:
Ejemplos de acciones impulsivas son las descargas agresivas repentinas de un paciente, que golpea la muralla o al médico, muerde, corre, etc. Un paciente refiere que caminaba por la calle y sintió el impulso irresistible de cantar a viva voz. Lo hizo, y luego tomó en cuenta que era un disparate y se silenció.
– Hipersexualidad: trastorno de la psicomotricidad a consecuencia de una exaltación del impulso sexual, que se traduce en una hiperactividad en relación a todo aquello que adquiere un carácter sexual para el paciente. Se le ve seductor, mirada lasciva, frecuentes chistes y alusiones a temas sexuales. Busca exageradamente el contacto físico y con evidente erotización.
Ejemplo:
Una paciente joven con un retardo mental leve, dice durante la entrevista de ingreso: «me mandaron para acá de mi pueblo porque mi papá y mi mamá están enojados porque a mí me gusta salir con hombres». Reconoce abiertamente que le gusta «hacer eso», que a veces lo hace hasta 4 ó 5 veces al día con distintos campesinos de su zona. No pide nada a cambio. Su actitud durante la entrevista es grotescamente coqueta, con sonrisas y miradas lascivas dirigidas con descaro a los varones del grupo.
– Hiposexualidad: trastorno de la psicomotricidad a consecuencia de una inhibición o apagamiento del impulso sexual, que se traduce en una apatía, evitación e hipoactividad en relación a todo aquello que tiene un carácter sexual para el paciente.
Ejemplo:
Un paciente deprimido refiere muy angustiado: «Dr. , no sé qué me pasa, yu antes era muy fijado en las mujeres, salía a menudo, hacía el amor casi todos los días con mi señora, y ahora nada de eso me interesa, no siento ganas».
– Coprofagia: trastorno de la psicomotricidad que se caracteriza por la presencia de un impulso irrefrenable a comer sus propias heces y/o tomar su orina. Su conducta a veces parece un juego, esparciéndolas en el cuerpo o en el ambiente para finalmente llevárselas a la boca e ingerirlas.
Ejemplo:
Una paciente catatónica crónica amanece un día con su cuerpo completamente embetunado con sus heces, de las cuales también había comido.
– Bizarrería: término que en español significa gallardo, valeroso. Su uso en este trastorno de la psicomotricidad proviene del francés. En este idioma significa extraño, disonante, de mal gusto y desadecuado. Las conductas bizarras son inoportunas, fuera de lugar, inesperadas y habitualmente grotescas. Esta bizarrería también se puede expresar en el lenguaje rebuscado, afectado, amanerado, siútico e inoportuno. O en la vestimenta sobrecargada, chillona, mal combinada, no apropiada para la ocasión, exagerada o grotescamente insinuante.
Ejemplo:
Un paciente hebefrénico compensado logra finalmente establecer una relación de pareja con una mujer que él tilda fascinado de «loquilla». En su primera salida a cenar en un restaurante público repleto de gente, el televisor encendido comienza una trasmisión en cadena iniciada por la Canción Nacional. La mujer se pone de pie en actitud marcial con la mano en la frente y muy seriamente se mantiene así mientras dura la trasmisión, con gran malestar de su acompañante que paralizado no pudo reaccionar.
– Desaseo personal: trastorno de la psicomotricidad que por perturbación del impulso el autocuidado, surge una actitud negligente con falta de conductas higiénicas y de cuidado personal.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico, profesional competente, viste un traje lustroso disarmónico, en colorido y en estilo. La dentadura desaseada y en pésimo estado. Las uñas largas. Anda desplanchado y su apariencia impresiona como de gran menoscabo para su nivel social y título profesional.
– Inhabilidad motora: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente presenta reducción de destreza para llevar a cabo algunas actividades, con dificultad o incapacidad para realizar tareas muchas veces simples.
– Apraxia: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente no puede llevar a cabo movimientos previamente aprendidos. Se reconocen básicamente dos tipos de apraxias. 1. Apraxia ideativa: el paciente fracasa al intentar realizar una secuencia de varios movimientos con cierta finalidad. Ej.: Doblar una carta, meterla en un sobre y ponerle estampilla. 2. Apraxia motora: el paciente no es capaz de llevar a cabo movimientos simples que antes realizaba espontáneamente. Ej.: señales de saludos, martillar, balancearse o silbar.
– Perseveración motora: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente tiende a repetir una acción recientemente realizada, dando la impresión al observador de que no logra desprenderse con facilidad o soltura de los actos previos consumados, los que se repiten e interfieren con las nuevas solicitudes de acción.
Ejemplo:
Este fenómeno se observa con claridad en pacientes deteriorados, sometidos a las pruebas de ensamblaje del Wais. Tienden a realizar el ensamblaje de la misma manera que lo hicieron en la prueba precedente.
– Ambivalencia intencional o ambitendencia: trastorno de la psicomotri cidad que se caracteriza por la expresión simultánea de tendencias a la acción totalmente opuestas, lo cual lo lleva a una actividad contradictoria alternante, o a la parálisis de la acción.
Ejemplo:
Un paciente catatónico, al tendérsele la mano en gesto de saludo, responde con una extensión y retracción de la suya alternadamente, y sin lograr definir el gesto.
– Tics: trastorno de la psicomotricidad que se caracteriza por un movimiento repetitivo, que surge sin poder ser controlado por la voluntad, generalmente con carácter significativo ya que se da en la esfera de la mímica y de los gestos, siendo muy uniforme en su reiteración. Este fenómeno es vivido por el paciente con desazón e inquietud por su inoportunidad, ya que los estados de tensión y de angustia aumentan su intensidad y frecuencia. Son guiños de ojo, fruncimiento de cejas, plegamiento de la frente, o movimientos de alisamiento del pelo, acomodo del cuello, etc.
– Temblores: trastorno de la psicomotricidad que consiste en la presencia de movimientos oscilatorios regulares, involuntarios y rítmicos, que aparecen en un segmento corporal. Son contracciones alternantes de músculos agonistas y antagonistas. Se localiza preferentemente en extremidades, pero puede aparecer en cabeza, cara, lengua y rara vez en el tronco. Se les clasifica en:
a) temblor de reposo, llamado también parkinsoniano. Es tosco, de 4-5 movimientos por segundo, aparece en reposo y desaparece o se aminora con los movimientos;
b) temblor de acción, el cual aparece al efectuar algún movimiento o cuando se mantiene alguna acción. Se acrecienta bajo la necesidad de dar precisión al movimiento. Existen distintas variedades: rápida (1-12 oscilaciones por segundo) y que afecta actividades habituales como la escritura e involucrando extremidades, incluso la cabeza; y lento (4-6 oscilaciones por segundo), que se observa en manos, lengua, pie y brazos.
– Distonías agudas: contracciones musculares sostenidas, que provocan posturas muy incómodas y anómalas, comprometiendo fundamentalmente la musculatura de la boca (trismo, apertura involuntaria, protrusión y torsión de la lengua), de los ojos (blefaroespasmo, trastornos del movimiento de giro, mirada fija), de la nuca (tortícolis e inclinación hacia atrás de la cabeza), y menos frecuentemente de la espalda pudiendo presentar opistótonos. A veces la marcha y el lenguaje se ven muy alterados. Pueden presentar elocución y respiración a sacudidas, con silbido y espuma en la boca por espasmo laríngeo. Este cuadro aparece en el 5% de los pacientes tratados con neurolépticos.
– Parkinsonismo: también llamado pseudoparkinson, es producido por el uso de neurolépticos en mayor o menor medida en prácticamente todos uso de neurolépticos en mayor o menor medida en prácticamente todos los pacientes. También se observa ocasionalmente en pacientes tratados con Sales de Litio.
Los signos fundamentales son:
a) Temblor de reposo, que cede con el movimiento, de predominio distal en extremidades superiores, de mediana frecuencia y amplitud, siendo exagerado por la emoción y por movimientos voluntarios de los segmentos corporales alejados.
b) Hipertonía, con una disminución de la pasividad, o sea, resistencia al desplazamiento pasivo de una extremidad durante el examen, pudiendo existir intermitencia en la resistencia; dando así el carácter de «rueda dentada». La hipertonía es plástica, o sea, al movilizar pasivamente un miembro, tiende a permanecer en la misma posición. La rigidez afecta los músculos de las extremidades y los del eje corporal (cuello y vértebras), y compromete globalmente todos los grupos musculares, agonistas y antagonistas, flexores y extensores. La rigidez es mayor en los músculos proximales. Su extensibilidad es normal.
c) Hipokinesia, caracterizada por amimia; pérdida de la mímica facial. Aquinesia, ausencia de movimientos espontáneos. Bradikinesia, lentitud y disminución de amplitud de los movimientos. Se observa, además, una pérdida de los movimientos asociados o sinérgicos: en la marcha no hay braceo; al pararse de la silla, lo hace sin llevar las piernas hacia atrás; al cerrar la mano, la flexión de los dedos no se acompaña del movimiento sinérgico de extensión del puño.
Durante el tratamiento con neurolépticos, el primer síntoma y a veces el único, puede ser una hipokinesia e hipomimia con mayor o menor grado de inhibición psicomotriz. Los pacientes se quejan de debilidad muscular y fatiga. Se observa una facie con expresión de máscara y un hablar monótono. Al caminar, mueven poco o nada sus brazos, y hay un apreciable período de latencia antes de iniciar un movimiento deseado. Puede llegar a presentarse una acinesia completa (síndrome acinéticoabúlico), y a veces como síntoma único y aislado.
Luego de unos días de iniciado el cuadro hipocinético puede aparecer rigidez mínima, difícilmente perceptible al examen, pasando por grados medios, en que el paciente presenta alguna resistencia a los movimientos pasivos; grados moderados, con una resistencia claramente definida y persistente; grados moderadamente severos, en que la resistencia se presenta en los movimientos activos y pasivos, pero lográndose mover la extremidad. Se considera compromiso severo cuando la resistencia es tal que los movimientos se realizan con mucha dificultad. La rigidez es extremadamente severa, cuando el paciente está prácticamente «congelado». Estos criterios son los utilizados por ChowinardRoss Chowinard en su escala de evaluación de síntomas extrapirami-dales.
Más ocasionalmente puede aparecer temblor. Éste es rítmico, de baja frecuencia (4-6 Hertz), gran amplitud, de reposo, y desaparece durante el sueño.
– Boca de conejo: es un síntoma extrapiramidal poco frecuente, provocado por el tratamiento neuroléptico, que consiste en movimientos periorales de masticación, rápidos, similares a los realizados por los conejos. Los movimientos tienen una frecuencia de 5 ciclos por segundo a lo largo de un eje vertical, y comprometen la musculatura oral masticatoria y habitualmente excluyen la lengua (Todd, 1983).
Algunos lo describen como un ligero temblor de los labios, similar al de Parkinson.
Se diferencia de una diskinesia tardía por su mayor frecuencia, los movimientos son más regulares y su tendencia a no comprometer la lengua.
– Akatisia: trastorno de la psicomotricidad provocado por el uso de neurolépticos, en el cual el paciente refiere una necesidad subjetiva de mantenerse en constante movimiento. No puede estar quieto, ya sea sentado ya parado, y se siente impelido a moverse y pasear de un lado a otro. La intensidad del compromiso varía. Algunos necesitan mover los pies como zapateando y cambiar continuamente de posición en la silla, otros más gravemente comprometidos, no pueden permanecer ningún momento quietos ni en un lugar fijo.
– Mioclonías: contracción y/o sacudida brusca e involuntaria de un músculo o grupo de músculos. Se ve con muy poca frecuencia en relación al uso de antidepresivos o litio.
– Coreoatetosis: los movimientos coreoatetósicos se presentan a consecuencia de una variedad de psicofármacos, entre los cuales se incluyen antidepresivos, metilfenidato, carbamazepina, metadona y litio (Cummings, 1985). Son movimientos de tipo coreico y atetósico, que habitualmente se dan en forma simultánea, predominando uno u otro. Excluimos acá los del tipo diskinesia tardía.
a) Movimientos coreicos: involuntarios y espontáneos, irregulares y arrítmicos, bruscos y rápidos, de amplitud considerable, predominando en los segmentos proximales de los miembros, sobre todo los superiores. Es un movimiento que simula un acto motor voluntario pero ilógico, sin finalidad útil. Aparece tanto en reposo como en los movimientos voluntarios, perturbando considerablemente la ejecución correcta de éste. El movimiento coreico se exagera con la emoción y desaparece durante el sueño.
b) Movimientos atetósicos: involuntarios y espontáneos, irregulares y arrítmicos, pero lentos, de escasa amplitud y de predominio distal a diferencia del coreico. Tiene el aspecto de un movimiento reptatorio u ondulante a diferencia del coreico que simula un movimiento voluntario. Se trata de un movimiento lento de flexo-extensión y aducciónabeducción de las manos, acompañados de flexo-extensión y prono-supinación del puño, simulando así un movimiento reptante, tentacular. Aparece tanto en reposo como en movimiento, perturbando la realización de actos motores fisiológicos. Se acentúa con la emoción y desaparece durante el sueño.
– Ataxia: trastorno psicomotriz que puede ser producido por el uso de litio, a veces con rangos normales de litemia. También se ve a consecuencia del uso de dosis altas de barbitúricos o benzodiazepínicos.
La ataxia se objetiva por los siguientes signos:
a) Dismetría: el paciente tiene una falta de medida del movimiento. Lo inicia lentamente, continúa rápido y se frena en forma brusca, antes de llegar a su objetivo.
b) Temblor: Sacudidas más o menos amplias e irregulares que aparecen al inicio y al final del movimiento.
c) Discronometría: Retardo en el inicio de la contracción al estrechar la mano del observador.
d) Adiadococinesia: Incapaz de realizar movimientos opuestos en forma sucesiva, por ej. de pronosupinación alternados.
e) Alteración grafológica: Letra irregular, muy grande.
f) Dificultades de equilibrio en la marcha, trastornos en la coordinación y el tono. Al estar de pie tiene que aumentar la base de sustentación.
– Diskinesia tardía: con este término se engloban una serie de movimientos anormales, que aparecen tardíamente después de terapias con neurolépticos. Los movimientos son involuntarios a hipercinéticos, varían de localización y forma de aparición, pero hay algunos que son los más frecuentes y típicos. Cummings (1985) hace una buena descripción clínica de la diskinesia tardía: «La expresión más frecuente de la D.T. es el síndrome buco-linguo-masticador, en el cual el paciente tiene continuos movimientos de la boca, mandíbulas y lengua. La lengua protuye, se tuerce y enrosca dentro de la boca y fuera de ella, con movimientos conocidos como `la lengua arquero volador’ y el `signo del bombón’ (distensión de la mejilla por movimientos de la lengua, dando la impresión de que el paciente tiene un bombón en su boca). Hay movimientos masticatorios de la mandíbula, laterales, de abrir y cerrar, combinados con una variedad de movimientos de los labios, como de succión y pucheros. A raíz de éstos, el paciente puede presentar hipertrofia de la lengua y de los músculos maseteros».
«La segunda área del campo más frecuentemente comprometida en la D.T. son las manos y la musculatura del tronco que interviene en la respiración. Las manos presentan movimientos coreoatetósicos con flexión-extensión, torción y abundantes movimientos de los dedos, que se hacen más evidentes cuando el paciente camina o se concentra en otras actividades que no impliquen el uso de las manos. El compromiso de la musculatura abdominal es frecuente, y producen irregularidades en la frecuencia, ritmo y amplitud de la respiración, que interrumpe el pattern respiratorio normal del paciente y también la fluidez de su discurso».
«Compromiso de los pies es menos frecuente, pero no escaso. Consiste en flexión y extensión de los tobillos y dorsoflexión de los dedos. Los movimientos de las extremidades son bilaterales, pero no necesariamente simétricos».

B. TRASTORNOS DE LA PSICOMOTRICIDAD QUE SE MANIFIESTAN EN LA RELACIÓN CON LOS OTROS.
Agrupamos acá aquellos trastornos de la psicomotricidad que surgen en el paciente que se encuentra frente a otras personas.
– Facilitación del contacto: el paciente se relaciona con una excesiva cercanía física y confianza, sin guardar la adecuada distancia social que correspondería a la situación y al grado de intimidad que tiene en su relación con los demás.
Frente a personas o ambientes con los que se encuentra por primera vez, hace comentarios fuera de lugar, tutea, agrede o seduce, dando la impresión al observador de que vive todo con una excesiva familiaridad, a pesar de que la respuesta del ambiente no sea concordante con la relación que él impone.
Ejemplo:
En el contexto de una declaración judicial, el citado empieza por tutear al juez, cosa que corrige después de una severa amonestación, pero termina su declaración despidiéndose desenfadadamente de «los compadres» presentes, los cuales invita a tomarse «un tragó’.
– Adhesividad: en su relación con los demás, el paciente tiende a quedarse como pegado al otro, presentando una curiosa dificultad de desprenderse del vínculo establecido. Establecen un contacto que algunos han llamado viscoso, aludiendo al comportamiento de ciertas substancias que si uno las separa, no lo hacen en forma brusca sino que se desligan gradualmente. El paciente no se retira cuando la entrevista ya finalizó. Siempre tiene otra cosa que decir. Una vez que se para por insinuación directa del terapeuta, continúa hablando. Ya en la puerta hace una pregunta que requiere largo tiempo contestar, y no es poco frecuente que a los pocos segundos de haberse retirado vuelva a interrumpir, por alguna nimiedad que le quedó pendiente.
– Evitación del contacto: a la inversa de lo anterior, aquí el paciente evita relacionarse con los demás, y cuando lo logra, se le ve distante y lejano – A pesar de la solicitación de un contacto más estrecho, por parte de¡ otro, el paciente no modifica su actitud.
Ejemplo:
En los patios de crónicos de los hospitales psiquiátricos, se observan pacientes esquizofrénicos que pasan todo el día aislados, que evitan a sus compañeros y al personal auxiliar, y cuando uno camina por sus aposentos, se deslizan hacia otros lugares evitando el encuentro.
– Pseudocontacto: se establece una relación con el paciente, que a primera vista pudiera parecer adecuada y cercana. Si alguien escuchara una grabación de la entrevista, difícilmente pudiera notar alguna dificultad. El paciente coopera, responde las preguntas, e incluso toma la iniciativa a ratos. No es en el contenido de su diálogo donde se manifiesta este fenómeno, sino en la expresividad con que acompaña al relato, que aunque difícil muchas veces de apreciar, denota ausencia, lejanía y falta de interés por quien está al frente.
Ejemplo:
Cada cierto tiempo acuden a nuestro servicio pacientes cuyo motivo de consulta son desórdenes conductuales, drogadicción o alcoholismo. No hay productividad psicótica. Gran parte de la discusión diagnóstica se centra en el contacto del paciente, y con cierta frecuencia sólo el tiempo nos desmiente un contacto que creíamos conservado, pero que, sin embargo, era una apariencia de contacto. Lo habíamos diagnosticado como un trastorno de personalidad grave, ya sea borderline, infantil, paranoide o, incluso, histérico, y la evolución y más correcta apreciación del contacto nos muestran que se trata de una esquizofrenia.
– Negativismo: trastorno de la psicomotricidad en que los pacientes se oponen a todo cambio o modificación en su estado, posición o actitud, y evitan la aproximación. Si se les habla se van a un rincón, si se les saluda no responden, miran para otro lado. En casos más severos se ponen rígidos cuando se les va a examinar, pudiendo llegar al estupor negativista, en que la contracción rígida de la musculatura es tal, que el paciente puede ser alzado de la cama cogiéndolo de una mano. Se divide el negativismo en activo y pasivo, a base de la sensación de participación que nos dan los pacientes en su actitud de rechazo. Los pasivos dan la impresión de que no se inmutaran frente a los requerimientos del medio ambiente; en cambio, en los activos, pareciera que están decididos a no cooperar, llegando muchas veces a emitir conductas en relación a lo solicitado o esperado, pero que son todo lo contrario de lo demandado. El negativismo como tal, presenta una discontinuidad incomprensible. En forma absolutamente impredecible el paciente realiza lo solicitado.
Ejemplo:
El negativismo de un paciente catatónico era pasivo y activo. No cooperaba en absoluto en la entrevista, permanecía mutista con la cabeza hacia abajo. Cuando se le daban órdenes simples, hacía todo lo contrario. Si se le solicitaba entrara a la oficina, se retiraba, si se le pedía que se sentara, se paraba, y si se le decía que se parara, se sentaba.
– Oposicionismo: aquí el paciente tiene también una actitud contraria a lo requerido o esperado, pero a diferencia del negativismo, es constante y perdurable y puede ser defendida con argumentaciones. Es una conducta de mayor control volitivo, pudiendo el paciente llegar a ceder frente a una persuasión convincente y sin que ofrezca reaparición posterior.
Ejemplo:
Una paciente con una disociación reactiva histérica, no responde a ningún requerimiento durante la entrevista y ha sido hospitalizada en contra de su voluntad. Se muestra taimada y rechazante durante todo el primer día de su hospitalización. Bajo sugestión hipnótica la paciente va cediendo y termina por comunicarse normalmente.
– Obediencia automática o automatismo al mandato: trastorno de la psicomotricidad en el que el paciente obedece con inmediatez y sin mediar reflexión ni decisión, instrucciones simples referidas al presente. Es un fenómeno inverso al negativismo.
Ejemplo:
Una paciente catatónica durante la entrevista de ingreso, súbitamente se paraba y se retiraba de la sala resuelta a irse. Cuando iba caminando por el pasillo, bastaba decirle, «Venga a tomar asiento», para que la paciente diera media vuelta y regresara a continuar la entrevista.
– Ecopraxia: el paciente reproduce diversas acciones que ve efectuadas por otros, sin reflexión ni decisión, en forma inmediata y automática. Pueden ser gestos, expresiones, movimientos, actos, etc.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico imitaba los gestos del entrevistador, se llevaba la mano al pelo, se agachaba y paraba inmediatamente después que el médico iniciaba el acto.
– Ecolalia: el paciente se ve impedido a repetir en forma automática lo que escucha, o lo que dicen sus alucinaciones.
– Mutismo: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente no habla, sin que exista un compromiso neurológico que lo explique. Es habitualmente una forma de negativismo activo del lenguaje.
– Logorreico: trastorno de la psicomotricidad referida al lenguaje, en el que el paciente usa un discurso copioso, continuo e incontenible, acelerado, pero coherente.
– Mímica anticipatoria: el paciente realiza gestos y movimientos expresivos, antes de emitir la idea que quiere comunicar a través de la palabra. Su gesticulación, habitualmente con las extremidades superiores, está desfasada, adelantada al lenguaje hablado, por breves décimas de segundos. Esta latencia se hace mayor mientras más grave es el trastorno.
– Conducta agresiva: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente se comporta de una manera destructiva, a nivel de sus actitudes, verbal izaciones, o su accionar corporal, frente a su entorno. Se denomina heteroagresividad cuando está dirigida hacia el entorno y autoagresividad cuando es dirigida contra sí mismo.
NOTA:
Algunos de estos elementos psicopatológicos como el negativismo, la obediencia automática, la ecopraxia y ecolalia, el mutismo, se dan en la constelación catatónica junto a alteraciones de la psicomotricidad que el paciente muestra, ya no en relación con los otros, sino reducido a sí mismo, y que en total integraremos en seguida como serie catatónica específica.

C. TRASTORNOS DE LA PSICOMOTRICIDAD, QUE CONFIGURAN GRUPOS CLÍNICOS ESPECÍFICOS
– Serie Catatónica: agrupamos acá una serie de trastornos de la psicomotricidad, que presentan características peculiares y tienen en común el manifestarse en un ámbito clínico constante. Es característica común instalarse frecuentemente en forma súbita y sorpresiva, darse en un área intermedia entre lo automático y lo voluntario, y aparecer como movimientos, actos y conductas carentes de finalidad evidente.
a) Catalepsia: el paciente presenta una rigidez completa, pudiendo mantener posturas forzadas y agotadoras por largo tiempo. Las mantiene contra todo intento del examinador de cambiar su posición, oponiendo fuerzas contrarias con sus músculos y sometiéndose a desplazamientos en bloque, antes que variar la posición asumida. Así un paciente permanece largo rato suspendido horizontalmente con el solo apoyo del cuello y el tobillo en el respaldo de dos sillas.
b) Flexibilidad cérea: también llamada catalepsia cérea o flexible, corresponde a un trastorno de la psicomotricidad en que el paciente suprime los movimientos espontáneos, no ofrece resistencia ni rigidez frente a la movilización de sus miembros por parte del examinador. Habitualmente se quedan inmóviles, en posiciones estatuarias impuestas al levantarles los brazos, girar la cabeza, levantar una pierna y hasta doblar el tronco. Después de un tiempo puede volver lentamente a otra postura, a veces también insólita, o cambiar bruscamente a una posición más natural, pero en la cual se aprecian residuos de la postura originalmente impuesta.
c) Pseudoflexibilidad cérea: denominación acuñada por Bleuler, quien la consideró un grado moderado de flexibilidad cérea. Los pacientes tienden a mantener las posturas movilizadas por el examinador, pero menos tiempo y más segmentariamente. En algunos casos los pacientes se anticipan a la menor insinuación de parte del terapeuta, tomando la dirección del movimiento deseado, como si la adivinaran, llegando a veces a excederse en el movimiento. Este fenómeno se ha ligado con el automatismo al mandato.
d) Catalepsia rígida: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente presenta una rigidez completa, pudiendo mantener posturas forzadas por largo tiempo, las que sostiene contra todo intento del examinador de cambiar su posición, ya sea haciendo fuerza contraria con sus músculos o moviéndose en bloque, evitando así modificar la postura asumida. Este fenómeno está ligado al negativismo. La catalepsia rígida sería lo contrario a la pseudoflexibilidad cérea.
e) Cataplexia: consiste en la pérdida total y súbita del tono muscular normal, debido a lo cual el paciente cae en un estado de colapso motriz, con acinesia, mutismo y caída desplomada. Este episodio es de corta duración, en que al ser examinado, el paciente está en relajación total. Se da con lucidez de conciencia, confirmado poste-riormente por el claro recuerdo del episodio.
f) Parakinesias: el paciente realiza movimientos sin sentido e inadecuados a la situación en que se encuentra.
g) Automatismos: el paciente realiza complejos y elaborados actos y movimientos, los cuales, si bien normalmente están vinculados a esferas voluntarias, son vistos por el observador como involuntarios. El paciente vive este fenómeno con distintos grados de propiedad e imposición; puede ignorar la motivación y el propósito de su acción, pero también luchar activamente contra el impulso, aun propio, o sentirlo como un mandato impuesto, hasta vivirlo como si sus actos ya no les pertenecieran. Esto lo conduce con frecuencia a interpretar que sus actos son influencia de otras personas. Este aspecto psicopatológico está ligado a un trastorno de la funcionalidad del yo, con pérdida de la propiedad vivencial, y de la función judicativa con productividad delirante.
h) Estereotipias: el paciente presenta una continua repetición de movimientos, actitudes, posiciones, lenguaje y conductas, de carácter rítmico, vigoroso, de diverso grado de complejidad, y carentes de sentido pragmático. La actitud del paciente frente a ellas puede ir desde el vivirlas como actos normales sin reparo manifiesto, hasta tratar raramente de suprimirlas o interrumpirlas para realizar un acto necesario y con sentido, o hacer un paréntesis en su quehacer normal para llevar a cabo la estereotipia.
El término estereotipia, aunque se usa preferentemente en relación a la interacción de actos psicomotrices, tiene también una connotación más extendida, al hablar de pensamiento estereotipado, afectos estereotipados, delirios estereotipados, alucinaciones estereotipadas, etc. Aquí el acento está puesto fundamentalmente en lo repetitivo del fenómeno. Su diferencia con la perseveración reside en que en ésta lo que se repite es el pensamiento o la acción que precedió inmediatamente al solicitado en el momento. En tanto que la estereotipia se independiza de la secuencia temporal.
Las estereotipias suelen modificarse con el tiempo, tendiendo a la abreviación, lo cual a veces las hace más extrañas y difíciles de reconocer como tales.
Formas diferenciadas de estereotipias son:
* Estereotipias cinéticas: son las estereotipias en las que se enfatiza el movimiento y que van desde algunas muy simples, como resoplar, flotar, empujar, hasta otras más complejas como la observada en un paciente crónico de nuestro hospital que mueve todos los dedos cubiertos de anillos de lata, haciéndolos castañear; luego se arrodilla, levanta los brazos, vuelve a emitir los ruidos, se reincorpora, hace movimientos giratorios con la cabeza, y finalmente aplaude con ambas manos, para posteriormente repetir la secuencia.
* Estereotipias verbales y verbigeraciones: es la repetición continua de una misma palabra, que se intercala periódicamente en el discurso, sin que tenga ningún sentido ni relación con la frase expresada, y, además, con un carácter insólito, a diferencia de las llamadas muletillas verbales.
Ejemplo:
Una paciente esquizofrénica crónica discurría: «Nosotras la lamparita votiba del regreso, la votiba del santísimo, la votiba que tenemos guardada…», y así insertaba reiteradamente en su secuencia de frases disgregadas la palabra votiba.
* Estereotipias posturales: alude a posturas repetitivas que el paciente adopta y que no cumplen ninguna función ni se les rescata sentido alguno. Formas de permanecer en cama muy extrañas y rebuscadas, se paran en los pasillos de una manera idéntica y rara, se sientan a la mesa siempre de la misma forma, muchas veces incómoda.
* Estereotipias de lugar: se refiere a la elección repetitiva de un lugar por parte del paciente permaneciendo en él, o realizando algún movimiento estereotipado pero reducido a ese espacio. Estos pacientes irán siempre al mismo rincón de su pieza, ocuparán un mismo lugar en el patio, se sentarán en un mismo puesto a la mesa y lucharán por mantenerlo si se lo ocupan, o bien tocarán el mismo mueble un número de veces, y en el mismo punto.
Ejemplo:
Una enferma esquizofrénica todos los días barría un mismo lugar más allá de lo útil, luego se sentaba en una esquina durante el resto del día.
* Pensamiento estereotipado: es la repetición reiterada, muchas veces en una misma secuencia de una idea o pensamiento. Este fenómeno puede llegar a tal extremo, que el paciente comunique siempre lo mismo, en la misma secuencia, en todas las entrevistas, y a veces durante toda su vida.
Ejemplo:
Una paciente esquizofrénica a través de numerosísimas sesiones expone y describe siempre no más allá de tres contenidos en una misma secuencia. Primero pregunta qué le hicieron en su primera hospitalización. Luego acepta ser esquizofrénica y pregunta cuánto tiempo tiene que tomar medicamentos. Finalmente reclama porque su familia le impide pololear. La secuencia se emancipa de las respuestas que se le den, y surge siempre con el mismo orden.
i) Amaneramientos o manierismos: trastorno de la psicomotricidad en el cual los actos pierden su normal simplicidad y espontaneidad debido al agregado de movimientos innecesarios que complican su ejecución y le dan un carácter barroco. Ese agregado superfluo configura actos ridículos y bizarros que llaman la atención del observador dándole la impresión de que el paciente intenta representar algo que no es, lo que acentúa el carácter burdo de sus actos. Bleuler consideraba inicial-mente a los amaneramientos como imitaciones de personajes o de situaciones especiales. Como el típico paciente que va con un brazo hacia atrás doblado en la espalda, y el otro adelante con la mano metida entre los botones de su chaqueta, imitando a Napoleón. Las imitaciones pueden ser de poses, actitudes, vestimentas, etc., ya sea de conductas globales o de gestos aislados. Los pacientes hacen muecas, se sientan con aires de gran señor, en el lenguaje emplean toda clase de énfasis, usan términos rebuscados, recurren a artimañas como hablar en infinitivos, diminutivos; usan palabras extranjeras con una pronunciación afectada, hablan métricamente, usan ritmos peculiares, etc. Los amaneramientos son siempre inapropiados a las circunstancias y pronto se convierten en caricaturescos. Generalmente se tornan estereotipados y en este caso se les denomina estereotipias modificadas.
Ejemplos:
Un paciente esquizofrénico que después de lograr un título profesional penosamente alcanzado, describe su regreso al pueblo diciendo «yo esperaba un sonar de campanas, pero la gente ponía la cara en atención de otras cosas».
A un paciente le preguntamos untamos la edad, y decía «adquirí el derecho a la identidad hace 28 años».
j) Muecas: trastornos de la psicomotricidad que consiste en la presencia de movimientos faciales sin sentido e inapropiados a la situación, que pueden ser voluntarios o involuntarios, pero que el paciente aparenta que podría controlar.
k) Musitación: trastorno de la psicomotricidad en que el paciente murmura constantemente y cuchichea, como si hablara quedamente consigo mismo.
l) Monólogo: trastornos de la psicomotricidad en que el paciente habla en voz alta, con gestos y ademanes, como dirigiéndose a un interlocutor o a un auditorio inexistente.
Trastornos de la Psicomotricidad por Alteración del Impulso de Tipo Compulsivo: agrupamos acá aquellos trastornos de la psicomotricidad que están movilizados por un trastorno previo del impulso y que son vividos por el paciente como un imperativo y arrollador deseo que no logra controlar y frente al cual carece de libertad. Los hemos definido como de «tipo compulsivo» según algunas clasificaciones que los agrupan así, por ejemplo, Freedman y Kaplan, considerando que son impulsos que se imponen al paciente. En rigor creemos que no corresponden a los actos compulsivos ya que carecen de una lucha consciente de la voluntad que los resiste, situación que raramente se da en los actos impulsivos que intentamos delimitar.
a) Cleptomanía: descontrol de un impulso a robar objetos que con frecuencia están desprovistos de valor y que no son útiles para el sujeto. Son muchas veces devueltos o guardados y olvidados.
b) Piromanía: descontrol del impulso a incendios, experimentando una intensa fascinación por ellos, ya sea que los provoca o no, lo que lo lleva a contemplarlos con intenso placer y agrado. Habitualmente el paciente realiza muchos preparativos para llevarlos a cabo.
c) Poiromanía: descontrol de un impulso a fugarse, escapar, a vagar sin metas de un lugar a otro.
d) Dipsomanía: descontrol de un impulso a beber que surge de un modo imperioso e incontrolable en sujetos que no son alcohólicos crónicos.
e) Manía a los juegos de azar: los pacientes carecen de control en el impulso a participar en los juegos de azar, conducta que los lleva a serios conflictos tanto personales como familiares, en el trabajo y en la relación social. Esto incluye pérdidas de trabajo por ausencias, adquisición de deudas u otros problemas financieros, rupturas de las relaciones familiares, robo de dinero, fraudes, etc.
f) Explosividad: desinhibición en el control del impulso agresivo que se traduce en serios ataques a personas y/o objetos. La magnitud de la conducta destructiva durante el episodio es absolutamente desproporcionada en relación a los estímulos posibles.
Después del episodio, hay un auténtico arrepentimiento o autorreproche, lo cual no impide que se repitan.
g) Tricotilomanía: consiste en el impulso a arrancarse el cabello, conducta que los puede llevar a una calvicie zonal. En algunos casos se asocia a la ingestión del pelo extraído.
h) Coleccionismo: impulso desenfrenado de coleccionar objetos, pueden ser objetos apreciados, absurdos o inservibles.
Trastornos del impulso sexual.
a) Disfunciones sexuales: son trastornos del impulso sexual, que impiden al individuo realizar el coito de manera adecuada y disfrutar de él. Estas disfunciones se pueden presentar en cualquiera de los niveles de deseo, excitación y orgasmo.
b) Trastornos del deseo sexual: persistente inhibición del deseo sexual, en relación a su hábito previo, edad, sexo, salud, e interacción afectiva con la pareja.
* Impotencia: también denominada disfunción erectiva. El sujeto siente deseo y excitación sexual, sin embargo, no hay capacidad para alcanzar la erección y/o para mantenerla, lo que les impide realizar un coito satisfactorio.
* Eyaculación precoz: una vez lograda la erección existe incapacidad de controlar la eyaculación, la que se produce en forma prematura, ya sea en los preliminares del acto sexual, al momento de penetración, o en los primeros movimientos coitales.
* Eyaculación retardada: el sujeto no logra eyacular y mantiene la erección intacta. Se llama también incompetencia eyaculadora.
Algunos pacientes logran el orgasmo con masturbación posterior, otros nunca.
* Frigidez: es equivalente a la disfunción erectiva del hombre. La mujer es incapaz de excitarse, lubricarse y congestionarse con la estimulación sexual.
* Disfunción orgásmica: la paciente siente excitación, sin embargo, no logra llegar al orgasmo o lo hace con mucha dificultad y/u ocasionalmente.
c) Parafilias: también llamadas desviaciones o perversiones sexuales, se caracterizan porque el sujeto requiere de fantasías, objetos o acciones que son extrañas, poco naturales, y bizarras para lograr excitación sexual. Éstas tienen un carácter compulsivo, la conducta parafflica es exclusiva o preferencial frente a alternativas más normales, y en algunos casos provoca daño a sí mismo o a los demás. Su presencia aislada y no dañina es considerada normal.
Las más frecuentes son:
* Satiriasis: excesivo deseo y necesidad de realizar el coito, en los hombres.
* Ninfomanía: excesivo deseo y necesidad de realizar el coito, en las mujeres.
* Parafilias: desviación sexual caracterizada por fantasías o conductas sexuales de naturaleza extraña, recurrentes y persistentes, y sin las cuales no se logra la erección o el orgasmo.
* Fetichismo: desviación sexual en la que el sujeto logra la excitación y el placer sexual, sustituyendo la pareja por un objeto inanimado, ya sea un zapato o generalmente alguna prenda de vestir.
* Trasvestismo: desviación sexual que se caracteriza por la necesidad del sujeto de vestirse con la ropa propia de las personas del sexo opuesto, para lograr así excitación sexual.
* Zoofilia: desviación sexual en la cual, ya sea en la fantasía o en la realidad, los animales son usados para lograr excitación sexual.
* Pedofilia: desviación sexual en la cual la excitación sexual se logra a través de fantasía o contactos sexuales con niños.
* Exhibicionismo: desviación sexual en la cual el hombre muestra sus genitales a una mujer en un lugar y/o situación social absolutamente inapropiada, hecho que vive con excitación.
* Voyerismo: desviación sexual que se caracteriza por lograr el individuo excitación sexual mirando a otros en ejercicio sexual, sin ser él visto.
* Masoquismo: desviación sexual que se caracteriza porque el individuo logra excitación sexual cuando es psicológica o físicamente maltratado por su pareja o por sí mismo.
* Sadismo: desviación sexual en la cual la gratificación y la excitación sexual se logra al infligir dolor o humillación a su pareja.
Mucho menos frecuente son:
* Gerontofilia: obtención de placer erótico con personas seniles.
* Necrofilia: obtención de placer erótico con cadáveres.
* Klismafilia: erotismo con el uso de enemas.
* Urolagnia: erotismo con la manipulación de orina.
* Coprofilia o Coprolagnia: erotismo con la manipulación de las heces.
* Frotteurismo: búsqueda del orgasmo frotándose con desconocidos en aglomeraciones.
* Osmalagnia: erotismo asociado a los olores nauseabundos.
* Ofolagnia: erotismo provocado por canciones o ruidos eróticos.
* Vampirismo: erotismo provocado con la sangre de las heridas.
* Cleptolagnia: placer erótico que se despierta con el hecho de robar.
* Pirolagnia: placer erótico asociado a los incendios.
* Dendrofilia: erotismo con plantas, árboles y vegetales.
* Pigmalionismo: búsqueda de situación sexual con las estatuas.
d) Transexualismo: el transexual tiene la convicción de que sus genitales constituyen una equivocación de la naturaleza, su sexo psicológico es opuesto al somático. No se le considera homosexual dado que su sexo psicológico tiene orientación heterosexual. Se viste y comporta como su sexo opuesto, y solicitan liberarse de sus estigmas sexuales indeseados, pene en los hombres, senos en las mujeres, a través de intervenciones quirúrgicas.
e) Homosexualidad: orientación y conducta sexual con personas del mismo sexo. La clasificación DSM III, la incluye como desorden mental sólo en las siguientes condiciones: «deseo de adquirir o incrementar conductas heterosexuales, con iniciación o mantención de una relación heterosexual, en un individuo que de manera persistente experimenta impulsos homosexuales que explícitamente no desea y que son causa de sufrimiento».
Señala R. Salamanca Rodríguez (Vida] Alarcón, 1986): «Las demás formas de homosexualismo (egosintónicas), son consideradas por la sexología como alternativas de la sexualidad humana normal, esgrimiendo argumentos biológicos (la filogenia ofrece muchos casos de homosexualidad animal) históricos y socioculturales (la homosexualidad ha sido ampliamente practicada de manera respetable en muchos pueblos); psicológicos (no existe diferencia significativa entre la psicopatología de hetero y homosexuales); y sexológicos (ningún com-portamiento sexual placentero y no nocivo puede ser considerado anormal).
f) Masturbación: estimulación manual o instrumental de los órganos sexuales con el fin de lograr orgasmo.
En sí es un acto natural, forma parte del proceso de maduración psicosexual del individuo, y es considerada normal como conducta alternativa de satisfacción sexual. Es anormal cuando se realiza como forma exclusiva de satisfacción sexual, pudiendo satisfacerse sexualmente con otro.
Trastornos de la apetencia o Disorexias:
a) Anorexia: pérdida del deseo a alimentarse acompañado de disminución de peso significativa. A raíz de la pérdida de apetito, el paciente come menos de lo que necesita para vivir, debiendo hechar mano a sus reservas tisulares.
b) Hiperfagia: apetito exagerado que se acompaña de ingesta excesiva de alimentos y aumento de peso llegando a la obesidad cuando el peso excede el 20% de lo considerado como normal en las tablas de peso-altura.
Se denomina bulimia a episodios recurrentes de comilonas (consumir rápidamente grandes cantidades de comida en un período de tiempo, generalmente menor a 2 horas) (de la Fuente, en Vidal-Alarcón, 1986).

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