III- Usos de las nuevas tecnologías en las aulas:

Aprender y enseñar en la cultura digital – Inés Dussel

Entre los que creen que sí trae un cambio fuerte, hay un reconocimiento de que el trabajo del docente tiene que modificarse. Un docente de la Patagonia dice, refiriéndose a las prácticas pedagógicas:
“Para mí van a cambiar completamente, y es probable que como docentes, en
tanto lo que somos hoy, no nos necesiten más. El saber como era antes no lo
vamos a administrar nosotros… Por eso tenemos que replantearnos nuestro rol y está bien que así sea.”
En general, a mayor uso de las nuevas tecnologías, mayor conciencia y mejores preguntas sobre los desafíos que enfrentan (Stolle y Fischman, 2010; Seiter, 2008). El replanteo del rol deja de ser una premisa general para asumir contornos más definidos sobre qué se debe interrogar: una cierta organización del grupo en el aula, una distribución de tareas, una secuencia de trabajo con una distribución del tiempo diferente. Muchos docentes con usos más ricos coinciden en que el tiempo no les alcanza; esto probablemente se deba a la búsqueda de experiencias más intensas con el aprendizaje y la dificultad de aco-
modarlas en el ajustado horario escolar. Incluso aparecen preocupaciones nuevas como la conservación de los archivos y del proceso de trabajo. Una de las docentes con más experiencia que entrevistamos fue muy precisa en describir los cambios que supone el trabajo con un aula conectada:
“No es que todo el mundo está haciendo lo mismo al mismo tiempo. Tenés que
distribuir roles, pensar qué hacés con el chico que ya terminó, cómo ayuda a sus compañeros, o encontrarte con que pensás que los chicos manejan una tecnología y resulta que unos sí y otros no, y te dicen que no pudieron integrar el sonido, por ejemplo, y el poco tiempo de clase hace que los chicos tengan que terminar las cosas por su cuenta, fuera del horario, en su casa. Te encontrás que no terminaron porque no saben usar la tecnología, o por diferencias entre programas y máquinas, no son compatibles, no se guardan copias, siempre pasa que no se guarda la copia, se cuelga, perdés todo, a veces sentís que el trabajo es mucho y te falta el tiempo. El plan B se arma in situ, si pasa, a lo mejor tiene que ver con una cuestión de desorganización personal, pero necesitás estar atento a muchas cosas a la vez, empezás a funcionar con la lógica de la red, de la máquina.”
En la reflexión de esta docente de escuela primaria, aparecen algunos de los elementos señalados en el primer capítulo sobre la fragmentación de la simultaneidad de la clase y la necesidad de incluir múltiples niveles en el aula y una atención más individualizada.
Las estrategias tienen mayor nivel de concreción y los problemas que se plantean están centrados en cómo resolver la marcha de la clase y la organización del grupo, temas no menores en un escenario descentralizado.
Los docentes con más experiencia suelen ver menos prejuiciosamente a sus alumnos, y pueden reconocer lo que saben y lo que no saben. Si bien en las entrevistas grupales siguen apareciendo las afirmaciones generales sobre los adolescentes como “nativos digitales”, quienes van ganando experiencia empiezan a ver más matices en lo que saben y no saben sus alumnos:
“¿Qué manejan los chicos? El Facebook y no salen de ahí. O juegos.”
“El pibe lo que tiene es que es maleable, vos le enseñás un programa nuevo y
te lo agarra enseguida. Pero conocimientos tienen pocos, me di cuenta porque
cuando trabajé con ellos por Internet, no sabían cómo meterse en una página a
buscar algo.”
La mayoría de los docentes cuentan que usan las nuevas tecnologías para planificar sus clases, y las consideran casi exclusivamente como recursos para buscar información, es decir, como gigantescas bibliotecas, sobre todo de textos escritos y también de recursos didácticos. Valoran la pluralidad de fuentes y la facilidad de acceso a distintos contenidos:

“Podés encontrar muchas actividades para usar.”
“Antes si no tenías el libro indicado perdías.”

“La cuestión es dar con los lugares, pero se supone que somos profesores y nos damos maña para encontrar lo que buscamos, y poder incluirlo en la planificación.”

Llama la atención que muchos docentes no pueden precisar qué páginas o sitios visitan; cuentan que empiezan buscando de manera poco precisa y en esa exploración llegan a sitios que les dan el recurso que estaba buscando. Los buscadores más usados son Google y Taringa, y para los videos, YouTube. Los criterios de búsqueda son poco sofisticados y proceden a tientas:
“Pongo en el buscador, por ejemplo, aparato reproductor humano y veo adónde
me lleva y ahí selecciono.”
“Yo no sé bien dónde buscar material específico para mi materia, Biología, busco un poco a ciegas o por ahí alguien me da un dato. Si no, pongo buscadores o YouTube si quiero bajar un video.”
Algunos de los docentes entrevistados señalan que usan frecuentemente la página de Encuentro, sobre todo los profesores de secundaria para bajar documentales (escritores y figuras históricas argentinas, matemáticas), y el portal Educ.ar, buscando ideas para planificar y actividades para realizar con sus alumnos. También se hizo referencia al sitio El Escolar de Santillana, y páginas españolas cuyo nombre no recuerdan, pero que les dan soluciones concretas:
“Uso una página del Gobierno de Canarias: tienen planificaciones hechas desde
el jardín hasta la universidad.”

“Para el proyecto Latinoamérica busqué y me encontré un montón de cosas, videos impresionantes, y ya vienen armadas [las secuencias].”

Autor: psicopsi

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