Reconocimiento de impulsos suicidas en adolescentes a través del test de Rorschach


La Escala resultante de 65 signos se aplicó a las sucesivas siguientes poblaciones: a
casos de potencial suicida comprobado a través de la confirmación posterior, producida a veces en el transcurso de sus psicoterapias, en la devolución del Psicodiagnóstico, o por haber realizado intentos posteriores. Más adelante, la aplicamos también a casos de intentantes que habían hecho el intento previo a la toma del Rorschach, habiendo quedado, algunos, hasta con secuelas físicas. Posteriormente, en otro momento, los
probamos con una población de 20 pacientes por motivos ajenos al suicidio,
provenientes de nuestra tarea clínica y, por último, con una población de otros 20 no pacientes.
De los sucesivos trabajos en las diferentes poblaciones y la consiguiente ampliación de
la muestra de suicidados original, sacamos las siguientes conclusiones:
– Coincidimos con Exner en que el intento anterior parece agotar el potencial suicida. La
población de intentantes tiene un promedio de signos (16,21) menor que la población de
suicidados (20) y casi igual que la de potencial (16,20).
Esto alerta sobre la validez de tomar en cuenta población de intentantes para investigar
sobre este tema.
En el trabajo sucesivo con todas estas poblaciones, categorizamos también, además de
los 65 signos originales, todos los cómputos obtenidos en la Hoja síntesis de los
resultados cuantitativos y Psicograma o Sumario Estructural, incluidos los Fenómenos
Especiales y su incidencia.
De todo esto surgió la actual Escala de 44 signos, a través de la depuración de los signos
originales no significativos y la incorporación de otros que así resultaron, algunos de
ellos un tanto sorpresivamente para nosotras, y que también dividimos en concernientes
a Localizaciones, Determinantes, Contenidos, Fórmulas y Fenómenos Especiales. La
Escala y sus porcentajes respectivos en la población de suicidados, que en este
momento asciende a 13 protocolos, y de no pacientes, que fue la que en definitiva
utilizamos para decidir su inclusión, aunque los evaluamos también con la de pacientes
y potencial, figuran en el Apéndice I y en el Cuadro 1.
Aplicando nuevamente la Escala resultante a la población de suicidados, surge de ellos
un promedio de 20 signos con un Desvío Standard de 4,09, lo cual lleva a considerar
peligroso lo que oscila entre 16 y 24 signos. El 53,8 % de esta población tiene 20 o más
de estos signos. La población de no pacientes presenta un promedio de 6,9 signos con
un Desvío Standard de 2,04 lo cual la ubica entre 5 y 9 signos. Aplicando puntajes
estadísticos (Test de diferencia de medias de Student que trabaja con un nivel de alfa =
5% del programa de computación statistix 4.0), surge que, con un alto nivel de
confiabilidad, hay diferencias significativas en cuanto a la producción de signos
Rorschach entre la población de suicidados y de no pacientes.
Por otro lado, el hecho de que la mayoría de los signos estén entre los Fenómenos
Especiales, nos hace pensar, a los que administramos Rorschach, en la conveniencia de
hacer un registro exhaustivo de todo el discurso, sin excluir nada, único modo en que
los Fenómenos Especiales pueden ser evaluados.
De acuerdo a los resultados obtenidos, todos los suicidados evidencian una sensible
disminución de las funciones yoicas básicas, que discriminan patología: prueba, juicio y
adaptación a la realidad, a través de los signos Rorschach que los evalúan. Aparecen
también algunos rasgos de personalidad comunes a todos ellos: agresión no reconocida,
disociada y con posibilidad de actuación (Acción Padecida, Dividido y Mor)
acompañado de un sufrimiento intenso, vivido como que las cosas les suceden sin
hacerse cargo de su participación en ellas (Crítica al Autor, Crítica de Objeto, y
Movimientos pasivos) denunciando todo esto otra de sus características relevantes, que
es la hipercrítica.
En cuanto a la represión que evidencian, a través del tipo de Respuestas de Defecto que
suelen dar, podemos decir que la caracterizamos como de un nivel más regresivo, que
no se muestra tan directamente sino que se infiere, por lo tanto ligada a un momento
muy primario en la evolución de la libido. Otros rasgos serían la poca capacidad de
movilización interna, la terquedad, la obstinación y la restricción de intereses (esto por
la escasez de Movimientos humanos, los Detalles inusuales y Espacios en blanco
aumentados y el A% disminuido).
Con respecto a esto conviene recordar que lo numérico es siempre relativo, ya que los
comportamientos humanos son siempre imprevisibles, por lo cual hay que observar
también la indudable contundencia de algunos signos, o su peligrosa combinación con
otros, aunque no se llegue al número considerado de riesgo. Y viceversa, un número de
signos elevado en alguien de buen pronóstico, puede, afortunadamente, indicar la
posibilidad de revertir esta terrible perspectiva, aunque siempre hay imponderables.
A raíz de esta investigación, del conocido incremento del suicidio adolescente en
particular y de los resultados de otra investigación anterior, ya concluida, sobre
Depresión en Adolescentes, que fue aprobada y subsidiada por U.B.A.C. y T., surge la
actual investigación sobre este tema, también aprobada y subsidiada por la U.B.A. Ésta
está siendo realizada en forma conjunta entre las Cátedras de Teoría y Técnica de la
Exploración Psicológica Módulo I, Cátedra II y la de Rorschach de la Facultad de
Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Como todos saben, ostentamos el desafortunado récord de tener el número más alto de
suicidios de América Latina (que no depende, entonces, del número de habitantes, lo
cual agrava la importancia de este dato). En el año 1992 se registraron 12 suicidios por
día de los cuales 2 eran de adolescentes, suicidándose uno de ellos cada 12 horas. A
partir de entonces, hubo un ascenso constante de ese número. El año en que se registró
el número más bajo de suicidios dentro de ese período, fue el de 1984, surgiendo a este
respecto hipótesis sobre el recambio político como generador de esperanzas. La curva
de suicidios fue ascendente del 80 al 94, sobretodo en los dos últimos años. Los
aumentos del año 1984 al 1992 se relacionarían con la disolución del lazo social, el
debilitamiento del grupo y de la idea de pertenencia, que disminuye la creencia en que
el individuo es útil. A esto ha contribuido el descrédito de la política y la ausencia de
redes que sostengan lo individual. Además, el valor de la vida se halla cada vez más
deteriorado o poco respetado, también en relación a una mayor exteriorización de la
violencia.
Como decíamos en un trabajo derivado de la investigación anterior realizada en la
U.B.A., en donde intentábamos caracterizar el tipo de depresión que se presenta en la
adolescencia, las circunstancias actuales llevan más a la actuación que a la depresión,
propiciado esto desde lo cultural.
Así, comentábamos en ese artículo: … «en este fin de siglo las patologías de acción y del
cuerpo predominan y la cultura de las imágenes las acentúan…» y «… observamos que
esto se corrobora especialmente con Rorschach». La postmodernidad propone a la
adolescencia como modelo social y la sociedad misma se adolescentiza. Esto lo ilustra
muy bien Finkielkraut (1990:138) cuando dice que: ‘El hemisferio no verbal ha acabado
por vencer, el clip ha dominado a la conversación, la sociedad ha acabado por volverse
adolescente’. El hemisferio izquierdo, sede de la racionalidad, la lógica y el lenguaje, ha
perdido terreno y la comunicación entre los jóvenes se desarrolla casi exclusivamente a
través de imágenes con poco intercambio a nivel personal. Para Dolto (1990: 77-78) ‘La
televisión se convierte en la única fuente de referencia de niños aislados, en
apartamentos vacíos de adultos’… y así aparecen los medios masivos, en particular la
televisión, adoptando a tanto adolescente huérfano.
Tal vez como consecuencia de ello, rescatamos el hecho observable… «también desde la
clínica»… de que difícilmente el adolescente desemboque en un síndrome depresivo:
parece mucho más propenso a la anorexia, la bulimia, las adicciones, la adhesión a las
sectas o bandas e incluso al suicidio.