Los términos epistémicos

Alma y conocimiento

En Esquema del psicoanálisis Freud dice que «las ciencias se basan en observaciones {Beobachtung} y experiencias {Erlabrung} proporcionadas por nuestro aparato psíquico. Nuestra ciencia tiene por objeto ese aparato» (GW, 17, pág. 81). Hemos traducido de manera sistemática esas dos expresiones alemanas. Téngase en cuenta que no ocurre lo mismo en la Standard Edition, sobre todo porque en ella experience es versión de Erlebniss, que nosotros, siguiendo la tradición orteguiana, hemos volcado por «vivencia». En cambio, «experiencia» se refiere siempre, en Freud, a la que se hace con algo objetivo. La «vivencia» indica meramente que algo es vivido; el término no decide por sí si eso vivido fue un acontecimiento real. Cuando Freud quiere señalar esto último dice Geschehen, acontecimiento. Así, en el caso «Dora» menciona su «vivencia» con el señor K. junto al lago. Significa, pues, que atiende a lo que Dora vivió, dejando de lado el hecho objetivo mismo. Ello explica que Freud emplee la expresión «vivencia» cuando sostenía la teoría del trauma, y también después de abandonarla.

En el pasaje del Esquema del psicoanálisis mencionado antes, Freud aclara que en el estudio del aparato psíquico hacemos las observaciones por medio de las lagunas que lo anímico presenta. La expresión «laguna» (Lücke) aparece desde sus primeras obras. Lo psíquico es «lagunoso», es decir, su concatenación presenta desgarramientos. Partiendo del principio del determinismo universal, es preciso postular, entonces, la noción de lo psíquico inconciente. Y, en tal caso, la tarea del psicoanálisis es el llenado (Ausfüllung) de aquellas lagunas. Sigue manifestando Freud: completamos lo que falta mediante inferencias evidentes, y lo traducimos a un material conciente. Recuérdese que «traducciones» se operaban de manera espontánea en el aparato psíquico. Esta «traducción» de la ciencia obedece, como no podría ser de otro modo, al funcionamiento mismo del aparato. Y la traducción se hace a lo conciente: «Así establecemos una serie complementaria {Ergänzungsreihe} conciente respecto de lo psíquico inconciente».

Si entendemos «serie complementaria» en el sentido indicado, diremos que el conocimiento conciente es, en verdad, conciente-inconciente, puesto que obedece a leyes dadas por la estructura misma del aparato cognoscente. Y un poco más adelante Freud enuncia el supuesto de un aparato psíquico extendido en el espacio, compuesto con arreglo a fines, que sólo en un lugar determinado, y bajo ciertas condiciones, da nacimiento a los fenómenos concientes; desde luego, el saber científico se cuenta entre estos.

Como la física, la psicología se empeña en descubrir, tras las cualidades dadas (en Kant, las intuiciones son dadas, mientras que los conceptos son pensados) a nuestra percepción, otra cosa más próxima a las cosas tal y como conjeturamos que ellas son. Pero puesto que el estado de cosas por conocer no es él mismo conciente, y nosotros tenemos que traducirlo a representación conciente, no podemos esperar conocer la cosa en sí. Es una posición que Freud mantiene desde el «Proyecto de psicología». En el capítulo VII del libro sobre los sueños, por ejemplo, dice que las huellas mnémicas alojadas en los diversos sistemas no podrían traducirse a palabras; en efecto, la traducción a la palabra es uno de tales sistemas.
Volvamos al Esquema del psicoanálisis (GW, 17, pág. 126). Lo real, entonces, permanecerá siempre incognoscible, pero podemos inteligir nexos presentes en el mundo exterior. Hemos dado versión sistemática de «inteligir» (eínsehen) e «intelección» (Einsicht).Es que tienen un valor preciso. Se aproximan a una intuición intelectual de nexos del mundo real. Esta es fruto de alguna actividad de conocimiento, puesto que lo real sólo nos es dado en la percepción. No percibimos en sentido estricto tales nexos; en cierto modo los «vernos»-con el intelecto. Ahora bien, la tarea de la ciencia es reproducir o espejar esos nexos, esas tramas de lo real, en el mundo interior de nuestro pensamiento. Y tener noticia (Kenntnis) de ellos «nos habilita para comprender algo en el mundo exterior».

En estos pasajes del Esquema del psicoanálisis Freud parece estar resumiendo concepciones que asomaron desde el comienzo de su labor científica. Intercalamos -dice- los procesos inconcientes en los uns bewusst, en los que nos son notorios, los sabidos, consabidos, familiares, aquellos de que tenemos conciencia. Y decimos: Aquí ocurrió algo para nosotros inaprehensible (Unfassbares). Si hubiera llegado a la conciencia, lo habríamos descrito así y así. Y en realidad, varios pasajes del libro sobre los sueños terminan, tras el análisis de un proceso psíquico, con su traducción en palabras. También es común la fórmula «en el inconciente se dice» (es heisst), que parece ser una anticipación verbal del Es, el ello, posterior. Y «dice» es el intento de traducir en palabras lo no dicho.

Hay una alucinación de la palabra: es una suerte de percepción autónoma, autoproducida por el sujeto. No sólo la percepción externa tiene evidencia; también la palabra tiene una evidencia particular. Es la representación-palabra lo que brinda el elemento intuitivo indispensable a todo conocer. En última instancia, se apuntala en una historia de percepción. De ahí que todo lenguaje científico sea un Bilder-sprache, un lenguaje de imágenes o lenguaje figurado, según expresa Freud en Más allá del principio de placer. También la física lo es. Es lo que autoriza el empleo sistemático que él hace de los símiles (GIeichniss) y las analogías (Analogien).

Completemos nuestro vocabulario remitiéndonos al «Proyecto de psicología». Vimos que nuestra intelección de los nexos, que se estatuyó como la guía del proceso de la observación y la experiencia hasta que se alcanzaba corroboración, nos permitía comprender (Verstehen) algo en lo real. En este trabajo (AdA, pág. 416), Freud describe la experiencia del neonato con el prójimo. El complejo del prójimo se le separa en dos componentes; uno de ellos se le impone (imponieren) por una ensambladura (Gefüge) constante, permanece unido como cosa del mundo (Ding), mientras que el otro puede ser «comprendido» por un trabajo de recuerdo; comprendido significa «reconducido» (zurückführen) a un mensaje del cuerpo propio. El niño, ha llorado cuando tenía hambre, y comprende el llanto del prójimo por una suerte de identificación. Vale decir: comprender algo en el mundo es retomar aquel proceso primero de la comprensión, es establecer una identificación de la serie real a la ideal, de la cosa del mundo a lo sabido por la conciencia.

Y conocer (erkennen) es, justamente, esa descomposición del complejo perceptivo. Erkennen es, en alemán, vocablo de uso jurídico en el sentido de «discernir» (en castellano se dice «el juez entendió en la causa»). Una nota de Ludovico Rosenthal a su versión del «Proyecto de psicología» (SR, 22, págs. 412-3) señala esa connotación de «discernimiento» que hay en el Erkenntniss. Por eso lo hemos traducido con mucha frecuencia por «discernir». Entonces, conocer es discernir las propiedades de la cosa, en tanto sus atributos, de la cosa misma, en tanto su núcleo (Kern). Por ende, contiene un juicio (Urteil; Teil significa «parte»). El sujeto quiere alcanzar cierta percepción que habrá de depararle satisfacción. Ahora percibe algo que no es idéntico al recuerdo que él tiene de la cosa que percibió simultáneamente a una satisfacción anterior. Y es la desemejanza la que incita el proceso de comparación, de descomposición del complejo perceptivo (examen de realidad u objetividad) a fin de discernir lo nucIear y eventualmente realizar las acciones (HandIung) que lleven a la satisfacción. Hay ahí una relación de correspondencia: parece inferirse del «Proyecto de psicología» que el yo discierne núcleos, residuos incognoscibles en las cosas del mundo, porque él mismo tiene un núcleo. Después de la segunda tópica, el yo, desde su núcleo, discierne como el núcleo de su ser al oscuro ello.