Los Síndromes Esquizofrénicos

III. Estudio Clínico


El polimorfismo clínico de los esquizofrénicos vuelve particularmente difícil la presentación de formas típicas cuyo exposición podría no tomar en cuenta unos aspectos semiológicos particulares en donde se expresa la prueba de deperdición singular de cada esquizofrénico. Por lo tanto, se prefiere considerar sucesivamente los elementos sintomáticos caracterizando el proceso esquizofrénico, antes de proponer unas reagrupaciones semiológicas las más frecuentemente encontradas en el transcurso de la evolución.
A. El síndrome disociativo
Representa el trastorno capital, aquel que ha dado su nombre a la esquizofrenia (schizein: cortar; phren: cerebro – pensamiento) y que evoca la falla estructural a partir de la cual se empieza la efracción de la personalidad por la psicosis. Ese proceso de dislocación, de desagregación es susceptible de afectar todos los sectores de la vida mental y relacional: inteligencia-afectiva-psicomotricidad. Para el observador, este hundimiento brutal o progresivo de los lazos del sujeto con el mundo, este fracaso de la comunicación con otro, conlleva la marca de la extrañeza, de la rareza, de la discordancia.
Ese término propuesto por Chaslin, mejor que otro, manifiesta la paradoja que realiza la vida psíquica del esquizofrénico: esta parece funcionar sobre unos registros contradictorios, yuxtaponiendo e integrando unas conductas insólitas y una afirmaciones delirantes a una lucidez, ver a unos resultados lógicos y hasta notables. Esa superpuesta anárquica de planos de funcionamiento, si da al observador la impresión de huida, de un resbalamiento, de una falla en la comunicación, no debe excluir la toma en consideración de un campo relacional en el cual se instituye el desorden y el caos de ideación esquizofrénico. El número de síntomas y entre los más incongruentes tiene a la vez valor defensivo contra la aniquilación y la angustia arcaica y valores de interpelación. La toma en consideración de esos elementos debe permitir el acercamiento y la escucha del esquizofrénico, cuyo discurso y comportamiento, lleno de ilogismos, de incoherencia, conserva al menos una significación original.
Tomamos en cuenta sucesivamente los diferentes trastornos susceptibles de sugerir la disociación esquizofrénica.
a) La despersonalización del pensamiento
Es una pérdida del sentimiento de individualidad de la persona, afectando la integridad somática corporal, la identidad, la conciencia del Yo psíquico que acompaña la impresión de extrañeza al ver un trastorno total del mundo exterior. En el esquizofrénico, la despersonalización es contemporáneo (¿causa o efecto?) de una angustia particularmente intensa de separación, de nulidad, de partición disociativa. Si la experiencia de despersonalización es repentina y brutal, se integra a menudo a la sintomatología polimorfa de un arranque delirante; si ella es de instalación insidiosa, conduce a unos gestos y a unas actitudes testificando de la existencia de un vivido corporal disperso: contemplación de las manos, de la cara sobretodo (largas estaciones frente al espejo: signo del espejo).
La duda sobre la cohesión de los limites corporales, la impresión de un cambio de forma, de volumen de los segmentos del cuerpo, explican unas verificaciones controladas por la vista, el palpar o la demanda de aseguración a un tercero. En los casos extremos existe una impresión de desvitalización de si mismo y del mundo exterior, con una sensación de aniquilamiento, de descomposición de mineralización.